Sin duda alguna, las horrendas
realidades que rodean los orígenes de los Estados Unidos de América fueron
mucho, mucho peores para aquellos que llegaron a los Estados Unidos como
esclavos africanos, o para aquellos que fueron expulsados de sus tierras y
exterminados. Sin embargo, la inhumana ambición por las ganancias de una
pequeña elite adinerada no salvó a la clase trabajadora blanca.
LOS NATIVOS AMERICANOS Y LA
RECIENTE CONFUSIÓN EN LA
Por Caleb Maupin
Cuando se trata del genocidio de los nativos americanos, la gente de los Estados Unidos parece enfrentar una crisis existencial. Los choques culturales y la reciente diversidad de la retórica en torno a este tema ilustran cuán profundamente confundidos están los estadounidenses con respecto a su identidad y su historia.
Limpieza étnica, genocidio
cultural y asesinato en masa
Mucho antes de la creación de los Estados Unidos, o la firma de la
Declaración de Independencia en 1776, ya habían comenzado las masacres de
indígenas por parte de los colonos. Incidentes como la masacre de Gnadenhutten en
1782, o la masacre de Wounded Knee en 1890, no pueden ser descritos como
"accidentales" o como casos aislados.
La expulsión forzosa de los nativos americanos ordenada por el presidente
estadounidense Andrew Jackson en 1838 y llevada a cabo contra los deseos de la
Corte Suprema de los EE.UU provocó al menos 10,000 muertes. Es difícil
describir honestamente el “Trial of Tears” ("Sendero de las lágrimas")
como cualquier otra cosa que no sea una limpieza étnica.
Las escuelas de los Nativos Americanos manejadas por el Bureau of Indian
Affairs (Oficina de Asuntos Indígenas) llevaron a cabo un genocidio cultural.
Los niños fueron arrebatados de sus padres y colocados en centros administrados
por el gobierno en los cuales no se les permitía hablar su propia lengua y
donde además eran adoctrinados en el cristianismo. La religión de los nativos
americanos era ilegal en muchas partes de los Estados Unidos hasta la
aprobación de la Federal American Indian Religious Freedom Act in 1978 (Ley
Federal de Libertad Religiosa de los Indios Americanos en 1978).
En 2004, el británico John Tyndall, líder supremacista blanco, le dijo a un
grupo de simpatizantes en Luisiana: “Siempre he estado muy interesado en Estados
Unidos. Nadie con el mínimo conocimiento de la historia; la historia y el
desarrollo de su país podría creer en la presente locura de la igualdad racial.
Aquí existe un gran continente de riqueza ilimitada, que antes de la llegada
del hombre blanco era solamente tierra salvaje. Fue el hombre blanco y las
mujeres blancas quienes la domesticaron, la construyeron y crearon una
civilización aquí”.
Defendiendo los crímenes en contra
de la humanidad
En 2004, John Tyndall y el ex congresista estadounidense David Duke, quien
estaba entre la audiencia mientras hablaba Tyndall, formaban parte del
extremismo lunático. Estas declaraciones que glorificaban y justifican los
crímenes contra los nativos americanos han sido adjudicadas únicamente a la
extrema derecha. En los años 1980s, 90s y los primeros años del siglo XXI, los
conservadores y republicanos tradicionales hablaron del genocidio de los
nativos americanos como una realidad horrible del pasado de Estados Unidos, y
un crimen que se debía enmendar.
Sin embargo, esto no siempre fue así. Hasta mediados de los años 1970, los
argumentos que intentaban justificar la matanza de indígenas eran algo común
entre los conservadores. Ayn Rand, la filósofa y novelista del libre mercado y
a quien el congresista Paul Ryan exalta como su principal inspiración, no temía
hacer tales declaraciones.
El libro "Ayn Rand Answers", que recopiló materiales de varias
entrevistas de Rand a lo largo de su vida, cita su siguiente comentario sobre
los nativos americanos:
"Ahora bien, no me importa discutir los supuestos reclamos de los
indios americanos contra este país. Creo, y con razón, en la descripción más
fría de los indios que hace Hollywood y lo que le hicieron al hombre blanco.
Ellos no tenían derecho a un país simplemente porque nacieron aquí y luego
actuaron como salvajes. El hombre blanco no conquistó este país. Y si te opones
eres un racista, porque significa que crees que ciertos hombres tienen derecho
a algo debido a su raza. Crees que si alguien nace en un país enorme y no sabe
qué hacer con él, todavía tiene derecho de propiedad sobre él. Él no lo tiene.
