Es obvio que Obama a menos
de dos años de dejar la presidencia quiere sumar todos los éxitos posibles en
materia de política exterior, y de esa cuenta no está dispuesto a permitir que
la intransigencia, la torpeza y la prepotencia de una clase política demencialmente
corrupta como la guatemalteca, se interponga en el camino de su plan Alianza
para la Prosperidad, que más que propugnar la democratización, es un diseño
político, económico y militar con el que
se busca afianzar la hegemonía estadounidense en su patio trasero de Centro
América.
ESTADOS UNIDOS A TODA
MARCHA EN GUATEMALA
La
Cuna del Sol
La visita de una comitiva de funcionarios de alto nivel del gobierno
estadounidense a Guatemala, entre
quienes destaca la presencia del experimentado asesor del Departamento
de Estado, Thomas Shannon, es una indicación de la preocupación existente en la
Casa Blanca sobre la grave situación política que se vive en Guatemala a raíz
de los escándalos de corrupción oficial y las masivas protestas ciudadanas que
exigen el fin de la corrupción sistémica y de la impunidad de la clase
gobernante. Estos acontecimientos han
dejado al gobierno y a todo el sistema político delincuencial sumido en una
severa crisis de credibilidad y legitimidad que amenazan, no solo su
permanencia y continuidad, sino que además, los intereses de los EE.UU en
momentos que el plan Alianza para la Prosperidad de Centro América que
desembolsaría $1,000 millones en ayuda, se apresta a ser discutido en el
Congreso para su aprobación este verano.
Para el gobierno de Obama la implementación de este programa que nace como
respuesta a la crisis de los niños migrantes centroamericanos del año pasado,
es de suma importancia. Sobre todo en las actuales circunstancias cuando
Estados Unidos busca reafirmar su hegemonía en lo que podría considerarse en
términos geopolíticos, su esfera de influencia natural. Pero para ello, primero
necesita convencer al Congreso sobre la factibilidad de su plan en una región
devastada por la violencia, el narcotráfico y la corrupción que la ponen ante
los ojos de muchos congresistas que cuestionan sus iniciativa, como una región
de Estados Fallidos en donde, según un senador demócrata, se han gastado miles
de millones de dólares en las últimas décadas y solo se ha visto un deterioro de
las condiciones en Honduras, Guatemala y El Salvador.
Es precisamente el deterioro de las condiciones en Guatemala y Honduras,
que junto a El Salvador forman el llamado Triángulo Norte, lo que ha motivado
al gobierno de Obama a despachar a sus emisarios del Departamento de Estado,
Justicia, Seguridad Interna y USAID para intervenir, aunque Thomas Shannon no
lo admita, en las crisis políticas de esas naciones a fin de evitar un mayor
deterioro del orden político que pondría en riesgo la aplicación de su agenda
para la región centroamericana.
En el caso específico de Guatemala, donde los niveles de corrupción en el gobierno,
el descaro y la prepotencia de la clase política que persiste en desoír el
clamor popular, la situación ha llegado a niveles intolerables y esto tiene de
muy mal humor al gobierno de Obama que sin mayor pérdida de tiempo ha decidido
poner las cosas en orden, efectivamente tomando el control de la situación
antes de que su proyecto hegemónico en su patio trasero, el cual el
vicepresidente Joe Biden ha denominado “la próxima gran historia de éxito en el
Hemisferio Occidental”, y que estaría modelado en el Plan Colombia, sea
estropeado. En este sentido, cabe destacar el papel protagónico que ha venido
desempeñando en Guatemala el embajador estadounidense Todd Robinson, apoyando
las reformas políticas planteadas por sectores de ciudadanos organizados.
De acuerdo a un artículo en la revista especializada en asuntos de política
exterior, World Affairs,
que trata sobre la crisis de legitimidad
en Guatemala y como esta puede condenar al fracaso el paquete de ayuda de
Obama, El Salvador y Honduras enfrentan muchos de los mismos problemas que
Guatemala, pero no pueden ser tratados de manera aislada. La seguridad y los
lazos económicos y sociales que unen a estos tres países obligan al Triángulo Norte a ascender o caer
como uno solo. Señala, que cualquier esfuerzo por aislar a Guatemala o dejarla
fuera del paquete de ayuda arruinará todo el esfuerzo.
Como se puede apreciar, Guatemala es la clave para la implementación del
plan de Obama, por lo tanto buscarle una solución a la crisis de legitimidad que
en la actualidad afecta al sistema político guatemalteco, es de vital
importancia para lograr vencer la resistencia en el Congreso, donde las dudas
sobre la viabilidad del plan se han incrementado entre sus críticos a raíz de
los recientes eventos en Guatemala. Los detractores del plan consideran que la
violencia crónica y la crisis de legitimidad hacen que la ayuda internacional
sea imposible.
En la parte final el artículo de World Affairs destaca, que el Plan
Colombia, que Biden propuso en el New York Times como el modelo para el Triángulo
Norte, contó con la “voluntad política” como clave para el éxito de ese
esfuerzo de 9,000 millones de dólares. Sin embargo, agrega, en Guatemala donde
decenas de miles de personas se han manifestado en las calles y donde la fe en
el gobierno se ha erosionado
dramáticamente, no existe tal voluntad política. Enviar grandes cantidades
de dólares en ayuda a un pantano de corrupción sería un flaco favor a los
estadounidenses y guatemaltecos por igual. Sólo después de nuevas elecciones y
un nuevo gobierno puede Guatemala infundir la confianza necesaria en los que
tienen un deseo genuino de ayudar, concluye.
En resumidas cuentas, la llegada de la comitiva de alto nivel de la Casa
Blanca y los sucesos que han tenido lugar posteriormente, donde sobresalen el
destape de la red de corrupción en la Secretaria General de la Presidencia y
las acusaciones hechas públicas por la CICIG contra el candidato a
vicepresidente del partido político LIDER, apuntan a que el gobierno de Obama a
través de sus mecanismos de poder está interviniendo a toda marcha en Guatemala
con el fin de restaurar la legitimidad e imponer sobre la clase gobernante la
voluntad política necesaria para lograr que los escépticos en Washington
aprueben su plan que, junto con Cuba e Irán, se sumaría a otro de los éxitos de
su cuestionada política exterior.
Es obvio que Obama a menos de dos años de dejar la presidencia quiere sumar
todos los éxitos posibles en materia de política exterior, y de esa cuenta no
está dispuesto a permitir que la intransigencia, la torpeza y la prepotencia de
una clase política demencialmente corrupta como la guatemalteca, se interponga
en su camino. El plan Alianza para la Prosperidad que más que propugnar la democratización,
es un diseño político, económico y
militar con el que se busca afianzar la hegemonía estadounidense en su patio trasero
de Centro América. Es en realidad, en palabras de Greg Grandin, la siguiente
fase en el “corredor de seguridad” que los Estados Unidos está construyendo a
todo lo largo de Colombia, Centro América y México. Una maquina perfecta de
guerra perpetua.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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