PRAGMATISMOS QUE DAN MIEDO:
Por Luciano Castro Barillas
Es obvio que los neoliberalismos campean por el mundo, unos más, otros; menos despiadados. Pero todos al final, todos, son iguales según se deduce de la práctica política, no de la especulación sobre el poder. Las cosas, como dijo Aristóteles hace más de dos mil años, se diferencian en lo que se parecen. Los grandes centros ideológicos son ahora los países pequeños como Venezuela, Cuba o Bolivia. Los otros, abandonaron las grandes lecciones, las enseñanzas fundamentales de la doctrina clásica marxista como lo es el principio de la negociación sobre la base de principios. Eso, al parecer, ya no existe -o quizá así ha sido siempre- y no puede uno sustraerse de una enorme dosis de decepción o desencanto por la ingenuidad política propia ante las ambiciones particulares, ahora de los grandes bloques emergentes en lo económico, político y militar, que van a ser dentro de pocos años los bloques hegemónicos que dictarán una nueva forma de relación entre las naciones.
Podría ser una relación más humana y hasta democrática, pero no se puede garantizar nada, ante los guiños e insinuaciones que se hacen entre sí el presidente ruso, el chino y la monarquía brutal y corrupta saudita que en función de sus intereses desató una carnicería en Yemen, reprimió brutalmente a sus opositores (el caso del periodista Kashogui es uno de tantos y mayormente expuesto por los medios por tratarse de un periodista). China no tiene realmente preocupaciones militares porque nadie se atreverá a agredirla, pues sencillamente una guerra crearía un desbalance económico mundial donde salen perdiendo todos: agresores y agredidos. Rusia que se ha vuelto rémora de la fortaleza económica de China y sabe que su progreso material va indisolublemente ligado a la iniciativa estratégica de la Ruta de la Seda, que llevará la prosperidad no solo al Asia Central sino al corazón mismo de Europa. Por eso la razón de la fecunda amistad entre rusos y chinos y que mejor que los acompañe en este colosal esfuerzo económico-comercial Arabia Saudita e India.
La suerte ya está echada para los Estados Unidos y lo mejor que podrían hacer los sucesivos gobiernos de la Casa Blanca es devolver no poderíos imperialistas nostálgicos a los ciudadanos norteamericanos, sino devolverles la realidad onírica del Sueño Americano. Los ciudadanos norteamericanos, muy trabajadores y conservadores, merecen gobiernos que devuelvan la grandeza de esa nación que empezó por casa, por dentro, y que después por la impericia de sus gobernantes los condujeron al asalto y a la agresión. Allí fue donde empezaron a equivocarse. A que al permitir que el capital se transformara en una herramienta de opresión y dominación en contra de naciones más débiles. Por eso es poco probable una guerra convencional y se prefieren ahora las guerras económicas y mediáticas. Donde el rival es derrotado por el atrincheramiento económico, en nacionalismo fascistas que ahora se le llama patriotismo.
Los nacionalismos son una concepción estrecha de un mundo ancho y ajeno, reducido en aldea global gracias a la rapidez y omnipresencia de las comunicaciones. Las ideas idiotas tienen un enorme poder en los hombres en todas las épocas, por eso la humanidad desde la antigüedad estuvo marcada por los esfuerzos bélicos y fuera esta irracionalidad, como paradoja, la que ha hecho moverse la rueda de la historia. Las leyes económicas de la sociedad así nos lo han venido demostrando a lo largo de estos últimos doscientos años. Hemos modernizado nuestro métodos y herramientas productivas pero muy poco nuestro pensamiento. No esperemos grandes cambios para el 2019, excepto -y ojala así sea- que el sionismo ahora desarropado por el imperialismo norteamericano crea que es nuevo fundar a la Nueva Israel en un pedazo de tierra de Brasil. Todas estas locuras a veces son posibles.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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