martes, 11 de agosto de 2020

Líbano, una tierra por siempre ocupada y por siempre dividida

El Mandato Francés de 1920 al parecer no ha terminado porque el presidente de Francia, Enmanuel Macron se hizo presente en el Líbano a las 48 horas de la tragedia, no para expresar su solidaridad por la muerte de 160 personas y 6,000 mil heridos, sino para presionar en privado lo que se le debe a Francia y que deben de ponerse pilas para pagarle a los acreedores franceses.

 

LÍBANO,
UNA TIERRA POR SIEMPRE OCUPADA
Y POR SIEMPRE DIVIDIDA


Por Luciano Castro Barillas 
Escritor y analista político
La Cuna del Sol

Tierra ancestral que exploró, colonizó y creó las rutas comerciales desde los tiempos profundos de la humanidad. Antes que los griegos y los romanos, los fenicios fueron los maestros de la navegación y todo el mar Mediterráneo fue documentado con cartas navales que hacía posible saber a estos hombres de la más remota antigüedad a dónde se dirigían, sin ir en un bote a tontas y locas en un mar desconocido. Los libaneses actuales tienen fincadas sus raíces históricas, culturales y étnicas en los antiguos fenicios, creadores del alfabeto y del cálculo aritmético con el que fue posible superar los escritos ideográficos de los egipcios, por ejemplo, y volver las ideas totalmente sonoras cuando crearon un idioma escrito. Gloria mayor no creo que la haya.

Dieron sentido verdaderamente civilizador a la humanidad entera. Tiro, Sidón, Beritos, Biblos y Baalbek; tres mil años antes de Cristo, eran pueblos totalmente civilizados, en tanto en Europa, incluida Roma y Grecia, eran pueblos casi salvajes. Pero ese esplendor del pasado y su riqueza no es la del Líbano de hoy. Desde 1920 que se crea una seudo república, El Gran Líbano, por el Mandato Francés, el pueblo del Líbano no ha podido salir adelante. El colonialismo europeo no lo suelta.

El Líbano inmediato, de la década de los años ochenta, viene marcado por la violencia y baste recordar que la mal recordada masacre de Sabra y Shatila, donde se masacraron a 3,500 palestinos en un campo de refugiados, fue llevada a cabo por las fuerzas ultraderechistas de Bashir Gemayel, un católico maronita educado en Europa y muy identificado con los israelíes y que días atrás había pasado a mejor vida desintegrado por un colosal bombazo con 26 de sus seguidores en sede de su partido La Falange Libanesa. Todo esto ocurría en el contexto de la Guerra Civil del Líbano entre la izquierda libanesa musulmana empobrecida y la acomodada clase social de los católicos maronitas identificados con occidente, es decir, con los colonialistas.

Ronald Reagan y Ariel Sharon apoyaban indudablemente a Gemayel y estaban acantonados, como siempre, donde nadie los había llamado y donde nada se les había perdido. Esta actitud injerencista del imperialismo norteamericano y francés fue pagado caro por una nueva fuerza política que surgía, la Jihad Islámica, quien le dio tremendo batacazo a los cuarteles de las fuerzas estadounidenses en Beirut cobrándose la vida e 241 marines, 58 paracaidistas franceses y 6 civiles serviles libaneses que por andar de alfombra les tocó recibir de lo bueno.  El conflicto fue tomando el rumbo de la pacificación con tanta muerte y por una profunda crisis económica que los sucesivos gobiernos tuvieron que recurrir al crédito externo, a tal punto, que la deuda externa del Líbano experimentó un crecimiento exponencial, siempre para arriba, desde 1983.

Pequeños paréntesis de tranquilidad, no de paz, permitieron a los libaneses vivir con menos presión, pero cuarenta años después ese modelo socioeconómico entró en crisis. La polarización política no cede y la derecha católica y de mejor ingreso sigue confrontada con los musulmanes pobres e identificados con la izquierda nacional y antiimperialista. Para agregar sal a la herida del pueblo libanés se da lo de la explosión de las 2,750 toneladas de nitrato de amonio hace apenas una semana,  que fuera transportado desde 2013 por el buque ruso MV Rhousus y que irresponsablemente se mantuvo por muchos años en las bodegas del puerto de Beirut.

El Mandato Francés de 1920 al parecer no ha terminado porque el presidente de Francia, Enmanuel Macron se hizo presente en el Líbano a las 48 horas de la tragedia, no para expresar su solidaridad por la muerte de 160 personas y 6,000 mil heridos, sino para presionar en privado lo que se le debe a Francia y que deben de ponerse pilas para pagarle a los acreedores franceses. Lo de la hiperinflación no le importa, ni mucho menos lo de la violencia endémica entre católicos y musulmanes, ni tampoco los muertos. En esta tierra convulsa como en río revuelto, la ganancia es para los pescadores.

¿Qué viene para el Líbano? Más de lo mismo. Estabilidades transitorias y agudización de la pobreza. Toda esta situación inestable, en permanente crisis sociopolítica, le hace un favor a Israel, cuyo régimen sionista se refocila al ver lo que pasa. El único aliado al norte y al oriente de esta tierra otrora poblada de cedros, son los sirios. Que siempre han estado con este pueblo que tanto ha sufrido en las buenas y en las malas.



Publicado por La Cuna del Sol

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