A sabiendas de que su papel
es efímero y circunstancial mientras el gabinete de la guerra de Washington
sigue madurando las condiciones de una acción militar, la denominada
"promesa de la juventud venezolana" del 23 de enero, a un mes de su
ascenso en el mercado como producto electoral, ve peligrar su liderazgo 2.0 en
un nuevo "Día D" donde el antichavismo pone todas las apuestas.
PAISAJE POLÍTICO PARA
ENTENDER EL 23 DE FEBRER
BALANCE NEGATIVO
A casi un mes de la autoproclamación de Juan Guaidó como "presidente encargado",
el balance con respecto a los objetivos iniciales en los frentes institucional
y militar es negativo.
Sin generales de la FANB que acompañen el intento de Washington de sacar a
Maduro del poder a la fuerza, y con un "Estatuto de la transición" emitido
por la Asamblea Nacional con pocos efectos prácticos en la realidad política
del país, su figura se desgasta entre llamados a la rebelión militar y dar por
sentado el ingreso de "ayuda humanitaria" para el 23 de febrero.
A sabiendas de que su papel es efímero y circunstancial mientras el
gabinete de la guerra de Washington sigue madurando las condiciones de una
acción militar, la denominada "promesa de la juventud venezolana" del
23 de enero, a un mes de su ascenso en el mercado como producto electoral, ve
peligrar su liderazgo 2.0 en un nuevo "Día D" donde el antichavismo
pone todas las apuestas.
Pero quizá la imagen que refleja con mayor nitidez el balance negativo en
sumar apoyos militares contra Maduro, fue la urgencia de quemar el cartucho del
ex jefe de contrainteligencia, Hugo Carvajal, quien ya en 2017 había marcado
una postura contra el gobierno venezolano responsabilizando a Maduro por las
protestas violentas y marcando distancia con la propuesta de una Constituyente
para catalizar el conflicto.
Una defección presentada como "novedosa" y de última hora, cuando
desde hace dos años es conocida su postura antigobierno, surtió efecto por unos
minutos y ahora parece que suma un nuevo problema a la gestión del golpe:
administrar los costos de integrar en el relato de la "libertad" a
una figura detestada por la base opositora.
Lo de Carvajal los deja en el mismo sitio: un pronunciamiento militar sin
capacidad visible de movilizar tropas a favor de Guaidó y la "ayuda
humanitaria".
INYECCIÓN DE AUTORIDAD Y
RUSOFOBIA
En cierto punto, la sensación de vértigo bajo la cual operan, con total
improvisación y pisando en falso, refleja también los problemas en la cadena de
mando que los subordina a Washington.
El salto atrás de Elliot Abrams la semana pasada afirmando que no se puede
predecir si Maduro caerá, la negativa del Congreso de autorizar el uso de la
fuerza militar, el permanente discurso belicoso de John Bolton y el pragmático
consenso por la paz en Venezuela a escala internacional, escenifican a su modo
la guerra interna entre el ala oeste de la Casa Blanca y el Partido Demócrata,
que está devorando a Guaidó.
La "ayuda humanitaria" presentada como un punto de inflexión y
como un relato para derribar el "Muro de Berlín en el puente
Tienditas", representa la inyección de autoridad que necesitan imprimirle
a su "presidente interino" para mantenerlo en agenda, pero también
cómo el discurso de la Guerra Fría y la rusofobia se vuelve una declaración de
propósitos de la intervención contra Venezuela.
MARCO RUBIO EN CÚCUTA Y
OPERACIONES PSICOLÓGICAS QUE DELATAN EL PLAN
El fin de semana la industria de medios trasladó toda su atención hacia la
frontera. Una de las razones era la visita del senador Marco Rubio y su dream
team. Su despliegue por los galpones que gestiona la USAID con el gobierno
colombiano, se acercaba al de un mítin político con el cual le daba rostro
político y "dirigencial" a la llegada de tres aviones del Comando Sur
y a la presencia del jefe de la USAID.
