lunes, 25 de abril de 2016

Tiempos difíciles para Latinoamérica

Es innegable que Latinoamérica, sus procesos democráticos, se encuentra atravesando una etapa caótica como crucial que está repercutiendo negativamente en sus posibilidades de sobrevivir y consolidarse como una alternativa real en lo político, económico y social, al proceso en ciernes de total derechización y sumisión al esquema de dominación hegemónico- depredador-capitalista que los EE.UU como principal instigador y las fuerzas reaccionarias locales están determinados a imponer en toda la región


TIEMPOS DIFÍCILES 
PARA LATINOAMÉRICA



Desde Venezuela, pasando por Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia, la derecha está al ataque en América Latina, buscando con sus recientes victorias recuperar el terreno perdido. Las dificultades tanto externas como internas que enfrentan los diferentes gobiernos de corte progresista en la región, presentan un escenario por demás favorable para el retorno de las fuerzas ultra-reaccionarias apadrinadas por los EE.UU con la misión de revertir, por medio del restablecimiento de las políticas pro-imperialistas y pro-oligarquicas y el sometimiento a Washington, lo logrado hasta ahora en el campo de las reformas sociales y políticas que han significado un cambio sustancial a lo que se acostumbraba en épocas anteriores, cuando toda la región era prácticamente exclusividad del dominio norteamericano en todos los órdenes. Esto no quiere decir que la región se haya sustraído por completo a la hegemonía de Washington, pues mientras que algunos países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil y Nicaragua se han dado importantes avances en este sentido, en los restantes países el dominio estadounidense ha permanecido inalterable, incluso se podría decir que ha habido un retroceso en países como Paraguay, Chile, Uruguay y Honduras que en algún momento parecían dar muestras de buscar alterar sus relaciones de dependencia con relación a las políticas de Washington.

Hoy en día la mayoría de los países que optaron por seguir un rumbo diferente al históricamente, de sumisión, trazado por el imperialismo norteamericano, enfrentan un panorama político muy crítico que amenaza seriamente la supervivencia de sus democracias establecidas con el apoyo de grandes sectores populares que a través del voto limpio y democrático decidieron poner sus esperanzas en gobiernos y líderes que en la mayoría de los casos cumplieron con sus promesas de mejorar sus condiciones de vida, revirtiendo décadas de padecimientos y desaliento que fueron la nota característica de esos aciagos años en que el neoliberalismo se enseñoreaba por todas partes, arrasando a su paso con todas aquellas conquistas sociales logradas en épocas pasadas, al tiempo que convertía a la región en una zona libre para el saqueo de sus recursos naturales y la explotación de la clase trabajadora por parte de los grandes capitales transnacionales en contubernio con las explotadoras oligarquías locales que contaban para ello con la protección de gobiernos corruptos y entreguistas que siempre pusieron sus intereses por encima de las necesidades de las mayorías. 

Las dificultades que actualmente enfrentan los gobiernos progresistas latinoamericanos, no son nada nuevo, ya que desde sus inicios estos procesos democráticos han sido el blanco de las maniobras desestabilizadoras en su contra, como lo demuestran los cambios de régimen en Honduras y Paraguay, y los incesantes ataques y amenazas contra Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia por parte de las fuerzas reaccionarias externas e internas. De lo que se trata ahora es del arreciamiento de esas políticas desestabilizadoras apuntaladas desde el exterior, principalmente los EE.UU, y llevadas a cabo por sus testaferros particulares y las fuerzas agrupadas en los grupos de oposición de la derecha reaccionaria que han recibido todo el apoyo necesario para cumplir con su meta de la toma del poder, legal o ilegalmente. En todo esto han jugado un papel preponderante los medios de comunicación masivos, todos pro-imperialistas, quienes a través de las enormes campañas de desinformación y manipulación han contribuido a generar el descontento entre sectores de la población que han llegado a creer la narrativa pro-imperialista, de que todos los problemas que ahora padecen son producto exclusivo del fracaso de las políticas económicas y sociales implementadas por gobiernos socialistas autoritarios, violadores de los derechos humanos y corruptos, tal y como se propaga por esos medios, quienes al mismo tiempo se dan a la tarea de refutar como descabelladas y no acordes con la realidad, las explicaciones sobre los orígenes de la problemática que dan los gobiernos y que contradice la versión manipulada que se intenta hacer calar en la colectividad como verdad.

Esto no quiere decir que se deba eximir de culpabilidad a la dirigencia progresista latinoamericana que ha cometido una serie de desaciertos políticos y económicos que eventualmente han contribuido al agravamiento de los problemas que ahora les asedian. La falta de un compromiso genuino y honesto de muchos miembros de la clase dirigente con los principios de la agenda reformista, pero sobre todo, la creencia de que a través del dialogo con la oposición política reaccionaria y la búsqueda de concesiones de la burguesía dueña de los medios de producción, se puede profundizar en las reformas económicas y sociales hasta alcanzar cierta forma de Estado de bienestar social, ha resultado ser una ingenuidad política producto de la inconsistencia ideológica y de lo que la historia ha demostrado una y otra vez; que la clase que tradicionalmente ha ostentando el poder político y económico nunca, por buena voluntad o bondad, se despojará ella misma de sus privilegios. Por otra parte la dependencia en el boom de las materias primas (commodities), apuntalado por el enorme crecimiento económico de China ahora en plena desaceleración, como política económica de desarrollo y el descuido en el desarrollo de las fuerzas productivas internas han retrasado el avance de los procesos políticos que se intentan como alternativa al modelo mafioso-depredador-capitalista, mismo que ahora está de vuelta mostrando sus horribles colmillos, como lo ejemplifican Argentina, Venezuela y Brasil.


Es innegable que Latinoamérica, sus procesos democráticos, se encuentra atravesando una etapa caótica como crucial que está repercutiendo negativamente en sus posibilidades de sobrevivir y consolidarse como una alternativa real en lo político, económico y social, al proceso en ciernes de total derechización y sumisión al esquema de dominación hegemónico- depredador-capitalista que los EE.UU como principal instigador y las fuerzas reaccionarias locales están determinados a imponer en toda la región. Aunque los EE.UU se encuentran inmersos en un proceso de decadencia a nivel global, enfrentado a muerte  en varios escenarios a China y Rusia, eso no le impide embarcarse en una misión de reconquista de su patio trasero latinoamericano como lo ha venido haciendo desde los golpes en Honduras y Paraguay, la reciente caída de Argentina, el colapso que se avizora en Brasil y el interminable asedio de Venezuela que desembocaría en el fin de la Revolución Bolivariana. A lo anterior habría que sumarle a Cuba, que a la larga y con todo lo que representa, podría constituirse en el premio mayor de la renovada estrategia (la reafirmación de la Doctrina Monroe) estadounidense de dominación exclusiva y absoluta de toda América Latina.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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