“Los amos del dinero” (los
mayores accionistas de la Reserva Federal) pueden requerir no sólo la
desestabilización regional, sino también global. En otras palabras -una guerra
mundial. Esta desestabilización conducirá a la destrucción mutua, o al menos
debilitar todos los competidores potenciales de los EE.UU. Washington (o más
bien, la Reserva Federal) requiere un modelo exclusivamente monocéntrico del
mundo. Sin embargo, un modelo de este tipo no puede ser construido sin una gran
guerra. Una guerra mundial ayudaría a resolver muchos de los problemas
económicos de Estados Unidos que amenazan pronto con convertirse en temas
críticos.
LA GUERRA Y EL DÓLAR
Valentin Katasonov
Aunque se han celebrado muchos funerales para el dólar de EE.UU, todavía
sigue vivo. En la víspera del colapso del sistema de divisas de Bretton Woods,
el dólar componía casi el 80% de las reservas de divisas mundiales (en 1970 ascendió
a 77.2%, y en 1972 a 78.6%). Luego, después de la transición al sistema negociado en la Conferencia de 1976 en Jamaica,
ese porcentaje disminuyó gradualmente, alcanzando su nivel más bajo -59.0%- en
1995. A raíz de la globalización financiera, la posición del dólar se
fortaleció de nuevo (alcanzado el 70-71% entre 1999 y 2001), pero entonces un nuevo
descenso se observó en el componente en dólares de las reservas de divisas
mundiales -cayendo por debajo del 61% en 2014. Sin embargo, sigue siendo mayor
que en 1995.
Según el Bank for International Settlements, en abril de 2010, el 84.9% de
las transacciones del mercado mundial de divisas se llevaron a cabo en dólares,
una cifra que para abril de 2013 había aumentado al 87%. A modo de comparación,
el porcentaje de aquellas operaciones realizadas en euros durante ese mismo
período cayeron de 39.1 a 33.4%. La discrepancia entre las posiciones del dólar
en las finanzas mundiales contra las posiciones de Estados Unidos en la
economía global no puede ser pasada por alto. La participación de Estados
Unidos en el PIB mundial es en la actualidad alrededor del 20%. China ya ha
superado a Estados Unidos en términos de PIB (en base a la paridad del poder
adquisitivo de la moneda), pero en el mercado mundial de divisas, sólo el 2.2%
de las transacciones se realizaron en yuanes en abril de 2013. No hay datos
precisos en relación a la cantidad de las reservas mundiales de divisas en
yuanes, pero los expertos estiman que no es superior al 1%.
Estas disparidades son bastante reminiscentes del panorama económico
mundial de finales de siglo XIX y principios del XX. En esos días los líderes
económicos del mundo estaban siendo suplantados. Los Estados Unidos estaban en
primer lugar por el volumen de su producción industrial y agrícola. Alemania se
estaba ubicando en el segundo lugar en algunas categorías. Y Gran Bretaña, que
durante la mayor parte del siglo XIX se había considerado la “fábrica del mundo”,
había comenzado a deslizarse al tercer lugar. Sin embargo, la libra esterlina
se mantuvo como la moneda global, que servía como un fondo de reserva y era utilizada
en los pagos internacionales. A continuación se presenta un desglose de las
reservas mundiales, por moneda, en 1913, en vísperas de la Primera Guerra Mundial
(%): la libra esterlina – 47, el franco francés – 30, el marco alemán – 16, el
dólar estadounidense – 2, otras monedas - 5 (Officer, Lawrence H. Between the
Dollar-Sterling Gold Points: Exchange Rates, Parity, and Market Behavior.
Cambridge: Cambridge University Press, 1996). Como vemos, la participación del
dólar era extremadamente baja. La discrepancia entre el nivel de desarrollo
económico de los EE.UU y las posiciones del dólar en el sistema financiero
global era similar a la discrepancia de hoy entre el desarrollo económico de
China y las posiciones del yuan.
