sábado, 8 de junio de 2019

Cornada de burro de López Obrador contra los centroamericanos

López Obrador entró la curva de la pérdida de popularidad, porque retrató de cuerpo entero la terrible dependencia de la economía, la sociedad mexicana y los políticos mexicanos de la potencia del norte que tiene su satélite mestizo, moreno, o indio, girando alrededor de su blancura supremacista blanca


CORNADA DE BURRO
DE LÓPEZ OBRADOR
CONTRA LOS CENTROAMERICANOS


Por Luciano Castro Barillas

Como era de esperarse, Donald Trump torció el brazo como policía enloquecido del Bronx al presidente mexicano Manuel López Obrador, quien en aras de sus intereses nacionales y por el miedo a la imposición de los amenazantes aranceles del 5% hasta un 25%, cedió a sus “principios” democráticos e hizo de los centroamericanos las víctimas propicias, oportunas, en este juego electoral del presidente gringo que a cambio de obligar a López Obrador a construir el muro físico en la frontera entre Estados Unidos y México, lo obligó a construir el muro humano de 6,000 soldados en la frontera entre Guatemala y México, como valladar insalvable para evitar las migraciones ilegales de los desfavorecidos, empobrecidos pueblos de América Central.

Una acción policial de las fuerzas de seguridad mexicanas que de antemano está condenada al fracaso, porque los migrantes ya no pasarán por los puntos fronterizos legales, aduanales; sino lo harán por los miles de puntos ciegos, en condiciones más penosas, pero no por ello menos posible. Ninguno de los dos, el canciller Ebrard y los negociadores norteamericanos hablaron sobre las causas de la migración de los pueblos centroamericanos, cuya responsabilidad recae en primer lugar en los Estados Unidos que a lo largo de décadas y todavía en la actualidad, con sus nunca desmentidos apoyos a figuras antidemocráticas, ha perpetuado un sistema de injusticia social y económica que ha llevado a la hecatombe política de Centro América. Los pueblos y su desesperación por vivir son creadores y no habrá poder posible apostado en la frontera sur de México capaz de contener a los amplios contingentes de personas con hambre y con terror por la violencia política y pandilleril.

López Obrador, el izquierdista, cedió por el temor de llevar a una recesión en menos de 12 meses a la economía mexicana y no es tanto que proteja las exportaciones del campo mexicano, ya de por sí quebrado por el Tratado de Libre Comercio, sino para defender las inversiones extranjeras que importan tanto a los mexicanos, principalmente la industria automotriz, donde los alemanes tienen fuertes inversiones y son los que le dictaron a López Obrador y a su canciller Ebrard lo que tenía que hacer. Ciertamente ninguna industria norteamericana ha regresado a los Estados Unidos como pretendía Donald Trump, pero el no retorno empresarial ha dado estabilidad a la economía mexicana y ha abierto la posibilidad de inversiones públicas con el caso de la reconversión de la industria petrolera mexicana cuyo rescate es de miles de millones de dólares.

Los grandes perdedores en todo esto son los pueblos centroamericanos, a quien pareciera nadie les importa. Ofrecieron las autoridades mexicanas un insólito y precario premio de consuelo a los migrantes: documentación de sus casos y posibilidades de ingreso a territorio mexicano, con lo que, claro, no se resuelve nada. López Obrador entró la curva de la pérdida de popularidad, porque retrató de cuerpo entero la terrible dependencia de la economía, la sociedad mexicana y los políticos mexicanos de la potencia del norte que tiene su satélite mestizo, moreno, o indio, girando alrededor de su blancura supremacista blanca. Pobre realmente México: “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.





Publicado por La Cuna del Sol

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