viernes, 12 de julio de 2019

La frontera de la muerte

En la frontera, un territorio de nadie, con muro o sin muro, la muerte, como destino final, está al acecho de vidas, aspiraciones y sueños para fulminarlos de golpe. 


LA FRONTERA DE LA MUERTE



Es una descripción terrible pero muy real, muy apta para describir la frontera sur de los EE.UU, una de las más más transitadas del mundo, sino la más transitada, por miles de migrantes que a diario intentan cruzarla ilegalmente para poder llegar a la tierra prometida. Es el destino que aguarda a muchos de aquellos seres humanos que desafían o arriesgan todo al cruzarla. La frontera donde todo muere, los sueños, la esperanza, la vida misma. Un joven padre y su pequeña niña, sus cuerpos inertes, sin vida, son los mudos testigos de esa terrible realidad.

Eran dos inmigrantes indocumentados procedentes de un agujero de los descritos con desdén por el supremo jefe del Norte –de uno de los tantos agujeros que se esparcen por la geografía terrestre y que no son el producto o la creación de fuerzas o voluntades extraterrestres. Son de este mundo, de diseños y voluntades que mercantilizan y explotan insaciablemente todo aquello que les signifique cuantiosos beneficios económicos, sin reparar por un momento en las terribles consecuencias de su ambición desmedida. En su defensa dirán que es el orden natural de las cosas, que siempre habrá ganadores y perdedores, en fin se trata de un sistema que premia al más apto, al más fuerte y castiga al débil de voluntad.

Ellos eran dos inmigrantes indocumentados, sin visado, cuyo único delito era ser pobres que soñaban con una vida mejor en la tierra de la abundancia y el despilfarro, donde la pobreza existente no se asemeja a la de los agujeros al sur de la frontera. A la del Triángulo Norte, donde las grandes desigualdades sociales y económicas, la pobreza, la marginalización y la violencia crónicas son parte inseparable del diario vivir de una gran mayoría de personas que negados de un mínimo de bienestar y dignidad en sus vidas, sin opciones en un sistema estructurado para ignorar sus necesidades y existencia, no tienen más alternativa que la ruta de la emigración al Norte opulento en busca de una mejor vida para ellos y los suyos. Pero en la frontera, un territorio de nadie, con muro o sin muro, la muerte, como destino final, está al acecho de vidas, aspiraciones y sueños para fulminarlos de golpe. 

Esa dolorosa escena de los cuerpos sin vida del joven padre y su pequeña hija, es una muestra muy clara, no solo, de lo trágico implícito en la migración indocumentada, sino del cinismo y oportunismo de aquellos que buscan afanosamente beneficiarse política y económicamente de quienes, en busca de una mejor vida en tierras extrañas, terminan convirtiéndose en inmigrantes “ilegales” con todos los riegos que esa designación implica. Pero sin duda lo más sobresaliente de todo esto es que pone al descubierto las consecuencias nefastas de las políticas económicas implementadas a todo lo largo y ancho de la región, no para salir del subdesarrollo y la pobreza, como a menudo se dice, sino para acrecentar la brecha económica entre los que tienen y los que nada tienen; entre el Norte opulento y  soberbio que impone su voluntad y el Sur pobre y en total estado de sumisión.  

Bajo esas condiciones, es imposible que miles de personas no tomen la decisión de salir de sus países y arriesgar sus vidas en busca de mejores horizontes. Las condiciones de pobreza generalizada en el campo y las ciudades son los grandes estímulos que provocan las masivas oleadas de migrantes hacia el norte, y mientras esas condiciones permanezcan inalterables, la migración y la muerte continuaran siendo cosa de todos los días, no importa cuántos planes de la Prosperidad o Marshall se busque implementar  o cuanto se fortifique la frontera con muros y militares. La frontera será mortal, pero no infranqueable, sobre todo cuando es desafiada por la desesperación y el anhelo de miles por una vida mejor; un derecho que no se le puede negar a ningún ser humano.






Publicado por La Cuna del Sol

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