Hace cien años los banqueros mundiales que habían depositado su fe en el
dólar necesitaban una guerra mundial para que el dólar pudiera asumir su lugar
en el sol. Conforme el 1913 se aproximaba a su final, el Congreso de Estados
Unidos, bajo la fuerte presión de los “plutócratas”, votó a favor de la
creación del Sistema de la Reserva Federal, que en 1914 comenzó a imprimir
billetes de dólar como moneda nacional unificada de los EE.UU, y seis meses más
tarde estalló la guerra mundial. La guerra cambió el equilibrio de poder entre
las naciones más poderosas y sus monedas. En 1928, las reservas de divisas del
mundo se distribuyeron de la siguiente manera (%): la libra esterlina – 77,
dólar estadounidense – 21, y el franco francés - 2. (Oficial, Lawrence H.). Eso
significaba que la libra esterlina, a pesar del declive económico de Gran
Bretaña, no sólo conservó la solidez de sus posiciones, sino que en realidad se
hizo aún más robusta. En comparación con 1913, el dólar de Estados Unidos había
aumentado drásticamente su huella y se había mudado con confianza a un segundo
lugar. Otras monedas en competencia habían quedado en el camino. Con el fin de
prevalecer definitivamente sobre la libra esterlina, los maestros de la Reserva
Federal necesitaban planificar y emprender otra guerra mundial, después de la
cual el dólar quedó vinculado al oro y se convirtió, de hecho, en moneda
mundial única.
Técnicamente, la posición del dólar en el mundo es bastante buena en la
actualidad, pero los mayores accionistas del Sistema de la Reserva Federal deben
estar confundidos por la creciente discrepancia entre el PIB de Estados Unidos
y la posición de su dólar. El dólar se está volviendo cada vez más inestable.
Si lo desearan, unos pocos países poderosos podrían coordinar sus esfuerzos,
combinar sus recursos, y comenzar a descargar sus reservas en dólares, y causar
el colapso del dólar. Sin embargo, el poder de los maestros de la Reserva
Federal está en el hecho de que siempre han sabido cómo actuar de forma proactiva.
Y ahora hay muchos indicios de que están tomando medidas prácticas para
proteger al dólar, principalmente con el fin de prepararse para una guerra de
gran envergadura. Los "amos del dinero” (los propietarios de la maquinita
de imprimir billetes de la Reserva Federal) tienen varias razones para desatar esa
guerra.
1) Los propietarios de la impresora necesitan apuntalar la demanda y el
precio de su producto. La fuga voluntaria de Europa hacia los dólares terminó
hace más de 50 años. A nivel mundial, vemos pocos incentivos económicos
racionales para comprarlos. Después de todo, la Reserva Federal está
imprimiendo muchos más dólares de los que están siendo creados por la economía
estadounidense. Y las reservas de oro de Estados Unidos, aunque las más grandes
en el mundo (más de 8.000 toneladas), bastan sólo para respaldar una fracción
de un porcentaje de la oferta de dólares. Eso deja sólo un curso de acción:
Imponer por la fuerza en el mundo los “bienes” producidos por la Reserva
Federal. Hoy en día sólo las fuerzas armadas de Estados Unidos son capaces de respaldar
el dólar, y su función principal es asegurarse de que haya una continua demanda
de estos billetes verdes. El clásico complejo militar-industrial de Estados
Unidos hace mucho tiempo se transformó en un complejo bancario-militar.
Tras el colapso del sistema monetario de Bretton Woods, este fue
reemplazado por el nuevo sistema ideado en la Conferencia de Jamaica. Este es
el sistema del petrodólar, desde que el dólar quedó vinculado al oro negro en
la década de 1970 (cuando el comercio del petróleo comenzó a ser llevado a cabo
exclusivamente en dólares). El petróleo sigue siendo la base del sistema dólar.
Aunque hoy en día EE.UU es casi independiente de las importaciones de petróleo,
controla los países productores de petróleo. Este control tiene por objeto
impedir cualquier movimiento para comerciar el “oro negro” en cualquier otra moneda
distinta al dólar. Para ello, Washington ha tenido que recurrir a la conducción
de operaciones militares en las regiones productoras de petróleo cuando sea
necesario. Principalmente en el Medio Oriente. Muammar Gaddafi fue derrocado y
asesinado brutalmente sólo por ser el primero que cambió de dólares a euros en
sus transacciones de petróleo, planeando posteriormente moverlo al dinar de
oro.
2) Cuando la moneda estadounidense comienza a declinar, EE.UU emplea toda
forma de influencia para fortalecer su dólar debilitado (como las operaciones
para desestabilizar la situación política en diversos rincones del mundo y las
guerras civiles regionales). En este contexto, los EE.UU, a pesar de su
creciente deterioro económico, se está convirtiendo en una “isla de
estabilidad” artificial. Capital de todo el mundo se está precipitando a los
EE.UU, inflando el tipo de cambio de los “billetes verdes”. ¿Por qué los EE.UU necesitan
un dólar fuerte? Eso es fácil de responder.
En primer lugar, esto le da a los Estados Unidos acceso a las importaciones
baratas, que apuntala el consumo interno. Una maquinita impresora de billetes,
junto con una moneda estadounidense sobrevaluada, crea las condiciones
perfectas para un Estado parásito.
En segundo lugar, con la ayuda del alto precio del dólar, EE.UU (o más
bien, los maestros de la Reserva Federal) tiene la oportunidad de comprar barato
los recursos naturales en todo el mundo, además de empresas, bienes raíces y
otros activos. Los maestros de la Reserva Federal necesitarán el sistema del
dólar actual hasta que el resto del mundo caiga bajo su control.
3) “Los amos del dinero” (los mayores accionistas de la Reserva Federal)
pueden requerir no sólo la desestabilización regional, sino también global. En
otras palabras -una guerra mundial. Esta desestabilización conducirá a la
destrucción mutua, o al menos debilitar todos los competidores potenciales de
los EE.UU. Washington (o más bien, la Reserva Federal) requiere un modelo
exclusivamente monocéntrico del mundo. Sin embargo, un modelo de este tipo no
puede ser construido sin una gran guerra. Una guerra mundial ayudaría a
resolver muchos de los problemas económicos de Estados Unidos que amenazan pronto
con convertirse en temas críticos.
Por ejemplo, al cierre de 2013, la deuda pública de Estados Unido con
relación al PIB ascendió a 104.5%. Pero esa cifra es menor en Europa donde han
estado sufriendo una crisis de deuda durante varios años, a finales de 2013 la
deuda en los países de la eurozona era equivalente a 92.6%. El problema de la
deuda externa es un asunto igualmente grave para Washington. En agosto de 2014,
este tipo de deuda era igual al 107% del PIB. Se necesita un porcentaje cada
vez mayor de los ingresos para atender estas deudas. Actualmente, sólo un
pequeño porcentaje del presupuesto de Estados Unidos (alrededor del 7%) se
gasta en pagos de intereses de la deuda pública, pero por supuesto, las tasas
de interés en los EE.UU han sido puramente simbólicas como resultado de su
programa de expansión cuantitativa (QE). A medida que el programa de expansión
cuantitativa es reducido, los costos del servicio de la deuda pública, así como
todos los demás tipos, subirán bruscamente. Cuando eso suceda, los grupos de
poder en los EE.UU es probable que recuerden la historia de hace un siglo. En
vísperas de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos lideraba al mundo en la
producción industrial, pero también tenía enormes deudas externas
(principalmente a Gran Bretaña). La Primera Guerra Mundial cambió radicalmente
esa situación. Los EE.UU se convirtieron en el mayor acreedor internacional
neto. Al mismo tiempo, sus más grandes aliados en la guerra -Gran Bretaña y
Francia- se convirtieron en sus grandes deudores. Al final de la Segunda Guerra
Mundial, los Estados Unidos tenían el 70% de las reservas mundiales de oro (con
excepción de la Unión Soviética). Este fortalecimiento de los EE.UU hizo
posible legitimara la posición del dólar como moneda mundial (después de las
decisiones tomadas en la conferencia internacional en Bretton Woods en 1944).
Si los EE.UU se convirtieran en el único beneficiario de una tercera guerra
mundial, el problema de sus viejas deudas simplemente desaparecerían.
Washington sería entonces capaz de borrar unilateralmente de su balance las
deudas contraídas con otros países, mediante la determinación arbitraria de
cuales países fueron los “culpables” de la guerra. Todas las reclamaciones
financieras realizadas por los países “culpables” contra Estados Unidos serían
canceladas como tales, que es precisamente lo que las naciones de la Entente
hicieron con Alemania en la Conferencia de Paz de París de 1919. Por otra parte,
como el vencedor, los EE.UU estarían en condiciones de exigir reparaciones y
restitución de las partes “culpables”. Así como las naciones de la Entente
hicieron en esa misma conferencia en París en 1919.
La Tercera Guerra Mundial será fundamentalmente diferente a cualquier cosa
que el mundo haya visto jamás. Comenzará sin una proclamación oficial. Y aunque
seguimos sin saberlo hasta ahora, esta guerra es más probable que ya haya
comenzado. En ella se incluirán el uso de mercenarios (contratistas militares
privados), la confianza en el apoyo de una quinta columna dentro de ciertos
países, el uso activo de la tecnología “Maidan”, la participación de los medios
de comunicación controlados por Washington, la proclamación de las sanciones
económicas, etc. Esta guerra no declarada se está librando con el pretexto de
una guerra contra el terrorismo, “islamismo radical”, “la agresión rusa”, violaciones
de los derechos humanos, etc., etc.
En el transcurso de esta no declarada guerra mundial, los amos del dinero (los
accionistas de la Reserva Federal) resolverán todos los problemas que el dólar ha
acumulado. Por ejemplo, bajo el pretexto de combatir el terrorismo y el “dinero
sucio”, los EE.UU podrían llevar a cabo una “reforma monetaria”. La esencia de
eso sería bastante simple. La Reserva Federal emitirá nuevos dólares y se
encargará de que sean cambiados por los antiguos “billetes verdes”. En ese momento
los titulares de los viejos billetes deben presentar evidencia creíble de la
legalidad de su origen. Filtros estrictos podrían instrumentarse para
asegurarse de que la mayoría de los antiguos billetes no pasen
el “examen” y se conviertan en piezas sin valor. De esta manera el
problema del tío Sam de estar agobiado con el peso del “equipaje del dólar”
será eliminado. Pero esta no es la mejor opción para los EE.UU -un robo ad hoc
a todo el mundo podría inducir a otros países a utilizar sus propias monedas
nacionales en las transacciones internacionales, crear monedas regionales, o rechazar
por completo el dólar.
De esta manera, otros métodos económicos también podrían ser utilizados en
esta no declarada tercera guerra mundial. Por ejemplo, a pesar de que el
planeta está inundado de “billetes verdes”, el poder adquisitivo del dólar en
los mercados de productos básicos es bastante alto. Ninguna amenaza de
hiperinflación se cierne en el horizonte. Es todo muy simple. La mayor parte de
lo que es impreso por la impresora de billetes entra en los mercados
financieros. Sin embargo, hay 101 maneras de reducir el tamaño o incluso
completamente eliminar esos mismos mercados financieros. Entonces todos los “billetes
verdes” inundarán los mercados de materias primas. Veremos una hiperinflación
comparable a la experimentada por la República de Weimar a principios del 1920.
A lo sumo, el dólar conservaría sólo el 1% de su poder adquisitivo actual. ¿Un
desastre? Depende de cómo se mire. Es cierto que en este caso los titulares de
miles de millones de dólares en todo el mundo se encontrarían en posesión de nada
más que papel de desecho. Sólo China tiene reservas de oro que ya sobrepasan
los $ 4000 mil millones, y los “billetes verdes” equivalen al menos a un tercio
de eso. Posteriormente Estados Unidos llevaría a cabo una reforma monetaria e introduciría
un nuevo dólar oficial. Hace unos cinco años se habló mucho de la posibilidad
de llevar a cabo tal “reforma monetaria”, y una moneda de curso legal llamado “amero”
fue programada para convertirse en el nuevo dólar. Esto fue propuesto para ser
la moneda unificada de tres países -los EE.UU, Canadá y México. La opción de
reemplazar al dólar con el “amero” todavía podría ser revivida, pero Washington
tendría que usar la fuerza bruta para imponerla.
En cualquier caso, no hay razón para esperar que la inestabilidad global
amaine. Esta inestabilidad es un signo de la debilidad del dólar y de la agonía
de quienes están en poder de la impresora de billetes de la Reserva Federal.
Pero como un animal herido, lucharán hasta el final. Aunque en conversaciones
recientes se ha estado afirmando que Washington está difundiendo el “caos controlado”
en todo el mundo, ahora podemos ver que ese caos se está saliendo fuera de control.
Sin embargo, incluso las primeras dos guerras mundiales no terminaron en la
forma en que los banqueros, que las iniciaron, habían planeado.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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