Ya que los indios no poseían el concepto de propiedad o derechos de propiedad
–ellos no tenían una sociedad establecida, ellos tenían "culturas"
tribales predominantemente nómadas, no tenían derechos sobre la tierra y no
había ninguna razón para que alguien les concediera derechos que no habían
concebido y que no estaban usando".
Las protestas masivas en los años 1970 del Movimiento Indio Americano y los
esfuerzos de los activistas de la Nueva Izquierda para crear conciencia sobre
la historia de los Estados Unidos modificaron los términos del debate nacional.
Ya no era aceptable defender lo que había ocurrido, y los medios de
comunicación, las instituciones educativas y los líderes políticos de los
Estados Unidos admitieron abiertamente que se habían cometido crímenes
horrendos e indefendibles.
Una nueva avalancha de
negación
Sin embargo, en la era de Trump, los términos del discurso han cambiado una
vez más.
Dinesh D’souza, el muy popular comentarista conservador, niega que se hayan
producido esos bien documentados incidentes. El 3 de julio, 2014, en una
aparición en FOX news, D’souza declaró: "Nosotros no deberíamos
flagelarnos por cosas que no hicimos... La razón principal de ello no fue
debido a la guerra o el asesinato sistemático, se debe... a las enfermedades...,
carecían de defensas inmunológicas, por lo que perecieron en grandes cantidades".
Según D’souza, las masacres, la deportación forzada y el genocidio cultural
son todos el producto de la imaginación de la "izquierdista radical".
La muerte masiva de los nativos fue simplemente el resultado de la propagación
involuntaria de enfermedades.
Las palabras de D’souza podrían ser fácilmente diseccionadas por cualquier
erudito de la historia estadounidense. A diferencia de los que intentan negar
el holocausto nazi, D’souza ni siquiera se molesta en tratar de refutar las
numerosas masacres que has sido documentadas. D’souza simplemente falsea y dice
algo que una determinada audiencia, desesperadamente quiere escuchar.
Más recientemente, "PragerU", el ampliamente promocionado canal
de YouTube del comentarista conservador Dennis Prager, publicó un extraño video
el 20 de noviembre de 2018. Un individuo identificado como Will Witt caminaba
por la Universidad Estatal de California en un atuendo con el propósito de
burlarse de la vestimenta de los nativos americanos. Witt se presentó a sí
mismo como una víctima cuando los estudiantes le gritaron y criticaron su
comportamiento.
El video no niega el genocidio, pero parece insinuar que, de alguna manera,
Witt está siendo victimizado. El hecho de que alguien se pueda sentir ofendido por
el despliegue de un traje de tal naturaleza es presentado como un escandaloso
ejemplo del extremismo de izquierda.
Organizaciones como los Proud Boys, fundado por Gavin Mcguiness, hablan de
celebrar la "civilización occidental" de una manera defensiva y
denuncian con enojo a los que hablan de "civilización occidental" en
términos negativos.
Postmodernismo vs. Marxismo
Estas preguntas tienen que ser planteadas: ¿por qué alguien tendría que
escuchar a D’souza y su negación de los hechos históricos? ¿Por qué alguien tendría
que simpatizar con un estudiante disfrazado de nativo americano, y creer que él
es la víctima cuando otros objetan su atuendo ofensivo?
Ahora que han pasado décadas desde los años 1970, varios estadounidenses
blancos han comenzado a tomar la crítica sobre los crímenes contra los nativos
como un ataque personal. La discusión generalizada sobre el "privilegio
blanco" y el "man-splaining"
ha creado una atmósfera en la que millones de estadounidenses creen que aceptar
la historia actual es de alguna manera el equivalente a llamarlos gente mala y
decir que merecen ser menos prósperos.
El argumento de los izquierdistas académicos posmodernos basados en la
"teoría de la opresión" es que los estadounidenses blancos "lo
saben muy bien" y deben sentirse profundamente avergonzados por los
crímenes de su grupo étnico. Con tales argumentos proliferando, aquellos que
sienten la punzada de tales reproches, escuchan a D’souza afirmar que las
muertes no fueron intencionales y luego suspiran aliviados. D’souza les da
permiso para decir "mira, no soy una mala persona después de todo".
