jueves, 3 de diciembre de 2015

Los ataques terroristas en París y el futbol

Si en nombre de futbol se llama a la solidaridad con los franceses, ¿qué entonces es lo que impide manifestar los mismos sentimientos solidarios con otros pueblos víctimas de las mismas atrocidades? ¿Acaso unas vidas son más importantes que otras o, los grados de sufrimiento y dolor son diferentes? 


LOS ATAQUES TERRORISTAS EN PARÍS Y EL FUTBOL



El estruendo de las explosiones en la afueras del Estade de France, retumbaron en el interior del estadio donde las selecciones nacionales de Francia y Alemania jugaban un partido amistoso de futbol que tenía como principal espectador al presidente francés Francois Hollande, que  según algunas especulaciones habría sido uno de los principales objetivos de los atentados terroristas del sábado 13 de noviembre. Nadie en ese momento dentro del estadio, incluyendo al propio Hollande, pareció percatarse del motivo de las explosiones hasta después de concluido el amistoso y una sensación de estupor y pánico se fue apoderando de los espectadores a quienes por motivos de seguridad se les impidió la salida. Estas imágenes fueron difundidas al mundo a través de la televisión, entre ellas aquellas cadenas televisivas dedicadas casi en exclusividad a la transmisión de programas de futbol en español las 24 horas del día.

La cobertura mediática que suscitaron los atentados fue inmediata como apabullante, todos los medios televisivos sincronizadamente le daban cobertura a la tragedia. Las transmisiones futboleras que tenían lugar en ese instante fueron suspendidas para dar paso a la difusión de la noticia con reporteros directamente desde París. Los comentaristas deportivos especializados en el futbol en las filiales en español de ESPN Sports y Fox Sports, se olvidaron por un momento del tema que les quita el sueño para dedicarse a comentar y emitir, como especialistas, condenas sobre el terrorismo, algunos hasta se aventuraron a atribuir, antes de tiempo, la autoría de los atentados a terroristas ligados al ISIS.

Llama poderosamente la atención, el deliberado enfoque que los grandes consorcios televisivos estadounidenses que transmiten futbol le han dedicado a los atentados de París, como si en realidad fueran estos los únicos merecedores de sus muestras de solidaridad y repudio. No existe en esta actitud acaso una muestra de la política del doble racero que por lo general utiliza occidente para agrandar o minimizar -de acuerdo a sus intereses- actos de igual naturaleza, como el terrorismo, y que merecen el mismo grado de condena, sin importar si se cometen en Beirut, Palestina, Paris o Boston. Si en nombre de futbol se llama a la solidaridad con los franceses, ¿qué entonces es lo que impide manifestar los mismos sentimientos solidarios con otros pueblos víctimas de las mismas atrocidades? ¿Acaso unas vidas son más importantes que otras o, los grados de sufrimiento y dolor son diferentes? 

Posterior a los atentados y durante las transmisiones televisivas de los encuentros de futbol, fue común observar como en los diferentes estadios del mundo se rendían minutos de silencio en honor a las víctimas de París y se entonaba la Marsellesa. Todo esto contrastaba enormemente con la atención y el trato dado a similares acciones terroristas ocurridas recientemente en otras latitudes y que también han cobrado decenas de vidas inocentes. Ni Siria desangrada, ni el Irak destruido, ni la Libia en ruinas y caos total a causa del terrorismo liberalizador de occidente y sus “combatientes por la libertad”, ni los palestinos que a diario sufren el terrorismo de la ocupación y no pueden jugar al futbol, ni los estudiantes de Ayotzinapa víctimas del terrorismo de Estado, han sido eventos que de acuerdo a la lógica de los grandes intereses que se han apropiado del futbol, son lo suficientemente extraordinarios como para merecer la atención y el apoyo masivo del más universal de los deportes, como se vio en el caso de Francia, donde las rutilantes estrellas del futbol mundial aparecen recitando el obligado “je suis France”.

Pero la falsedad, la hipocresía, la doble moral de todo ese despliegue de solidaridad y rechazo a la plaga del terrorismo quedó al desnudo apenas una semana después con motivo de la realización del clásico del futbol mundial en España. En esa ocasión y bajo medidas de seguridad sin precedentes se enfrentaban los dos equipos de futbol con las mayores audiencias a nivel mundial, el Barcelona F.C y el mítico Real Madrid. Fue oportuno como revelador, el hecho que uno de esos equipos es patrocinado por uno de los Estados considerado como una de las mayores fuentes de apoyo al terrorismo islámico. El pequeño principado petrolero de Qatar, cuyo nombre lo exhibe como logo la camiseta oficial del Barcelona, es entre otros, uno de los mayores promotores del terrorismo que desangra el Medio Oriente, donde  de paso se han curtido en el arte del terror los yihadistas europeos que ahora están sembrando el pánico en ciudades como París.

Sin embargo, a nadie dentro del mundo del futbol se le ocurrió o no tuvo la suficiente estatura moral para denunciar esta gran contradicción, este atroz doble juego, pues mientras el gran espectáculo mundial, del que se dice el más bello de los deportes, se utilizaba como plataforma en la lucha por derrotar al terrorismo, al mismo tiempo, por ignorancia pura o fingida, al monstro se le dejaba pasar desapercibido en cada gol que la multitud celebraba con frenesí inusitado. Todo esto no hace más que confirmar que la narrativa construida alrededor del combate al terrorismo, no es más que una invención, una falsedad diseñada para agredir y recolonizar pueblos enteros con el pretexto de protegerlos y salvaguardar los valores de la gran civilización occidental, contando para ello con el consentimiento de un público cada vez más amedrentado por la incesante propaganda desinformativa que oculta la verdad sobre el terrorismo y quienes se benefician de su existencia.   


Al futbol no se le puede achacar el que sea utilizado para fines ajenos a su esencia deportiva, es decir como una actividad sana, eminentemente recreacional  practicada y disfrutada en todos los rincones del planeta. Desafortunadamente en un mundo donde el sistema económico dominante todo lo transforma en mercancía de consumo, el futbol no ha podido escapar a esa terrible realidad y en virtud de su popularidad lo han convertido en uno de los mecanismos preferidos de control de las masas, de la estupidización colectiva que resulta perfecta para la difusión y aceptación ciega del discurso dominante en boga que las elites que gobiernan el mundo quieren hacer prevalecer, como en el caso del terrorismo en Paris y el salto contra la FIFA que más que una cruzada anticorrupción, es una descarda intervención imperialista contra ese organismo con fines claramente políticos: despojar a Rusia del Mundial de futbol 2018, y no a Qatar como se quiere hacer creer.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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