Un narcopresidente es el
mejor aliado de Washington en una conflictiva y azotada Centroamérica
"ES NUESTRO HIJO DE
PUTA": JUAN ORLANDO HERNÁNDEZ
ES EL PARADIGMA DE GOBIERNO
DE EEUU PARA LA REGIÓN
El perfil de este presidente aliado a Estados Unidos ayudará a conocer que
solo esa condición convierte a un político en "estadista",
"demócrata" y "campeón en derechos humanos". Aun cuando los
hechos digan otras cosas.
ASCENSO CORRUPTO AL PODER
Juan Orlando Hernández (JOH) fue diputado del Congreso de la República que
destituyó en 2009 a Manuel Zelaya por intentar consultar a los ciudadanos,
mediante comicios que se realizarían el domingo 28 de junio, si aceptaban
colocar una cuarta urna en las elecciones generales que se realizarían en
noviembre de 2013. El motivo de consulta era para saber si la población estaba
de acuerdo en hacer modificaciones a la Constitución de la República.
Luego en 2012, como Presidente del mismo Congreso de la República, promovió
la destitución de cuatro magistrados de la Corte Suprema y los reemplazó por
magistrados afines a su partido político. Esos mismos magistrados avalaron el
resultado de las elecciones generales del año siguiente en las que el mismo JOH
se hizo Presidente, con un control absoluto del Legislativo, Judicial y del
organismo electoral.
Se dice que hubo hechos fraudulentos que invalidarían dichos resultados,
eventos como compra de votos (hasta por 25 dólares), venta de credenciales de
mesa electoral, violencia e intimidación de votantes, complicidad mediática (el
día de las elecciones medios estatales y privados ocultaron asesinatos de
activistas y la detención de trabajadores electorales) y apoyo extranjero
(Estados Unidos, Unión Europea y la Organización de Estados Americanos
calificaron de transparentes las elecciones sin haber concluido el proceso).
Además, 18 candidatos y activistas del Partido Libertad y Refundación
(Libre), al que pertenece Zelaya, fueron asesinados durante la campaña.
En contra de lo dispuesto por la misma Constitución Política que JOH
"protegía" durante el golpe de 2009, la Corte Suprema de Justicia
hondureña en 2016 declaró "legal" sus aspiraciones a la reelección
presidencial, aun cuando la oposición y movimientos sociales exigían consulta
popular para dirimir dicho caso.
QUE USURPE SIN CESAR Y
DESAPAREZCAN LOS OBSTÁCULOS
El 26 de noviembre de 2017 los primeros resultados daban como ganador a
Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición contra la Dictadura,
frente conformado por el Partido Anticorrupción (PAC, del cual es fundador), el
Partido Innovación y Unidad y el Partido Libre.
A tres días de los comicios, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) no ofrecía
los resultados definitivos. En su página web iban cambiando los números a
cuentagotas y los últimos datos ya favorecían a JOH, medios alternativos
afirmaban que el mecanismo según el cual se estaría llevando a cabo el fraude
consistía en contabilizar las actas del candidato oficialista mientras que las
de Nasralla eran dejadas en "monitoreo".
Aunque primero se evidenciaba una ventaja considerable de Nasralla, luego
el sistema de votación electrónica salió del aire. Cuando el sistema se reanudó,
JOH estaba ganando, luego fue proclamado vencedor por un estrecho margen y los
observadores internacionales reportaron "fuertes indicios de fraude
electoral", un recuento parcial le dio la victoria y lo que siguió fueron
protestas masivas y calles militarizadas.
El 17 de diciembre, el TSE proclamó oficialmente a JOH como presidente
electo, la delegación de observadores electorales de la OEA recomendó que se
descartaran los resultados y que se celebraran nuevas elecciones. El 20 de
diciembre un alto funcionario del Departamento de Estado dijo que, a menos que
se presenten pruebas adicionales de fraude, el gobierno de los Estados Unidos
"no ha visto nada que altere el resultado final".
Hasta el 22 de diciembre de ese año, las organizaciones de derechos humanos
en el país contaban con más de 30 personas asesinadas por las fuerzas de
seguridad, de las cuales al menos cuatro tenían menos de 18 años.
Durante los años del gobierno de JOH han llovido denuncias de
desapariciones, brutalidad militar, torturas, asalto a los trabajadores que
defienden sus derechos, así como señalamientos de corrupción.
Desde el golpe de 2009, entre las víctimas de la desaparición se encuentran
docenas de defensores LGBT, más de 100 activistas por los derechos a la tierra
como Berta Cáceres, más de 30 periodistas, activistas laborales y al menos 20
candidatos y organizadores de la oposición.
