La prensa occidental no para
de repetir que, al decidir su salida de la Unión Europea, los británicos se han
aislado del resto del mundo y que tendrán que enfrentar terribles consecuencias
económicas. Pero el descenso de la libra esterlina podría convertirse en una
ventaja en el seno de la Commonwealth, una familia mucho más extensa que la UE
y que abarca los seis continentes. Pragmática, la City podría convertirse
rápidamente en el centro mundial del yuan e implantar la divisa china en el
seno mismo de la Unión Europea.
LA NUEVA POLÍTICA EXTERIOR
BRITÁNICA
Por Thierry Meyssan
Isabel II, reina del Reino Unido de Gran Bretaña
e Irlanda del Norte, de Antigua y Barbuda, de Australia, de las
Bahamas, de Barbados, de Belice, de Canadá, de Granada, de
las islas Salomón, de Jamaica, de Nueva Zelanda, de Papúa
Nueva Guinea, de San Cristóbal y Nieves, de San Vicente y
las Granadinas, de Santa Lucía y de Tuvalu.
Estados Unidos sigue preocupado por su propia capacidad para convencer a la
Unión Europea de participar activamente en la OTAN y sobre la voluntad del
Reino Unido de mantener la alianza militar que construyeron desde 1941
para dominar el mundo. La preocupación estadounidense viene del hecho
que, al contrario de lo que alegan los dirigentes europeos,
el Brexit no aísla al Reino Unido. Más bien le permite
volverse hacia la Commonwealth y establecer contactos con China y Rusia.
El sometimiento de los
europeos como miembros de la OTAN
Estados Unidos y el Reino Unido habían previsto empujar los miembros
de la Unión Europea a anunciar, en la cumbre de la OTAN a celebrarse
en Varsovia el 8 y el 9 de julio, el aumento de sus presupuestos
militares a un 2% de su PIB. También debería adoptarse en ese encuentro un plan
de despliegue de fuerzas a las puertas de Rusia, plan que incluiría la
creación de una unidad logística conjunta OTAN-UE, para poner en común
helicópteros, navíos, drones y satélites.
El Reino Unido fue hasta ahora el país de la Unión Europea que más aportaba
en el sector militar, representando así más de un 15% del presupuesto de
defensa de esta. Estaba además al mando de la operación Atalante,
destinada a garantizar la seguridad del transporte marítimo a
lo largo del Cuerno de África, y había puesto navíos a disposición de
la alianza atlántica en el Mediterráneo. También estaba previsto que aportaría
tropas para la constitución del grupo de combate de la UE. El Brexit viene
a cuestionar todos esos compromisos.
Para Washington, la cuestión es saber si Londres aceptará o no
incrementar su participación directa en la OTAN –donde ya es
el segundo contribuyente– como medio de compensar lo que hacía en el
seno de la Unión Europea, pero sin sacar de ello
ningún beneficio propio. Aunque Michael Fallon, el actual ministro de
Defensa británico prometió no socavar los esfuerzos comunes de
la OTAN y la UE, nadie puede imaginar por qué aceptaría Londres
poner más tropas bajo las órdenes de un mando extranjero.
Por consiguiente, Washington se interroga sobre todo sobre la
voluntad de Londres de continuar la alianza militar que Estados Unidos
había venido construyendo con la Corona británica desde 1941. Por supuesto,
no se puede excluir la posibilidad de que el Brexit sólo
sea una maniobra de los británicos para renegociar –en busca de
nuevas ventajas– su «relación especial» con los «americanos».
Parece, en realidad, mucho más probable que el verdadero objetivo de Londres
sea ampliar sus relaciones con Pekín y Moscú sin renunciar
por ello a las ventajas de su convenio con Washington.
Las agencias secretas
anglosajonas
Durante la Según Guerra Mundial, y incluso antes de entrar en guerra,
Estados Unidos concluyó con el Reino Unido un pacto que se menciona
en la Carta del Atlántico [1]. El objetivo de ambos países
era unirse para garantizar la libre circulación marítima y extender el libre
intercambio.
Esta alianza se concretó con el acuerdo de los «Cinco ojos»,
que es actualmente la base de la cooperación entre 17 agencias de
inteligencia de 5 Estados diferentes (Estados Unidos, el Reino
Unido y otros 3 miembros de la Commonwealth: Australia, Canadá y Nueva
Zelanda).
