domingo, 19 de mayo de 2019

Hoy condenará la audiencia, a un ladrón principiante, que no robó lo bastante; para probar su inocencia…

En fin, Guatemala no está al borde del abismo. Está ya en el fondo del abismo. Y lo que venga a futuro no será nada nuevo con las penosas perspectivas electorales que hay para las cercanas elecciones generales. Sociedad y país sin futuro, creo.

HOY CONDENARÁ LA AUDIENCIA,
A UN LADRÓN PRINCIPIANTE,
QUE NO ROBÓ LO BASTANTE;
PARA PROBAR SU INOCENCIA…
(Copla anónima española)


Por Luciano Castro Barillas

Los jueces menores y magistrados de las altas cortes de Guatemala están que dan miedo. Ninguno es de fiar, o quizá alguno. Es tal la inexistencia de justicia en nuestro país que todo ciudadano, pobre, está desamparado ante esta caterva de voraces inescrupulosos, auténticos depredadores, que han vaciado de contenido la virtud de dar a cada cual lo que le corresponde, es decir; justicia. La equidad, como bien supremo de la justicia no está en su ideario judicial, solo la transa, el dinero, la mentira. Por ello como dijera otro escritor español que escapa en este momento a mi memoria que (…) el lugar menos indicado para buscar la verdad son los tribunales de justicia, allí es el reino de la mentira.

Añosas y rancias afirmaciones que tienen lugar en todos los sistemas judiciales del mundo porque es tal la cooptación de la ideología capitalista en esas mentalidades, que ser oficiante del derecho, no está inspirado por un ideario social y solidario, sino de ascender socialmente a través de una trampa jurídica billetera donde los incautos que no se portan bien, peor sin son pobres; salen esquilmados o hundidos en las terroríficas cárceles públicas de Guatemala si no tienen dinero para desmentir lo que alguien ha dicho de ellos.

La división social en Guatemala se refleja hasta en las cárceles. Los ladrones de cuello blanco (empresarios, altos jefes militares y funcionarios públicos de alta gestión) tienen una cárcel confortable que les cuesta no poco dinero. Pero tienen de todo: alimentos que llegan de fuera y de los mejores restaurantes, no enchiladas del Mercado Central. Finos licores, chicas bonitas, aparatos electrodomésticos para hacerles la vida más confortable y, en fin, condiciones que en nada se asemejan a la cárcel de Pavón o Canadá, donde solo los jefes narcos disfrutan de esas prerrogativas. Así está el sistema de justicia en Guatemala, totalmente colapsado y a cero credibilidad, de cualquier empleado, grande o pequeño.

La retardación maliciosa en la aplicación de justicia empieza con el comisario de juzgado, el encargado de llevar las notificaciones al interesado. Lo hará cuando le venga en gana, pero lo hará inmediatamente si los familiares del procesado le untan de mantequilla monetaria la mano. Sigue el oficial, el que toma declaraciones. Después el secretario, hombre de confianza del juez y quien le pasa los expedientes prioritarios previo pago y sin respetar el orden cronológico, sin hay igualmente abundantes billetes de por medio. Y por último el juez, tiburón no con dos, sino cuatro filas de dientes que dará a los familiares del procesado la tan esperada mordida con potencia hidráulica: por su “dignidad” no puede cobrar poco, tiene que ser bastante, acorde a su rango ya su “saber”.

En fin, Guatemala no está al borde del abismo. Está ya en el fondo del abismo. Y lo que venga a futuro no será nada nuevo con las penosas perspectivas electorales que hay para las cercanas elecciones generales. Sociedad y país sin futuro, creo.





Publicado por La Cuna del Sol
USA.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario