domingo, 7 de junio de 2015

Guatemala: El sacrificio de Francisco Palomo ¿a quién beneficia o a quién perjudica?

Uno tiene que ver y preguntarse en una coyuntura política tan convulsa como la de Guatemala ¿a quién favorece un crimen contra un abogado caracterizado por sus identificaciones con el poder político y económico oligárquico?


EL SACRIFICIO DE FRANCISCO PALOMO
¿A QUIÉN BENEFICIA O A QUIÉN PERJUDICA?

Francisco Palomo al lado del dictador genocida, Ríos Montt

Por Luciano Castro Barillas

En un clima político tan enrarecido, revuelto, conspirativo y carente de ética, tal como lo hacen las diferentes prácticas políticas del diapasón de las mal disimuladas expresiones de  las derechas guatemaltecas,  caracterizadas  por la sarta de falsedades y mentiras sintetizadas en sus programas políticos (fotocopiados la mayoría y solo cambiándoles de fuente);  se tiene que tener mucho cuidado con las interpretaciones de la realidad nacional, con esas lecturas tecnocráticas politológicas que huyen, con frecuencia, de las definiciones de clase, en aras de una fementida imparcialidad. Uno tiene que ver y preguntarse en una coyuntura política tan convulsa como la de Guatemala ¿a quién favorece un crimen contra un abogado caracterizado por sus identificaciones con el poder político y económico oligárquico?

Creo, sin lugar a dudas, que a la derecha. Porque crímenes cometidos contra los intocables del sistema infunde temor entre los ciudadanos que apenas hace menos de 60 días rompieron tres décadas de cultura del silencio y la circunspección. Perjudica crímenes de este tipo la espontaneidad de la movilización social porque  la gran mayoría de personas son ciudadanos abocados a la paz, indignados sí en grado sumo por el atropello que durante muchos años ha sufrido la vida económica, política, social y cultural de la nación guatemalteca. Son personas que están dando mucho en el esfuerzo de movilización, protesta y pronunciamientos; pero tampoco están dispuestos a perder todo, llegar al sacrificio en aras de los ideales y los sueños por un país mejor. De allí que la carencia de una identificación de clase militante no puede permitirles avanzar hacia objetivos más profundos en la constitución de un cambio estructural, por otra vía que no sea la lucha pacífica y legal. Corresponde esta posición a su ubicación de clase. Pero es, sin lugar a dudas, una posición progresista digna de respetarse y tomar en cuenta. Allí está, por ejemplo, la posición de la Iglesia: decidida y franca, pero nunca dispuesta a dar un paso más en la radicalización del proceso.

Y cuando hablo de radicalización no hablo de la expresión violenta de la lucha de clases, sino de arriesgar sus comodidades, sus posicionamientos laborales, su vida en familia, etc. Hasta ese punto no llega su disposición, con todos los amables sentimientos y buenas personas que pudieran ser. Entonces, para este tipo de mentalidad, propia de una capa no fundamental de la sociedad, funciona a la perfección la crueldad de un crimen, de la muerte violenta y siempre reprochable de cualquier ser humano. Nadie en Guatemala quiere saber de guerras, pero nadie también quiere seguir sufriendo la corrupción y la pobreza, engendradoras geniales de la ingobernabilidad. Pero en esta lucha no solo cuentan las capas medias, las clases no fundamentales; cuenta y mucho más la gran mayoría depauperada y hambrienta del área rural, los millones de ciudadanos del interior del país, que ante la carencia de todo, poco tienen que perder.

La muerte del señor Francisco Palomo beneficia al imperialismo, a la oligarquía y al ejército que pretenden arrinconar a la lucha popular exclusivamente al ámbito jurídico. Sacar la inconformidad de las calles y llevarla la discusión tecnocrática, para diluirla allí, en una maraña de formalismos jurídicos y sociológicos. Todo movimiento social, popular; al menos en Guatemala se ha perdido en las mesas de diálogo. Las pocas conquistas del pueblo de Guatemala, de su clase trabajadora organizada se le han arrancado a los oligarcas en la lucha callejera. No ha podido ser de otro modo y la historia lo ha demostrado. Entonces ¿qué hacer? Impulsar, creo, las dos tácticas de lucha: integración de instancias con personas progresistas para elevar propuestas serias y consistentes y articular una y otra vez la lucha popular en las calles de ciudades y pueblos. No hay otro camino. Solo de ese modo podremos construir lo que una vez quiso Jacobo Arbenz Guzmán: un capitalismo moderno, no neoliberal, que sea capaz por lo menos de arrancarnos de la miseria extrema en que están sumidas las grandes mayorías de ciudadanos. A partir de allí podemos avanzar, profundizar los procesos, porque sin perder el horizonte histórico de edificar una patria socialista, por el momento nos conformamos con un capitalismo menos brutal del que nos toca vivir en la actualidad.

Por ello repito, la muerte trágica del señor Francisco Palomo podría ser una sofisticada elucubración del maquiavelismo de la derecha guatemalteca para inhibir la lucha social y dejar las cosas nuevamente en su mismo lugar, para después volver a caminar sobre lo mismo. ¿A quién se perjudica? Es perogrullada decirlo, pero al que se perjudica es al pueblo de Guatemala. El terror quiere ahora llegar por esa vía: no matando a los dirigentes populares sino matando a miembros conspicuos de la clase burguesa, enviándoles todavía un mensaje moderado y codificado de lo que les puede pasar. Así es la política nacional, altamente perversa; no de refinamiento intelectual.






Publicado por La Cuna del Sol 
USA.

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