Amparado en el terror
desatado por ISIS, Obama está de regreso en Iraq, no a regañadientes como se ha
querido hacer creer, sino de acuerdo al enfoque intervencionista que él le ha
imprimido a la política exterior de la
Casa Blanca bajo su presidencia. Utilizar la presencia de ISIS como herramienta
de presión contra Bagdad para que accediera al cambio de régimen ha dado el
resultado que Obama buscaba, sustituir a Nuri al-Maliki y reocupar militarmente
a Iraq.
DE LA MANO DE ISIS
OBAMA REGRESA A IRAQ
Desde un principio cuando las fuerzas de ISIS incursionaban en el
territorio de Iraq y amenazaban con tomar Bagdad, el gobierno de Obama ignoró
los repetidos pedidos del gobierno iraquí para que interviniera y detuviera el
avance islamista, obviamente no era del interés del presidente auxiliar al gobierno
que la invasión estadounidense había dejado en el poder. Pero ahora resulta que
de repente, Obama, por razones “humanitarias” ha decidido intervenir atacando a
ISIS, que ya ha establecido un califato que abarca partes de Iraq y Siria y que
hasta hace poco tenía carta blanca pues actuaba de acuerdo a los intereses de los
EE.UU, mismos que ahora la organización terrorista está amenazando en Kurdistán haciéndose acreedora a los ataques aéreos
estadounidenses.
Por más de dos años ISIS, al igual que otros grupos del tipo Al Qaeda han
sido las principales fuerzas en exacerbar el conflicto en Siria que ya ha costado
más de 170,000 vidas, incluidos los millones de refugiados. Durante todo ese
lapso de tiempo el gobierno de Estados Unidos y sus aliados europeos de la OTAN
se la han pasado exigiendo la salida de Assad a quien acusan como el causante directo
de todo el baño de sangre ocurrido en Siria, obviando las atrocidades cometidas
por esos grupos islamistas en el conflicto armado sirio.
Hay quienes exasperados se rascan la cabeza ante la actitud asumida por
Obama con relación al avasallador avance de las fuerzas islamistas de ISIS. Argumentan
que no logran entender la lentitud del presidente de EE.UU en responder a la
amenaza del grupo islamista que ya se ha apoderado de grandes franjas de
territorio en Iraq y Siria y ha incursionado ya en el Líbano. Hay quienes aseguran que Obama no tiene una idea clara de
lo que está sucediendo en el Medio Oriente y por lo tanto no sabe cómo
responder, está en las nubes, y prefiere emplear su tiempo vacacionando y
jugando al golf. Otros no logran entender el por qué Obama le ha permitido
tanta libertad de acción a ISIS argumentando que, Estados Unidos tiene la
influencia y la capacidad para construir alianzas capaces de revertir el avance
de los islamistas, pero parece que carece de la visión y voluntad necesarias.
Otros como el New York Times fingen sorprenderse de que el presidente no haya expresado
entusiasmo por una acción militar estadounidense incluso después de que el
Estado Islámico en Iraq y Siria se apoderó de Faluya en el occidente de Iraq y luego se dirigió hacia Mosul y Bagdad
respectivamente.
Por otra parte, mientras Obama ignoraba las atrocidades y destrucción
llevadas a cabo por ISIS en Siria e Iraq, su gobierno y la OTAN no han cesado
de advertir sobre una inminente invasión de Rusia en Ucrania, algo que por
supuesto no ha sucedido en el caso de la invasión israelí en Gaza que ha
contado con todo el beneplácito de Obama. Y si bien Obama no movió un dedo para
ponerle un alto a la invasión israelí, el recientemente declaró que los EE.UU
tiene una oportunidad única para detener una masacre de ISIS en Iraq.
Esa aparente inconsistencia de la política exterior de Obama tiene
confundidos a muchos analistas quienes no logran percibir la lógica con la que
el presidente aborda el intervencionismo militar. Dicen no comprender lo que
lleva a Obama a intervenir en unos lugares y no en otros, cuando debería ser
claro que en efecto las actuaciones de Obama están marcadas por una lógica
consistente la cual se ajusta a los propósitos e intereses de la política
exterior estadounidense en los actuales momentos y en todas aquellas regiones
del mundo donde están en juego los intereses vitales que van a determinar la
continuidad de la primacía hegemónica de los EE.UU.
No hay nada más alejado de la realidad que querer presentar a Obama, como
un presidente indeciso, desenfocado, despistado, timorato y renuente a
intervenir no obstante el enorme poderío militar a su disposición. Pero si
miramos con atención, veremos a un presidente haciendo uso del poderío estadounidense
en casi todas las regiones cruciales del planeta, el número de bases militares
regadas por todo el mundo y la existencia de Comandos Regionales que abarcan las
diferentes zonas geográficas del planeta
atestiguan del carácter intervencionista de Obama. Pero Obama contrario al
intervencionismo abierto de su antecesor, prefiere hacerlo a través de otros métodos que no involucren el
masivo despliegue de tropas, a saber, guerra cibernética, fuerzas de
operaciones especiales, aeronaves no tripuladas, operaciones encubiertas y el
apoyo de grupos armados irregulares como en el caso de ISIS y otras
organizaciones armadas afines a Al Qaeda que han combatido en Libia y lo están
haciendo ahora en Siria e Iraq.
Existe la errónea creencia de que Obama está de regreso en Iraq a
regañadientes, pero la gente olvida que el enfoque intervencionista de Obama
está muy cercano al esposado por Donald Rumsfeld, quien nunca creyó en las
invasiones a gran escala mediante el despliegue masivo de tropas. Él era un
proponente de las guerras relámpagos de bajo costo, para los EE.UU obviamente,
donde únicamente la fuerza aérea y las fuerzas especiales son empleadas en
operaciones relativamente no muy prolongadas. Las estructuras que se dejan o no
son menos importantes.