A modo de mensaje para el Congreso por una resolución que al no contemplar
el uso de la fuerza militar significaba una derrota política para Rubio, el
senador republicano intentó demostrar autoridad para erigirse en responsable
político directo de la operación de la "ayuda humanitaria". Las
imágenes de los aviones aterrizando en Colombia simbolizaban ese momento de
ofensiva personal del office boy de ExxonMobil.
Esto se reforzó con el intento de capitalizar mediáticamente la salida de
algunos manifestantes con la cual se buscaba otorgar una sensación de supuesto
apoyo generalizado a la "caravana" de diputados de la Asamblea
Nacional, que se dirigen a Cúcuta para buscar la "ayuda humanitaria".
El senador no perdió tiempo en utilizar un escarceo entre un efectivo de la GNB
y un conductor tras la detención de la "caravana" en el puente La
Cabrera, que conecta al estado Aragua con el de Carabobo, para sugerir el
linchamiento del uniformado.
Más tarde, compartió un video en Twitter de grabación lo bastante confusa
para colar el mensaje de "que el régimen dispara a manifestantes" en
Barinas, sin molestarse en indagar de dónde procedían las detonaciones. Así,
delató la operación de bandera falsa que se podría venir en las próximas horas
para clamar dramáticamente por una acción militar contra Venezuela, bajo el
paraguas de que el gobierno atenta contra "manifestaciones
pacíficas".
EL LABORATORIO DEL COMANDO
SUR Y LA POSTURA DE BRASIL
Pero la presencia exprés de Rubio, con el objetivo de mantener oxigenada la
sensación de triunfo que intentan imprimirle a la audiencia, sirvió también
como paso institucional previo para movilizar al aparataje del Comando Sur.
Escindido del mando presidencial estadounidense, su jefe Craig Faller se
desplazó por Brasil, Colombia y Curazao, donde busca insertar al Comando Sur de
arma preventiva de la operación. Un papel de retaguardia donde actuaría como
recurso de última instancia de acuerdo a las variables que se desarrollen el
fin de semana.
En 2018, el Comando Sur realizó tres ejercicios militares bajo el esquema
de "socorro humanitario", junto a Brasil, Colombia y otros países
latinoamericanos articulados en el Grupo de Lima. Visto en retrospectiva, el 23
de febrero es el hecho que consume la agenda modelada por el Pentágono, en voz
de John Kelly, cuando en 2016 vislumbraba que Estados Unidos iba a tener que
responder ante la "crisis humanitaria venezolana" preocupante al ex
jefe del Comando Sur.
La declaración conjunta de Craig Faller con el general de la armada
colombiana Luis Navarro Jiménez, a lo que se suman las gestiones previas con
Brasil, Curazao (Holanda) y Puerto Rico, sugiere que el próximo paso es que el
Comando Sur asuma la "ayuda humanitaria" como una tarea burocrática
en nombre del "gobierno paralelo".
La postura distante del gobierno brasileño colocando la "ayuda
humanitaria" en Roraima, a la espera de que Guaidó resuelva su ingreso,
elevará el papel de Cúcuta y de la isla caribeña holandesa como líneas de
presión geoestratégica hacia territorio venezolano, apuntando hacia el Golfo de
Venezuela en tanto arteria crítica del comercio energético venezolano. Esto
implicaría llevar al territorio la estrategia de estrangulamiento de la economía
venezolana.
DESAPARECEN LAS ELECCIONES
En el panorama de medios y en el lenguaje común que emplean los voceros de
la guerra contra Venezuela, la demanda de elecciones ha quedado totalmente
desplazada. El discurso que más ejerce peso para delimitar el curso de su
acción política en estas horas es uno de orientación militar, de acoso y
hostigamiento, representado por el jefe del Comando Sur, a su vez
retroalimentado por las operaciones psicológicas que John Bolton y Mike Pompeo
dirigen contra la FANB.
