El reto que tiene frente a
si el movimiento de protesta para sanear y rescatar a Guatemala es enorme y
complejo, pues no se trata simplemente de lidiar con una simple banda de
criminales. Se trata en esencia de desmantelar toda la estructura criminal
mafiosa que ha convertido al Estado en su centro de operaciones, y en ese
esfuerzo se requerirá de mucha organización, determinación, constancia y
entrega, pero sobre todo, se necesitará de una visión clara que apunte hasta
donde se quiere llegar, si se trata únicamente de eliminar a las ratas, o a
toda su compleja red que ha roído todos los cimientos de la sociedad y el
Estado.
RESCATAR A GUATEMALA EL GRAN
RETO
DEL MOVIMIENTO DE PROTESTA
Realmente ha sido gratificante presenciar la multitud de ciudadanos
guatemaltecos concentrados frente al Palacio Nacional, monumento que por
generaciones ha simbolizado en la mente de la ciudadanía lo inicuo de la clase
gobernante, para expresar de manera espontánea su repudio y exigir la renuncia
del binomio presidencial ante el escándalo de corrupción que estremece al
gobierno y en el que ambos Pérez Molina y Roxana Baldetti estarían implicados
hasta las narices. Dado el grado de conformismo, de apatía y cinismo que ha
caracterizado en los últimos tiempos a grandes segmentos de una población cada
día más despolitizada, viendo y dejando pasar todo sin inmutarse en lo más
mínimo, su acto de presencia en estos momentos de aguda crisis nacional, no
deja de ser alentador.
Ahora bien, hasta qué punto este tipo de movilización ciudadana y las que
se sucedan serán por si solas efectivas en transformarse en un gran movimiento
que estremezca peligrosamente las estructuras que sostienen al Estado criminal,
resulta muy difícil de predecir, ya que la remoción del poder corrupto
profundamente enquistado en todas las instituciones del Estado y la sociedad en
general, a menos que surja de la unanimidad mayoritaria de una población
debidamente organizada y concientizada sobre la urgencia y la aceptación de la inevitabilidad de un cambio radical,
será casi un imposible con protestas aquí y allá en un país con un orden de
cosas perfectamente creado desde la oscuridad para que impere la ilegalidad
como forma de gobierno.
Toda esta situación de abierta criminalidad que contamina todos los
intersticios de las instituciones del Estado no es algo nuevo ni obra del azar.
Es la lógica conclusión de un plan que arranca durante el largo conflicto
armado que desangró a Guatemala y que se consolida con el enseñoramiento de los
militares y los sectores oligárquicos triunfantes tras la firma de los Acuerdos
de Paz que significaron, por otra parte, la derrota de todas las fuerzas
revolucionarias que en vano lucharon por la trasformación de Guatemala. De ahí
en adelante y hasta el presente, han sido las fuerzas más reaccionarias,
militares y oligarquía, quienes tras la fachada de gobiernos democráticos han
ejercido incontestable e ininterrumpidamente el poder.
En virtud de ese hecho, el reto que tiene frente a si el movimiento de
protesta para sanear y rescatar a Guatemala es enorme y complejo, pues no se
trata simplemente de lidiar con una simple banda de criminales. Se trata en
esencia de desmantelar toda la estructura criminal mafiosa que ha convertido al
Estado en su centro de operaciones, y en ese esfuerzo se requerirá de mucha
organización, determinación, constancia y entrega, pero sobre todo, se necesitará
de una visión clara que apunte hasta donde se quiere llegar, si se trata
únicamente de eliminar a las ratas, o a toda su compleja red que ha roído todos
los cimientos de la sociedad y el Estado. También es muy importante tener en
cuenta que se va a luchar contra una estructura mafiosa de larga data, que
cuenta con todo el poder y los medios indispensables (las cortes y un enorme
aparato de fuerzas represivas que incluye al ejército, las fuerzas policiales,
maras, bandas armadas de narcotraficantes y las fuerzas de seguridad privadas)
para mantenerse a flote y desafiar cualquier intento que atente contra su
supervivencia. El caso de la anulación de la sentencia por genocidio a Ríos
Montt, y la lenidad mostrada por una alta magistrada en el caso de la Línea,
son hechos que muestran el poder real y el nivel de impunidad con el que cuenta
la estructura mafiosa que se ha entronizado en el Estado guatemalteco.
