Es innegable que
Latinoamérica, sus procesos democráticos, se encuentra atravesando una etapa
caótica como crucial que está repercutiendo negativamente en sus posibilidades
de sobrevivir y consolidarse como una alternativa real en lo político,
económico y social, al proceso en ciernes de total derechización y sumisión al
esquema de dominación hegemónico- depredador-capitalista que los EE.UU como
principal instigador y las fuerzas reaccionarias locales están determinados a
imponer en toda la región
TIEMPOS DIFÍCILES
PARA
LATINOAMÉRICA
Desde Venezuela, pasando por Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia, la derecha
está al ataque en América Latina, buscando con sus recientes victorias
recuperar el terreno perdido. Las dificultades tanto externas como internas que
enfrentan los diferentes gobiernos de corte progresista en la región, presentan
un escenario por demás favorable para el retorno de las fuerzas ultra-reaccionarias
apadrinadas por los EE.UU con la misión de revertir, por medio del
restablecimiento de las políticas pro-imperialistas y pro-oligarquicas y el
sometimiento a Washington, lo logrado hasta ahora en el campo de las reformas
sociales y políticas que han significado un cambio sustancial a lo que se
acostumbraba en épocas anteriores, cuando toda la región era prácticamente
exclusividad del dominio norteamericano en todos los órdenes. Esto no quiere
decir que la región se haya sustraído por completo a la hegemonía de
Washington, pues mientras que algunos países como Venezuela, Ecuador, Bolivia,
Argentina, Brasil y Nicaragua se han dado importantes avances en este sentido,
en los restantes países el dominio estadounidense ha permanecido inalterable,
incluso se podría decir que ha habido un retroceso en países como Paraguay,
Chile, Uruguay y Honduras que en algún momento parecían dar muestras de buscar alterar
sus relaciones de dependencia con relación a las políticas de Washington.
Hoy en día la mayoría de los países que optaron por seguir un rumbo
diferente al históricamente, de sumisión, trazado por el imperialismo
norteamericano, enfrentan un panorama político muy crítico que amenaza
seriamente la supervivencia de sus democracias establecidas con el apoyo de
grandes sectores populares que a través del voto limpio y democrático
decidieron poner sus esperanzas en gobiernos y líderes que en la mayoría de los
casos cumplieron con sus promesas de mejorar sus condiciones de vida,
revirtiendo décadas de padecimientos y desaliento que fueron la nota
característica de esos aciagos años en que el neoliberalismo se enseñoreaba por
todas partes, arrasando a su paso con todas aquellas conquistas sociales
logradas en épocas pasadas, al tiempo que convertía a la región en una zona
libre para el saqueo de sus recursos naturales y la explotación de la clase
trabajadora por parte de los grandes capitales transnacionales en contubernio
con las explotadoras oligarquías locales que contaban para ello con la
protección de gobiernos corruptos y entreguistas que siempre pusieron sus
intereses por encima de las necesidades de las mayorías.
Las dificultades que actualmente enfrentan los gobiernos progresistas
latinoamericanos, no son nada nuevo, ya que desde sus inicios estos procesos democráticos
han sido el blanco de las maniobras desestabilizadoras en su contra, como lo
demuestran los cambios de régimen en Honduras y Paraguay, y los incesantes ataques
y amenazas contra Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia por parte de
las fuerzas reaccionarias externas e internas. De lo que se trata ahora es del
arreciamiento de esas políticas desestabilizadoras apuntaladas desde el
exterior, principalmente los EE.UU, y llevadas a cabo por sus testaferros
particulares y las fuerzas agrupadas en los grupos de oposición de la derecha reaccionaria
que han recibido todo el apoyo necesario para cumplir con su meta de la toma
del poder, legal o ilegalmente. En todo esto han jugado un papel preponderante
los medios de comunicación masivos, todos pro-imperialistas, quienes a través de
las enormes campañas de desinformación y manipulación han contribuido a generar
el descontento entre sectores de la población que han llegado a creer la
narrativa pro-imperialista, de que todos los problemas que ahora padecen son
producto exclusivo del fracaso de las políticas económicas y sociales
implementadas por gobiernos socialistas autoritarios, violadores de los
derechos humanos y corruptos, tal y como se propaga por esos medios, quienes al
mismo tiempo se dan a la tarea de refutar como descabelladas y no acordes con
la realidad, las explicaciones sobre los orígenes de la problemática que dan
los gobiernos y que contradice la versión manipulada que se intenta hacer calar
en la colectividad como verdad.
Esto no quiere decir que se deba eximir de culpabilidad a la dirigencia
progresista latinoamericana que ha cometido una serie de desaciertos políticos y
económicos que eventualmente han contribuido al agravamiento de los problemas
que ahora les asedian. La falta de un compromiso genuino y honesto de muchos
miembros de la clase dirigente con los principios de la agenda reformista, pero
sobre todo, la creencia de que a través del dialogo con la oposición política reaccionaria
y la búsqueda de concesiones de la burguesía dueña de los medios de producción,
se puede profundizar en las reformas económicas y sociales hasta alcanzar cierta
forma de Estado de bienestar social, ha resultado ser una ingenuidad política
producto de la inconsistencia ideológica y de lo que la historia ha demostrado
una y otra vez; que la clase que tradicionalmente ha ostentando el poder
político y económico nunca, por buena voluntad o bondad, se despojará ella misma
de sus privilegios. Por otra parte la dependencia en el boom de las materias
primas (commodities), apuntalado por el enorme crecimiento económico de China
ahora en plena desaceleración, como política económica de desarrollo y el
descuido en el desarrollo de las fuerzas productivas internas han retrasado el
avance de los procesos políticos que se intentan como alternativa al modelo mafioso-depredador-capitalista,
mismo que ahora está de vuelta mostrando sus horribles colmillos, como lo
ejemplifican Argentina, Venezuela y Brasil.
Es innegable que Latinoamérica, sus procesos democráticos, se encuentra
atravesando una etapa caótica como crucial que está repercutiendo negativamente
en sus posibilidades de sobrevivir y consolidarse como una alternativa real en
lo político, económico y social, al proceso en ciernes de total derechización y
sumisión al esquema de dominación hegemónico- depredador-capitalista que los
EE.UU como principal instigador y las fuerzas reaccionarias locales están
determinados a imponer en toda la región. Aunque los EE.UU se encuentran
inmersos en un proceso de decadencia a nivel global, enfrentado a muerte en varios escenarios a China y Rusia, eso no
le impide embarcarse en una misión de reconquista de su patio trasero latinoamericano
como lo ha venido haciendo desde los golpes en Honduras y Paraguay, la reciente
caída de Argentina, el colapso que se avizora en Brasil y el interminable
asedio de Venezuela que desembocaría en el fin de la Revolución Bolivariana. A
lo anterior habría que sumarle a Cuba, que a la larga y con todo lo que
representa, podría constituirse en el premio mayor de la renovada estrategia
(la reafirmación de la Doctrina Monroe) estadounidense de dominación exclusiva
y absoluta de toda América Latina.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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