Sin embargo, una interpretación de la izquierda clásica sobre los crímenes
contra los pueblos indígenas, contraria al argumento posmodernista y la política identataria que se promueven en
los recintos universitarios, llega a una conclusión diferente, y no culpa a la
clase trabajadora por los crímenes del sistema capitalista.
El libro de Marx, El Capital, describió la matanza de los nativos
americanos, junto con la colonización de África, como "acumulación
primitiva". Marx los puso en la misma categoría que las confiscaciones de
tierras y la deforestación de los comunes que mataron a millones de campesinos
blancos europeos durante el mismo periodo histórico.
La confiscación de las Américas a los pueblos indígenas se llevó a cabo
cuando la clase emergente de comerciantes y capitalistas se estaba preparando
para gobernar, reemplazando el decadente orden del feudalismo. Los siervos y
los campesinos fueron obligados a convertirse en trabajadores asalariados y a
venderse para poder sobrevivir. Durante este período de tiempo, miles de
británicos fueron ejecutados por "vagabundos", es decir, por el
delito de quedarse sin hogar. Millones de escoceses fueron obligados a
abandonar sus tierras durante la deforestación de las tierras altas.
Al igual que el comercio transatlántico de esclavos, la apropiación del
territorio mexicano y las muchas guerras emprendidas por los gobiernos
occidentales, estos crímenes no se llevaron a cabo en beneficio de los
estadounidenses promedio que resultan ser blancos. Sin duda alguna, las
horrendas realidades que rodean los orígenes de los Estados Unidos de América
fueron mucho, mucho peores para aquellos que llegaron a los Estados Unidos como
esclavos africanos, o para aquellos que fueron expulsados de sus tierras y
exterminados. Sin embargo, la inhumana ambición por las ganancias de una
pequeña elite adinerada no salvó a la clase trabajadora blanca. Los crímenes de
la esclavitud y del genocidio de los nativos fueron cometidos e impulsados por
los mismos monopolistas adinerados que explotaban hasta la muerte a millones de
personas blancas en talleres, o en la construcción de ferrocarriles por bajos
salarios y en condiciones horrendas.
El sistema global del
imperialismo
De hecho, las mismas fuerzas que han desindustrializado a los Estados
Unidos, reducido los salarios y que han manejado el flujo de opioides, han acumulado
su riqueza a través de la apropiación del territorio estadounidense. La forma
en que se distribuyeron las tierras de los Estados Unidos fue ampliamente
corrupta, ya que los "Rober Barons" del ferrocarril y los banqueros, por
medio de sobornos a los políticos, adquirieron la mayor parte de la vasta
riqueza y los recursos naturales de Estados Unidos. Aquellos que ejercen el
control de las grandes corporaciones multinacionales y los bancos no tienen
lealtad a los Estados Unidos ni a su población, y son quienes han estado a
cargo de la creación de un sistema financiero global que ha empobrecido a millones
de estadounidenses. El "sueño americano" de los años 1950 de una próspera
clase media se ha erosionado grandemente, mientras los monopolistas
internacionales enfrentan entre sí a los trabajadores de todo el mundo en una
"despiadada competencia" por salarios más bajos, empleo menos seguros
y austeridad.
El marxista William Z. Foster en su libro, "Outline Political History of
the Americas", describió la masacre de los indígenas, no como un crimen
del que se debe culpar a todos los blancos, sino como un crimen del
capitalismo. El pequeño grupo de banqueros con sede en Wall Street y Londres,
que ahora gobiernan el mundo, se apoderó del mismo mediante el horrible proceso
del colonialismo y ahora mantiene un sistema de monopolio global, calificado
por Vladimir Lenin como "Imperialismo: la etapa superior del
capitalismo". Exponer los crímenes en los que se fundamenta este orden
económico internacional no es un ataque contra los trabajadores blancos. Por el
contrario, expone cómo su ira y su indignación son justificadas, y cómo al
igual que otros alrededor del mundo que exigen autodeterminación e
independencia económica, comparten un enemigo en común. Oponerse al capitalismo
y luchar por el establecimiento de gobiernos que representen a la mayoría de
los trabajadores, y no solo a la élite multimillonaria, redunda en beneficio de
todos los estadounidenses de todos los orígenes.
Es la ausencia de lo que antes era común entre la "izquierda
estadounidense", la comprensión de la conciencia de clase, lo que ha
sentado las bases para tanta confusión en la política contemporánea.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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