Tampoco se debe de pasar por alto, aunque no sea explicito, el apoyo que
desde el exterior recibe este tipo de régimen fundamentado en la ilegalidad como
el existente en Guatemala. Estamos hablando en este caso del apoyo que el gobierno
de Estados Unidos le brinda al régimen de Pérez Molina. Y, aunque los
estadounidenses públicamente manifiesten su posición de rechazo a la corrupción
y las violaciones a los derechos humanos, especialmente en aquellos países
considerados como desobedientes a sus dictados, en la práctica y muy a su
manera (política del doble rasero) y por cuestiones que tienen que ver con sus
propios intereses hegemónicos, mantiene relaciones muy estrechas con regímenes
que precisamente se distinguen por poner en práctica esos valores antidemocráticos.
Llama poderosamente la atención que el gobierno de Obama, hasta acá, no se
haya pronunciado públicamente sobre la crisis política que acecha al gobierno
de su lacayo Otto Pérez Molina, lo que contrasta , por ejemplo, con su postura
amenazante hacia Venezuela envuelta en una crisis en buena parte orquestada por
los EE.UU. Para Estados Unidos y sus planes de dominación en Latinoamérica, el
régimen de Pérez Molina, aun con todo el lodo de corrupción que lo embarra, es
un componente muy importante en su estrategia regional diseñada para socavar la
unidad latinoamericana y reafirmar su dominio y control sobre una región que ha
estado luchando por romper las ataduras del dominio imperialista
estadounidense.
Los antecedentes de Pérez Molina como un militar con amplia experiencia en
contrainsurgencia y su participación como un activo de la CIA, lo convierten en
una pieza muy útil para los Estados Unidos y sus planes de continua
militarización de Centroamérica, que tiene como objetivo principal reprimir,
bajo el pretexto de la guerra contra las drogas, los movimientos sociales que
luchan contra las inhumanas y explotadoras políticas neoliberales que han sido
implementadas en la región en beneficio del gran capital corporativo gringo que
busca inversiones seguras en territorios
libres de revoltosos. Este aspecto de la relaciones entre Estados Unidos
y Guatemala, es el que a nuestro juicio, representara el mayor obstáculo para el
movimiento de protesta y su principal objetivo; sacar del poder, por medio de
la movilización pacífica, al régimen de Pérez Molina y Baldetti Elías.
Según evolucione la crisis política y el movimiento de protesta gane mayor tracción
aumentando el rechazo y la presión al régimen de parte de la población
descontenta, así mismo se harán patentes los planes que seguramente Estados
Unidos tenga preparados para solucionar la crisis de gobernabilidad que afecta
a Guatemala. Tomando en cuenta lo anterior, será necesario que el movimiento de
protesta este muy atento de estos planes y ponga un mayor énfasis en una mayor organización,
y tome en cuenta la necesidad de la
dirección y conducción políticas, sin las cuales lo más probable es que el
movimiento termine diluyéndose,
repitiendo las experiencias pasadas de otros países en que estos movimientos
espontáneos, dadas las maniobras políticas puestas en práctica por personas y
organizaciones ligadas a los intereses de los EE.UU, han terminado en la nada. El
caso de Egipto es muy aleccionador en este sentido, como también lo debe ser el
movimiento Ocupar Wall Street en los propios EE.UU, que a pesar de ser de
carácter pacífico terminó siendo reprimido brutalmente, aun y cuando, nunca
representó una amenaza que desafiara la permanencia del orden establecido.
Debe de entenderse que Estados Unidos no es un actor pasivo en este tipo de
crisis políticas, especialmente cuando se dan en su patio trasero inmediato. De
esta cuenta no se descarta que entre sus planes inmediatos este el recurso del
golpe militar como opción para salirle al paso a la crisis política que amenaza
con desbordarse y producir resultados no deseados para los intereses
norteamericanos. La posibilidad real de un golpe militar constituye un elemento
perturbador que puede repercutir negativamente en la viabilidad del movimiento
de masas nacional guatemalteco que podría verse abruptamente coartado.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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