El 23 de febrero, siguiendo el accidentado relato jurídico de la oposición,
debería ser el gran día para la celebración de elecciones, por las cuales el
diputado Juan Guaidó, estirando cual chicle varios artículos de la
Constitución, se vio "obligado" a asumir como "presidente
encargado" hace un mes.
El cambio de prioridades hacia la generación de un "casus bellis"
desde la frontera que dé un giro a la situación y coloque la opción militar
como única opción posible, deja ver que la reivindicación electoral, siguiendo
el manual de Gene Sharp, son recursos para escalar en la operación de fondo:
garantizar la permanencia en el tiempo de un gobierno paralelo tutelado por las
grandes corporaciones transnacionales.
LA LECCIÓN DE IRAK Y LIBIA Y
EL DESMONTAJE DE UN GOLPE DE LA CIA
El reciente desmantelamiento de un golpe orquestado por la CIA y gestionado
a nivel operativo por el ex coronel Oswaldo García Palomo, Julio Borges y el
gobierno colombiano para el primer trimestre de este año, representó un freno
para el desarrollo de la "opción militar" que siempre está sobre la
mesa para Trump.
Neutralizar esta operación, que buscaba favorecer un alzamiento interno que
se encadenara con una acción militar externa en algún momento de su desarrollo,
tuvo como mensaje político inmediato la cohesión de la FANB y la capacidad
práctica de proteger la seguridad del Estado y del país. El hecho contrastó con
la falsa imagen de "Estado fallido" impuesta desde los medios
corporativos y frenó la maduración de dos precondiciones claves para una
aventura militar, según las lecciones que exponen las cruentas intervenciones
contra Irak y Libia.
Esas precondiciones están dadas por el quiebre del aparato militar para
configurar un conflicto armado y la precipitación de una guerra civil de baja
intensidad que desconfigure al país, ambas siguen sin desarrollarse en
Venezuela por la acción preventiva de la inteligencia venezolana y el hueso
duro de roer que implica la unión cívico-militar. Sin estas precondiciones, los
altos costos políticos reducen la eficacia de una intervención.
LAS "TROPAS
HUMANITARIAS": PROYECCIÓN DE UNA BANDERA FALSA
Recientemente el secretario de Estado Mike Pompeo agradeció a ONGs y al
sector privado por la "ayuda humanitaria" entregada a Venezuela. Este
discurso de gestión empresarial fue el cierre de un proceso que se venía
adelantando la semana pasada con la conformación de una estructura de
voluntariado, articulado en la "Coalición de Ayuda y Libertad" y
"Rescate Venezuela", que actúan como el brazo de movilización social
de la USAID.
La ensamblaje del movimiento desembocó en una "tropa de combatientes
humanitarios" vestidos de blanco, encargados de movilizar la ayuda desde
la frontera y servir como la primera línea de choque con el objetivo de
provocar a la FANB. En tanto construcción artificial, este
"movimiento" representa una cobertura para encubrir acciones de caos
o de violencia técnicamente organizada, pero también persigue el objetivo de
abrumar e inhibir la acción de las fuerzas de seguridad del Estado.
A diferencia del golpe blando de 2017, el planteamiento a partir de esta
"tropa humanitaria" es en apariencia defensivo y apunta a
responsabilizar automáticamente a la FANB de cualquier escarceo. El uso
homologado de color blanco como indumentaria y prenda de identificación, más
allá de darle una estatura de Cruz Roja privada al proyecto empresarial de la
USAID con Voluntad Popular, es también un recurso útil para, al momento de una
"matanza" como las tantas veces planificadas por Estados Unidos, haga
resaltar la imagen de derramamiento de sangre. La instrumentalización dependerá
de ello.