Los documentos revelados por Edward Snowden demuestran que la red Echelon constituye,
en su forma actual, «una agencia de inteligencia supranacional que
no responde a las leyes de sus propios Estados miembros». Esto ha
permitido a los «Cinco ojos» tanto espiar a personalidades
como el secretario general de la ONU y la canciller alemana como mantener
una vigilancia de masas contra sus propios ciudadanos.
Exactamente de la misma manera, Estados Unidos y el Reino Unido
fundaron, en 1948, una segunda agencia supranacional: la Oficina de
Proyectos Especiales (Office of Special Projects) que dirige las redes stay-behind de
la OTAN, conocidas bajo el nombre de Gladio.
El profesor Daniele Ganser demostró que esa Oficina organizó numerosos
golpes de Estado y operaciones terroristas en Europa [2] [3].
Al principio se afirmó que la «estrategia de la tensión»
apuntaba a evitar que los comunistas lograran llegar al poder
en Europa por la vía electoral. Pero luego resultó que su verdadero
objetivo era principalmente alimentar el odio al comunismo y justificar
la protección militar anglosajona. Nuevos documentos desclasificados han
permitido comprobar que ese dispositivo existe no sólo para Europa sino
también para el mundo árabe [4].
Finalmente, en 1982, Estados Unidos, el Reino Unido y Australia
crearon una tercera agencia supranacional cuya parte visible se compone de
falsas ONGs –la NED (National Endowment for Democraty) y sus cuatro
filiales: ACILS, CIPE, NDI e IRI [5].
Esta nueva agencia se especializó en la organización de golpes
de Estado disfrazados de «revoluciones».
Si bien existe una impresionante cantidad de literatura sobre esos tres
programas, nada se sabe sobre las agencias supranacionales que los
dirigen.
La «relación especial»
Estados Unidos, que proclamó su independencia y se separó de la Corona
británica en 1776, no se reconcilió con el Reino Unido hasta finales
del siglo XIX. Ambos Estados se aliaron durante la guerra
contra España en Cuba y, posteriormente, para la explotación de sus
dependencias coloniales en China, o sea cuando Washington descubría
su propia vocación imperialista. En 1902 se constituyó un club
transatlántico para sellar la nueva amistad entre Estados Unidos y el
Reino Unido. Se trata de la Sociedad de los Peregrinos (The Pilgrims
Society), tradicionalmente presidida por el monarca inglés.
La reconciliación se selló en 1917, con el proyecto común de creación de un
Estado judío en Palestina [6], y Estados Unidos entró
en guerra del lado del Reino Unido. Desde entonces, ambos países han
venido compartiendo diversos medios militares, incluyendo la bomba atómica.
Sin embargo, cuando se creó la Commonwealth, Washington se negó
a ser miembro de ella ya que se consideraba un igual
de Londres.
A pesar de algunos choques de intereses durante los ataques británicos
contra Egipto (Canal de Suez) o contra Argentina (guerra de las
Malvinas) o en el momento de la invasión estadounidense contra la isla
de Granada, las dos superpotencias se han apoyado estrechamente.
La Corona británica garantizó el financiamiento del inicio de la campaña
electoral de Barack Obama, en 2008, haciéndole llegar generosas
contribuciones a través del traficante de armas británico-iraquí
Nadhmi Auchi. Durante su primer mandato, un gran número de
colaboradores directos del flamante presidente Barack Obama eran,
en secreto, miembros de la (Pilgrims Society), cuya sección
estadounidense estaba encabezada en aquel momento por Timothy Geithner. Pero
Obama fue separándose poco a poco de esos personajes, dando así a la
Corona la impresión de que no estaba recibiendo ningún tipo
de compensación por su colaboración. Las cosas empeoraron con las
duras declaraciones del presidente estadounidense sobre el primer ministro
británico David Cameron, publicadas enThe Atlantic [7] y la
visita de los Obama a la reina Isabel II, en ocasión de
su cumpleaños, no logró mejorar la relación.
La Commonwealth
Al salir de la Unión Europea y alejarse de Estados Unidos,
el Reino Unido no se aísla sino que se pone nuevamente
en condiciones de utilizar su mejor carta: la Commonwealth.