Su formato de gobierno no se distancia de los tiempos de la Guerra Fría en
los 70 y 80, cuando dictadores apoyados por Washington campeaban por Suramérica
y el Caribe. Lo evidencian tanto los asesinatos de campesinos opuestos a
convertir sus propiedades en plantaciones de palma para crear energía
"verde" y varios proyectos mineros, como el cierre de estaciones de
radio indígenas garífunas que han sido utilizadas para movilizar la oposición
ambiental a las minas, represas y proyectos hidroeléctricos.
CONTROLAR A LOS "BAD
HOMBRES"
El término "bad hombres" fue utilizado por Donald Trump, magnate
presidente de Estados Unidos, para vincular a los inmigrantes provenientes de
Centroamérica con la criminalidad que vive un país que, solo en 2019, ha vivido
bajo el terror de más de un tiroteo diario, ninguno ocasionado por latinos.
Lo cierto es que bajo el gobierno de JOH ha aumentado el flujo de
hondureños huyendo de la pobreza. Aunque en los años 80 Honduras fue uno de los
países receptores más importantes para desplazados que huyeron de conflictos
armados y la situación económica, política y social de sus países vecinos.
A partir de los 90 incrementó la emigración masiva de Honduras, no causada
por conflictos armados, sino a consecuencia de las crisis económicas y los
sucesivos ajustes estructurales neoliberales establecidos en el llamado
Consenso de Washington.
En la actualidad, la situación económica del país, el desempleo, la
pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades y la violencia se encuentran
entre los impulsores de la diáspora masiva de la población hondureña. El
Instituto Nacional de Estadística de Honduras (INE) reporta que, en junio de
2016, un 60.9% de los hogares hondureños vivían en la pobreza y un 38.4% en
pobreza extrema.
En 2012, el porcentaje de hogares en pobreza estuvo en un nivel todavía más
alto (71.1% según el INE, 2016). Con un Coeficiente de Gini de 0.54 en 2013,
siendo cero el ideal, el nivel de desigualdad es alto en Honduras (Banco
Mundial, 2017). Aunque en junio de 2016, la tasa de desempleo se encontraba en
un 7.4% a nivel nacional, especialmente los jóvenes poseen dificultades de
acceso a fuentes de trabajo, esto se refleja en una tasa de desempleo de 16.2%
para hondureños de entre 19 y 24 años (INE, 2016).
Honduras ha llegado a poseer, bajo el gobierno de JOH, la tasa más alta de
homicidios intencionales por 100 mil habitantes en el mundo (75 en 2014, 93 en
2012) (Banco Mundial, 2016), así como la tasa más alta de feminicidios por cada
100 mil mujeres (13.3 en 2014) en América Latina y El Caribe.
En los últimos años, también se notaron grandes flujos de retorno, sobre
todo forzado, de migrantes hondureños. En 2016, último año de gobierno de
Obama, 21 mil 994 hondureños fueron deportados desde EEUU y 50 mil 964 desde
México (más del doble respecto a 2010).
Tales operaciones, además de constituir violaciones a derechos de las personas,
contribuyen a empeorar su seguridad, considerando que para evitar las
autoridades muchos deciden tomar rutas cada vez más peligrosas y enfrentar
altos riesgos ambientales y personales que resultan en homicidios, lesiones,
secuestros, extorsiones, desapariciones forzadas, robos y otros delitos.
Todo esto detonó una crisis en octubre de 2018 cuando un grupo de personas
bajo la denominada Caravana Migrante, muchos de ellos hondureños, salió desde
San Pedro Sula con la intención de llegar a la frontera norte de México. Sus
integrantes, unos 2 mil hombres y mujeres adultos, así como adolescentes y
niños, deseaban solicitar asilo en Estados Unidos.
Por su parte Trump tuiteaba que "¡Estados Unidos ha informado
firmemente al presidente de Honduras que si la gran caravana de personas que se
dirige a los Estados Unidos no se detiene y regresa a Honduras, no se dará más
dinero ni ayuda a Honduras, con efecto inmediato!". Horas después,
mientras otros presidentes asumían una actitud de rechazo a estas palabras,
pero sin hacer referencia al tuit, JOH pidió a los hondureños que formaban
parte de la caravana que desistieran de sus planes.
QUE MANTENGA A LOS "BAD
HOMBRES" CERCA… MUY CERCA
En enero de 2015, Devis Rivera, líder del cartel hondureño Los Cachiros,
estaba entre los capturados y extraditados para ser juzgados en el Distrito Sur
de Nueva York. En su confesión señaló a Fabio Lobo, el hijo de Porfirio Lobo
(ex presidente compañero de partido de JOH), quien fue arrestado más tarde en
Haití y condenado a 24 años en Manhattan. Su entorno policial, que facilitó el
paso de drogas, fue arrestado en Honduras y también juzgado en Estados Unidos
junto a importantes banqueros. Tal parece que los "bad hombres"
salieron de Honduras a las cárceles estadounidenses.
El hermano de JOH, Juan Antonio, alias "Tony", fue llamado a
Washington para responder por su presunta relación con un traficante importante
a la vez que, en un caso diferente, un traficante mexicano delató ante la DEA
al entonces ministro de seguridad de JOH, Julian Pacheco, un antiguo aliado del
ejército estadounidense, graduado de la Escuela de las Américas en Fort
Benning, Georgia. El informante también dijo que fue el hijo de Lobo quien le
presentó a Pacheco.
Según los fiscales federales, Tony se comprometió en 2014 a ayudar a
Rivera, con quien trabajó por más de una década, a conseguir que entes
gubernamentales pagaran el dinero que se les debía a las compañías lavadólares
de Rivera. Este dijo que le pagó a Tony 50 mil dólares de
"agradecimiento".
Tony fue finalmente arrestado en Miami en 2018, dos años después de que se
descubriera que era una "persona de interés" en una investigación de
Estados Unidos. Se dice que, junto a sus compañeros, está conectado con las
Maras Salvatrucha ("MS-13") y Barrio 18, ambas fundadas en la ciudad
de Los Angeles.
Por su parte Rivera admitió orquestar unos 78 asesinatos a lo largo de más
de 10 años, entre los muertos había personas que describió como matones,
violadores y pandilleros, también un abogado, dos periodistas, un refugiado
hondureño en Canadá, un funcionario que se convirtió en el zar antidrogas
hondureño y un político que era su asesor; incluso dos niños resultaron muertos
en un tiroteo.
El capo se puso en contacto con la Administración de Control de Drogas
(DEA, por sus siglas en inglés) y les ofreció su ayuda para inculpar a
políticos corruptos y otras élites que convirtieron a Honduras en un corredor
masivo de cocaína hacia Estados Unidos, el primer consumidor mundial, a través
de México.
La oferta aparecía cuando Honduras, un aliado leal de Estados Unidos en
cuyo territorio se encuentra una base militar estadounidense, estaba al borde
del caos interno. El país estaba plagado de narcotraficantes y Maras, tenía una
de las tasas de homicidios más altas de todo el mundo. Según el Departamento de
Estado, era la primera parada de cerca del 80% de los vuelos sospechosos de
transportar drogas desde Suramérica.
Según dijo uno de los fiscales en una audiencia celebrada el 5 de
septiembre de 2017, las pruebas demuestran una red de "tráfico de drogas
patrocinada por el Estado". Los investigadores tenían pruebas de que el
expresidente Lobo aceptó sobornos para proteger a los traficantes, y sospechan
que pudo haberse financiado la campaña de JOH con narcodólares.
Se descubrió también que, en 2013, Rivera grabó en secreto una conversación
con otro narcotraficante hondureño que afirmó haber hecho un pago de 250 mil
dólares supuestamente para JOH, aunque no indica si este recibió ese dinero. Su
gobierno atribuyó la acusación a narcotraficantes que han sido objeto de su
campaña antidrogas y el mandatario afirmó que "es lógico, e incluso
predecible, que los delincuentes que se han visto afectados por las acciones de
nuestro gobierno tengan sentimientos de odio y resentimiento contra quienes han
tomado esas decisiones".
SIEMPRE QUE SEA NUESTRO, NO
HAY PROBLEMA
Honduras ha sido un portaaviones de Estados Unidos en Centroamérica durante
mucho tiempo: la nación del Triángulo del Norte sirvió de base para
contrarrestar la influencia soviética en América Latina durante la década de
1980. Sin embargo, a otros países se les consideran Estados fallidos por menos
de lo que la burguesía hondureña provoca con una acumulación voraz de tierras,
recursos y renta, lo que da pie para que las potencias intervengan a favor de
esas mismas élites para imponerse.
El perfil de JOH es el que Washington quiere lograr con Juan Guaidó, un
operador financiado y amparado en sus desafueros por un entramado de poder que
imponga condiciones cuando algo se salga de las manos.
En este caso aplica aquella frase de Kissinger: "Puede que sea un hijo
de puta, pero es nuestro hijo de puta".
Publicado por La Cuna del Sol
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