Obama ha dicho que no aceptará la creación de un califato en ningún lugar
de Siria o Iraq. Sin embargo, el semi califato de Arabia Saudita, de casi un
siglo de antigüedad, nunca ha ofendido a los EE.UU o a sus aliados de
Occidente, quienes realidad colaboraron en su creación, a pesar de que los
fundamentos ideológicos de Arabia Saudita y de ISIS son los mismos. Las
racionalizaciones y justificaciones religiosas de ISIS se basan en los puntos
de vista y prácticas de Mohammed ibn ‘Abdul-Wahab, fundador de Wahhabiyyah, que
constituye la doctrina político-religioso dominante en Arabia Saudita y Qatar.
ISIS no surgió de la nada, espontáneamente, como los círculos de
desinformación occidental pretenden hacerle creer al público, la organización
terrorista de ideología wahabí surgió y
se nutrió de las políticas
intervencionistas de los EE.UU en Siria e Iraq. En Iraq, la ocupación
estadounidense dio lugar al nacimiento de grupos yihadistas donde no existía
ninguno (al igual que la intervención de la OTAN en Libia). En Siria, los EE.UU,
con el fin de deshacerse lo más pronto posible de Assad le permitió a sus
aliados, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, financiar, entrenar y armar a varias
milicias con ideologías que hasta Al Qaeda consideró incluso demasiado
extremistas.
Y aunque Obama diga otra cosa, el califato islámico ya es una realidad, y
aunque es imposible predecir su existencia en el largo plazo, por el momento
está ahí generando el caos, la violencia y los conflictos sectarios que son
parte de la estrategia de los EE.UU de dividir, controlar y dominar a la región
para beneficio propio y de sus aliados, sobre todo Israel, que curiosamente y a
pesar de estar masacrando con total impunidad al pueblo palestino de Gaza, no
está en la mira de las fuerzas
mercenarias de ISIS que si están combatiendo en Siria e Iraq para socorrer a
sus hermanos sunitas que están siendo masacrados por los apostatas chiitas y
alauitas.
En realidad la presencia de ISIS en Iraq, aun si no está bajo el control
directo de los EE.UU, encaja
perfectamente con los planes estratégicos de Washington. El gobierno del primer
ministro Nuri al Maliki se había convertido en un obstáculo para los planes
estadounidenses, de ahí la campaña en su contra para sacarlo del poder, pues se
le ha culpado de ser el causante directo de la crisis. La verdad es que el pecado
de Maliki, aparte de lo sectario que haya sido, fue el no haber accedido a la
presencia de las tropas de ocupación norteamericanas más allá del 2011, nunca
se le perdonó el haberse rehusado a firmar el Status of Forces Agreement que le
habría otorgado inmunidad a las tropas que Washington planeaba dejar estacionadas en Iraq
después del retiro formal de las mismas. Washington quería continuar con la
ocupación pero Maliki se opuso. Eso causó la indignación y el deseo de los
EE.UU por deshacerse de Maliki.
La presencia de las fuerzas islamistas de ISIS, ocupando el 30 por ciento
del territorio iraquí y a tan solo a 50 millas de Bagdad, sin que Obama moviera
un dedo, no era más que una manera de presionar a los políticos iraquíes para
que accedieran a sus demandas por un cambio de régimen que le permitiría la
reocupación de Iraq. Finalmente intimidados los políticos iraquíes accedieron a
las exigencias de Washington y nombraron un nuevo primer ministro en reemplazo
de Maliki. Esta acción ha sido aplaudida por Washington, pues le abre el camino
para coordinar los pasos necesarios para la autorización de la presencia
militar estadounidense en suelo iraquí. Coordinación que ya ha empezado con la
firma, por parte del actual ministro de Defensa de Iraq, de un acuerdo sobre
Seguridad y Cooperación con el Departamento de Defensa de los EE.UU.
Con la salida de Maliki queda en claro que todo este tiempo la estrategia
de Washington estuvo centrada en el cambio de régimen en Iraq, Maliki era un
obstáculo para las pretensiones estadounidenses por ocupar de nuevo militarmente
a Iraq. En realidad Estados Unidos nunca
quiso salir de suelo iraquí, como tampoco ha renunciado a seguir ejerciendo
control sobre el Medio Oriente, pues es una región de enorme interés para los
planes de supervivencia del imperio. Que se diga por parte de Washington que su
intención es preservar la unidad de Iraq, y que el nuevo gobierno producto del
cambio de régimen orquestado por EE.UU ayudará en la reunificación del país, no
pasa de ser pura propaganda ya que la partición de facto de Iraq es una
realidad que difícilmente será revertida. De hecho forma parte del plan del
vicepresidente Joe Biden y es precisamente lo que han buscado muchos en
Washington desde el principio, y es algo que el nuevo primer ministro Haider
al-Abadi no tendrá la capacidad de alterar. Su función se limitara a estampar
su firma y permitir que los EE.UU reabran sus bases, redespliegue sus tropas y
continúe con los quehaceres del imperio.
Así las cosas, amparado en el terror desatado por ISIS, Obama está de
regreso en Iraq, no a regañadientes como se ha querido hacer creer, sino de
acuerdo al enfoque intervencionista que él le ha imprimido a la política
exterior de la Casa Blanca bajo su
presidencia. Esto ha quedado en evidencia en todos aquellos lugares donde los
EE.UU están actualmente involucrados sembrando el caos y la destrucción. Lo de
Libia, Siria, Iraq, Gaza y Ucrania son claros ejemplos del intervencionismo
estadounidense al mejor estilo de Obama.
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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