sábado, 19 de abril de 2014

Irán, el orientalismo y las ilusiones occidentales sobre Siria

Una de las muchas y extrañas paradojas promovidas por décadas en la narrativa occidental sobre la República Islámica de Irán es que Irán se está volviendo cada vez más inestable e impopular (si no explotando), pero simultáneamente está en ascenso y su "amenazante" influencia se puede sentir en toda la región y más allá. Las contradicciones internas de este discurso están vinculadas a los estereotipos y a las actitudes Orientalistas prevalentes en Occidente.


IRÁN, EL ORIENTALISMO Y LAS ILUSIONES
OCCIDENTALES SOBRE SIRIA


Por Seyed Mohammad Marandi

Una de las muchas y extrañas paradojas promovidas por décadas en la narrativa occidental sobre la República Islámica de Irán -constantemente repetida por los llamados "expertos en Irán", funcionarios del gobierno y la maquinaria de propaganda occidental en general- es que Irán se está volviendo cada vez más inestable e impopular (si no explotando), pero simultáneamente esta en ascenso y su "amenazante" influencia se puede sentir en toda la región y más allá.

Por supuesto, las contradicciones internas de este discurso están vinculadas a los estereotipos y a las actitudes Orientalistas prevalentes en Occidente entre los liberales laicos, pseudo-progresistas y los neo-conservadores por igual, que no pueden comprender la posibilidad de un orden político estable y legítimo, que no se fundamenta en "valores occidentales".

Para tales personas –incluso aquellos que critican el apoyo que Occidente le brinda a los déspotas, al  extremismo, al apartheid en Palestina, la vigilancia masiva y la guerra cibernética, la hegemonía, el capitalismo liberal, plutocracia, prisiones secretas y la tortura, así como la búsqueda perpetua de la "liberación" a través de golpes de Estado, guerras, drones, terror, asesinatos y carnicería- estos "valores" e "ideas" son todavía de alguna manera universales. Por lo tanto, ellos ven a los Estados occidentales como efectivamente excepcionales o al menos más civilizados que otros. Incluso para los llamados "progresistas", a pesar de estas características que han existido por lo menos desde el surgimiento del colonialismo, en palabras de Joseph Conrad, "lo que redime es sólo la idea".

Por consiguiente, los expertos, los académicos, los informantes nativos, y otros "expertos" en los think-tanks occidentales y en los medios de comunicación corporativos, mantienen discusiones y escriben libros y artículos, analizando  las "patologías" de países como Irán, en beneficio de una audiencia occidental y a menudo con la idea de influenciar a los formuladores de políticas y a los proveedores de fondos.

En ocasiones acostumbran criticar a los gobiernos occidentales, pero mayormente porque son percibidos de no ser fieles a sus valores. Cuando se trata de la República Islámica de Irán, sin embargo, no existen valores. De ahí que estas personas se sienten en libertad de acentuar el "conocimiento" y control occidental con una conciencia libre, al igual que sus predecesores orientalistas.

 ¿Irán como objetivo?

Sin embargo, a pesar de las sanciones inmorales e inhumanas de Estados Unidos y de la UE, junto con la denigración constante de Irán por estos países o la "comunidad internacional", como narcisisticamente se autodenominan, Irán podría decirse que sigue siendo el país más estable en Asia occidental y África del Norte. Su modelo de gobierno islámico participativo, así como su política exterior ferozmente independiente ha abortado los intentos de occidente, en particular de los EE.UU, de someterlo, así como también de presentarlo como una especie de amenaza no solo regional sino que además global. Sin embargo, sería útil examinar el caso de Siria, donde la República Islámica es retratada regularmente por sus antagonistas como una amenaza a la estabilidad y la seguridad.

Casi desde el comienzo de la agitación en Siria, se hizo evidente para los iraníes que el principal objetivo de los intentos de Occidente para derrocar el gobierno del presidente sirio Bashar al-Assad, era atacar a Irán, no para traer libertad al pueblo sirio. Después de todo, los EE.UU y la Unión Europea junto con la familia real saudí apoyaron las dictaduras de Túnez y Egipto hasta el momento de su inminente colapso; en Gaza, los palestinos siguen siendo castigados por votar por el partido "equivocado".

Durante los últimos días del régimen egipcio, el vice presidente de EE.UU subrayó, Hosni Mubarak no es un dictador, sino un aliado que no debe renunciar. Semanas antes, cuando el régimen tunecino se derrumbaba  frente a la revolución, el ministro de Asuntos Exteriores francés se comprometió a ayudar a las fuerzas de seguridad del presidente tunecino Zine El Abidine Ben Ali a mantener el orden. En cuanto a Bahrein, la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton se negó a criticar la ocupación liderada por Arabia Saudita e incluso trató de legitimarla, mientras que el presidente de EE.UU, Barack Obama habló sobre el "legítimo interés en el imperio de la ley", del régimen de Bahréin  y sutilmente sugirió que los manifestantes eran un grupo minoritario.

A diferencia de estos regímenes, Assad tenía y continua teniendo un significante apoyo popular. Mientras que las dictaduras de los Ben Alí, Mubarak, y al-Khalifa de Bahréin fueron incapaces de conseguir ningún tipo de apoyo en las calles. En los primeros meses del conflicto en Siria, en múltiples ocasiones enormes multitudes salieron a las calles en manifestaciones simultáneas a favor de Assad en las principales ciudades. Además, de acuerdo con una encuesta llevada a cabo por la Fundación de Estudios Económicos y Sociales de Turquía, el 88 por ciento de los encuestados en Siria, en el 2013, creían que el actual gobierno turco ha sido hostil hacia su patria.

Mientras que Irán fue abiertamente crítico de la violencia de las fuerzas de seguridad sirias contra los manifestantes pacíficos con quejas legítimas (aunque incomparable a la masacre de El Cairo el 14 de agosto 2013), también sabía que, como en Kiev, una tercera fuerza estaba avivando las llamas al disparar a las fuerzas de seguridad, así como a los manifestantes. Esto fue confirmado por el informe de la misión de 300 decididos observadores de la Liga Árabe encabezada por el ex embajador de Sudán ante Qatar.

Irán se volvió más escéptico y alarmado cuando comenzaron los atentados y ataques suicidas a finales del 2011. Era obvio que los extremistas estaban llevando a cabo los ataques, sin embargo, los militantes y la oposición apoyada desde el extranjero junto con sus partidarios regionales y occidentales, acusaron al gobierno sirio de atacar sus propios edificios de inteligencia militar, al igual que cuando más tarde proporcionaron evidencia altamente dudosa para demostrar que el gobierno llevó a cabo los ataques químicos.

Minorías amenazadas

Los iraníes creían que una serie de monarquías ricas en petróleo en el Golfo Pérsico, con la coordinación y apoyo logístico occidental estaban -en violación del derecho internacional- proporcionando un sustancial apoyo financiero a los extremistas sectarios y a afiliados de al-Qaeda. Durante más de dos años, los principales medios de comunicación occidentales, los expertos y los políticos minimizaron e incluso ridiculizaron tales afirmaciones -hasta que finalmente el problema se hizo tan grande que fue  imposible ocultar el monstruo que Occidente y sus aliados árabes en el Golfo Pérsico habían creado.

En lugar de empeñarse en el plan de Kofi Annan, el cual Irán había apoyado, estos países lo destrozaron  creyendo que podrían apabullar a Damasco en cuestión de semanas o meses. Al parecer, para los EE.UU y sus aliados estos eran sencillamente más "dolores de parto de un nuevo Medio Oriente" -o tal vez un puñal al corazón de la República Islámica, donde sirios inocentes deben pagar el precio. Actualmente, con más de 100,000 muertos y millones de refugiados, la narrativa occidental a menudo, suena bastante similar a lo que los iraníes han estado diciendo durante más de tres años.

Clérigos salafistas  extremistas y sectarios repetidamente emitieron fatwas autorizando la masacre de las minorías que eran difundidas en los canales de televisión por satélite. El clérigo saudí Saleh al-Luhaidan también dijo: "Maten a un tercio de los sirios para que los otros dos tercios puedan vivir".

Como resultado, esto se había convertido en una amenaza existencial para la gente de la región. Sin embargo, fue sólo después de que decenas de miles de extremistas extranjeros que ya habían entrado en Siria a través de esta amplia red de apoyo multinacional que, con la aprobación del gobierno sirio, Hezbolá entró, en números limitados, en el barrio de Sayyida Zaynab para proteger el santuario de la nieta del Profeta; su primera baja fue reportada a finales de junio del 2012. La mayor participación de Hezbolá sólo comenzó en abril de 2013 durante la batalla de al-Qusayr. Desde el punto de vista iraní, es absurdo culpar a Hezbolá por entrar a combatir en Siria.

En todo caso, está claro que -como los iraníes estuvieron diciendo desde el comienzo- el gobierno sirio no se derrumbará y la única manera de proceder es que esta realidad sea reconocida. El apoyo continuo a los extremistas extranjeros y afiliados de Al Qaeda ya no es simplemente una amenaza regional; se ha convertido en una amenaza global mucho mayor que la que existía en Afganistán. Estableciendo precondiciones para uno u otro de los actores en el conflicto sirio, simplemente significa más muerte y destrucción. La comunidad internacional debe unirse para apoyar una elección en la que el pueblo sirio elija a su propio liderazgo y para que todo el mundo acepte los resultados.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA. 

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