La operación de bandera falsa que se podría estar fraguando mide su impacto
entre más pasiva y humanitaria sea la acción de provocación. Y el gancho
publicitario es que, supuestamente, el chavismo impide una "ayuda
humanitaria", la cual, según los datos presentados por Guaidó, no arropa
ni al 1% de la población. El símil con los "Cascos Blancos" sirios es
a propósito, pero su empleo criollo en la frontera como anillo de protección
civil a grupos armados dependerá de la capacidad de movilizar paramilitares.
Una carta siempre latente y que desde Óscar Pérez indicó el nuevo método a
seguir. Por algo Trump lo hizo una figura central de su acto de campaña en
Florida.
La advertencia rusa de que Estados Unidos ha movilizado fuerzas de
operaciones especiales a la frontera, en el marco de una agenda de provocación
o para armar a la oposición, puede venir por aquí.
Premeditadamente, Estados Unidos abre el juego, estimula y financia por
canales poco visibles la emergencia del "Rambo venezolano" que, en su
trastornada doctrina de política exterior, expulsará a los rusos de Venezuela y
hará retornar la libertad. Libia y Kosovo, por reducir una lista macabra en
exceso, son los ejemplos palmarios de lo mal que termina un país cuando
Washington emplea lógicas pandilleras y criminales (todo el tiempo), en
complicidad con élites desnacionalizadas, para tomar el poder.
CONCIERTO AID LIVE Y
LABORATORIO NEOLIBERAL
En tanto recurso asimétrico y arma política para remodelar sociedades, la
guerra cultural atraviesa el conflicto venezolano. El concierto "Live
Aid", impulsado por el multimillonario Richard Branson, recogiendo a lo más
granado de la industria pop para el mercado latino, ha elevado a discurso
político y doctrinal la palabrería aburrida de varios empleados del lobby
musical de la Florida, al mismo nivel que Sebastián Piñera, Iván Duque y Luis
Almagro.
La orientación comercial del evento y su instrumentalización para simular
que la base de apoyo a la intervención humanitaria es masiva, es tan evidente
que no requiere mayor análisis. Sin embargo, la intención de realizarlo un día
antes del 23 de febrero, así como su cobertura global, forma parte de una
operación cultural que busca diluir la frontera y hacer de la guerra en
Venezuela una extensión de la cultura pop.
El preludio de la "libertad en Venezuela" es acompañado por
canciones de Paulina Rubio y Maluma, una muestra evidente de que la atmósfera
sociocultural gestionada intenta rellenar con productos frívolos un proceso de
socavamiento profundo de la sociedad venezolana, mediante sanciones y bloqueo
financiero.
Y este parece ser el proyecto ideológico (neoliberal) que delinea los
rasgos profundos del cambio de régimen contra Venezuela, una maniobra que
apuntala la destrucción de su pacto político y social, junto al robo de sus
recursos naturales, ante lo cual la "ayuda humanitaria" viene a
cerrar el expendiente de la intervención con el intento de retornar a Venezuela
a su condición de semicolonia anterior a Hugo Chávez.
Un laboratorio que busca remodelar a la sociedad venezolana con base a la
dependencia alimentaria de la USAID, planteando una economía tutelada por las
transnacionales, con un sistema político y social monitoreado por Estados
Unidos, previa destrucción planificada de su vocación colectiva y patriótica.
Al cierre de esta nota, los medios opositores dieron por sentado ya que la
GNB, sin verificar o contrastar fuentes, asesinaron a un indígena pemón, e
hiriendo a otros, tras una situación irregular en los límites con el estado
brasileño de Roraima. Acto seguido, los voceros de la guerra contra Venezuela
amplificaron la intoxicación del hecho, usándolo como testimonio de que debe
utilizarse el recurso de la fuerza para garantizar la entrada de la "ayuda
humanitaria".
Un movimiento complementado con la "orden" de Juan Guaidó de que
las fronteras siguen abiertas según él, y que cualquier acción extrapolítica
contra la soberanía venezolana tendrá el beneplácito del "gobierno
paralelo". Por eso han planteado el 23 de febrero como un punto de
inflexión ante la imposibilidad de lograr el cambio de régimen.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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