Todo el mundo parece olvidar que, en 1936, Winston Churchill lanzó
la idea de incorporar los actuales miembros de la Unión Europea a la
Commonwealth. Su proposicion se estrelló entonces contra
la agravación de la situación que acabó dando lugar a la Segunda Guerra
Mundial. Sólo después del fin de ese conflicto, el propio Churchill lanzó
nuevamente la idea de los «Estados Unidos de Europa» [8] y
convocó la Conferencia del Movimiento Europeo en La Haya [9].
La Commonwealth es una organización de 53 miembros y sus únicos
aspectos políticos son los valores ingleses básicos: igualdad racial, estado de
derecho y derechos humanos ante la «Razón de Estado».
Sin embargo, propone a sus miembros el desarrollo en materia de
negocios y deportes. Además, pone expertos en común en todos
los sectores.
La reina Isabel II, soberana de 16 Estados miembros,
es simultáneamente la jefa de la Commonwealth (título
no hereditario sino sometido a elección).
¿Qué quieren los británicos?
Desde la perspectiva de Londres, fue Estados Unidos quien rompió la «relación
especial» al dejarse llevar por la hibris(concepto griego
que podría definirse como “ausencia de mesura”) del mundo unipolar y decidiendo
solo su política exterior y financiera, precisamente en momentos en
que ha perdido el estatus de primera potencia económica mundial y de primera
potencia militar en materia de guerra convencional.
Emerge así el interés del Reino Unido en no poner «todos los huevos
en la misma cesta», por conservar sus intereses comunes con Washington pero
apoyándose a la vez en la Commonwealth y estableciendo nuevas relaciones
con Pekín y Moscú, ya sea directamente o a través de la
Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
Precisamente el mismo día que los británicos se pronunciaban en las
urnas a favor del Brexit, la OCS incorporaba a sus filas
dos miembros de la Commonwealth –la India y Pakistán [10].
Hasta ahora no había en la OCS ningún miembro de la Commonwealth.
Hasta el momento se desconocen los contactos que el Reino Unido ya
debe haber establecido con Rusia, pero sí se observan síntomas
de su acercamiento a China.
En marzo pasado, el London Stock Exchange, la entidad que administra las
bolsas de valores de la City y de Milán, dio a conocer su proyecto de
fusión con la Deutsche Börse, que administra la Bolsa de Francfort, la Cámara
de compensación Clearstream y el Eurex. Estaba previsto que ambas partes
decidieran la operación justo después del referéndum sobre el Brexit.
El anuncio resulta más sorprendente aún si se tiene en cuenta que las
reglas europeas prohíben terminantemente este tipo de operación, que
equivaldría a la creación de una «posición dominante». Eso indica
que las dos partes interesadas tenían previsto que el Reino Unido saldría
de la Unión Europea.
El London Stock Exchange anunció además un acuerdo con el China Foreign Exchange
Trade System (CFETS) y se convirtió en junio pasado en la primera
bolsa del mundo que trabaja con bonos del tesoro chino. Así que ya estaba
lista la mesa para hacer de la City londinense el caballo
de Troya chino en la Unión Europea, en detrimento de la
supremacía estadounidense.
[1] «Carta del Atlántico, 14
de agosto de 1941», por
Franklin Delano Roosevelt y Winston Churchill, Red Voltaire.
[3] Esa importantísima investigación puede ser consultada en español
en nuestro sitio web que ha traducido y publicado por partes el libro del profesor Daniele Ganser.
[4] America’s Great Game:
The CIA’s Secret Arabists and the Shaping of the Modern Middle East,
Hugh Wilford, Basic Books, 2013.
[5] «La NED: las redes de la
injerencia “democrática”»
y «La NED, vitrina
legal de la CIA», por
Thierry Meyssan, Red Voltaire, 21 de noviembre de 2004 y 11 de
octubre de 2010.
[7] «The Obama Doctrine», por Jeffrey Goldberg, The Atlantic(Estados Unidos), Voltaire
Network, 10 de marzo de 2016.
[8] «Winston
Churchill speaking in Zurich on the United States of Europe»,
por Winston Churchill, Voltaire Network, 19 de septiembre de 1946.
[10] «La India y Pakistán
entraron en la OCS el día del Brexit», por Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada (México), Red Voltaire,
1º de julio de 2016.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario