jueves, 22 de noviembre de 2018

Una suave oleada azul

La ola azul Demócrata no fue nada más que un fantasioso invento publicitario muy atractivo para el consumo, pero vacío de un contenido concreto en cuanto a modificar o corregir radicalmente el rumbo desastroso que ha tomado la democracia burguesa estadounidense.


UNA SUAVE OLEADA AZUL


La Cuna del Sol                                    

Inmediatamente después de conocerse los resultados de las elecciones legislativas de mitad de mandato en Estados Unidos, un desafiante Donald Trump procedió  a sacudirse de la espalda la insoportable figura de Jeff Sessions, el ultrareaccionario fiscal general a quien el actual presidente nunca le perdonó su traición en el caso de la investigación en su contra por la supuesta colusión con Rusia que provocó, según sus adversarios políticos, que ganara las elecciones presidenciales en 2016. El mensaje enviado por Trump no pudo ser más claro; los demócratas no van a impedir que liquide la actual investigación que el mismo presidente ha calificado de engaño montado por el partido Demócrata en venganza por la derrota que le infligió a Hillary Clinton. Trump entiende que la victoria demócrata en las elecciones del 6 de noviembre no fue lo suficientemente contundente como para erosionar seriamente su presidencia, y en ese sentido, mantener el control del senado en manos de los republicanos le garantiza un buen margen de maniobra y sobre todo inmunidad ante cualquier intento demócrata por interrumpir su mandato presidencial.

Pero quizás Trump no tenga que preocuparse mucho por un posible impeachment, pues el viejo y reaccionario grupo de ricos congresistas que mantiene el control del partido Demócrata no tiene contemplado llegar a tales extremos ya que eso implicaría poner en riesgo sus propios intereses y los de la rica oligarquía que invierte generosas cantidades de dinero en ellos con el propósito de mantener su agenda económica al tope, por encima de los intereses de la clase trabajadora que ve como cada día la brecha económica se ensancha en beneficio de la clase poseedora de la mayoría de la riqueza del país. Los demócratas en vez de confrontar las políticas ultraderechistas del gobierno de Trump, prometen poner en marcha una agenda colaboracionista con el actual régimen o sea, unir esfuerzos con el fin de fortalecer el control total que la derecha ejerce sobre la política doméstica y exterior de los Estados Unidos. La esencia de todo esto es lo que engañosamente llaman bipartidismo, y  que no es otra cosa que el monopolio político e ideológico ejercido por republicanos y demócratas, quienes se alternan en el poder y que no permite ninguna otra alternativa política a esa monstruosidad típica de la democracia burguesa estadounidense.

Las elecciones legislativas de mitad de mandato, cuyos resultados, al menos en la cámara baja, fueron favorables al partido Demócrata, no así el senado que seguirá en manos del partido Republicano, son una mera formalidad, un ejercicio inútil del llamado derecho al voto, un maquillaje que sirve para arreglar un poco el deteriorado rostro de la democracia estadounidense, pero que en lo fundamental, aparte de consolidar en el poder a la mayoría corrupta de siempre, en nada servirá para tratar de solucionar los grandes problemas domésticos que agobian a las clases menos aventajadas o de corregir el rumbo extremista y belicoso de la política exterior norteamericana. La paralización y el obstruccionismo, signos característicos del bipartidismo en el congreso y que a la vez se utiliza como instrumento en contra de los intereses de la clase trabajadora, estarán a la orden del día.

Donald Trump, el consumado reaccionario de la Casa Blanca, no pudo sentirse más feliz al escuchar a la ricachona demócrata Nacy Pelocy, la derechista que se hace pasar por progresista y que aspira a comandar nuevamente el congreso, repetir en varias ocasiones su deseo de cooperar con el gobierno de Trump en todas aquellas áreas de interés común y sobre las que podrían llegar a un acuerdo, como por ejemplo, en el cuidado a la salud donde se podría obtener algunas concesiones de las grandes farmacéuticas en cuanto al precio de las medicinas pero que dejara intacto el control que estas y las grandes aseguradoras mantienen sobre el mismo –la creación o el establecimiento de un plan nacional de salud pública, es anatema para el monopolio político bipartidista constituido para defender los grandes intereses económicos de sus patrocinadores.


Sobre otros temas de interés nacional las cosas se mantendrán como antes: los inmigrantes continuaran siendo utilizados, explotados, criminalizados, perseguidos y deportados, la reforma migratoria nunca verá la luz del día, el aumento al salario mínimo que permanece en $7.25 a nivel nacional no experimentara ningún cambio pues atenta contra los márgenes de ganancias del empresariado explotador. La pobreza seguirá aumentando y la brecha económica entre ricos y pobres se ensanchará aún más. En el campo de la política exterior demócratas y republicanos bailan al mismo ritmo, son como las dos alas de un mismo pájaro: el imperialismo. China, Rusia, Irán, Siria, Venezuela, Cuba y los palestinos continuaran siendo objeto de la ofensiva imperialista de Estados Unidos que no se resigna a perder su posición como la única e indiscutida superpotencia del mundo. La ola azul Demócrata no fue nada más que un fantasioso invento publicitario muy atractivo para el consumo, pero vacío de un contenido concreto en cuanto a modificar o corregir radicalmente el rumbo desastroso que tanto en lo interno como en lo externo ha tomado la democracia burguesa estadounidense, donde los intereses del capitalismo depredador, y del militarismo desenfrenado no son negociables.  






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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