Biden probablemente evitará continuar con los aranceles impuestos por Trump, pero seguirá presionando económicamente a China a través de sanciones específicas a individuos, empresas, industrias o regiones enteras, como Xinjiang.
¿CAMBIARÁ BIDEN DE RUMBO EN
RELACIÓN A CHINA? RAZONES PARA DUDAR.
Izak Novák
izaknovak.wordpress.com
El inminente arribo de Biden a la presidencia de
Estados Unidos ha generado cierta expectativa entre los observadores de que
Biden tratará de adoptar una posición más "moderada" hacia China. Si
bien distanciarse de una Nueva Guerra Fría con China es lo mejor para todos -al
menos para aquellos que no forman parte de la clase dominante imperial- existen
importantes razones materiales e ideológicas por las que esta Nueva Guerra Fría
estalló en primer lugar. De hecho, hay indicios de que la administración de
Biden al menos mantendrá la postura actual en contra de China, de otro modo
intensificara sus tácticas de guerra híbrida.
Mi hipótesis es que Biden probablemente evitará
continuar con los aranceles impuestos por Trump, pero seguirá presionando
económicamente a China a través de sanciones específicas a individuos,
empresas, industrias o regiones enteras (Xinjiang es una de ellas). Los
aranceles comerciales son una línea peligrosa para el capital estadounidense,
ya que está batallando por mantener la relevancia en un orden internacional en
el que China está tomando progresivamente la delantera con nuevos acuerdos
comerciales. El consenso neoliberal tiene una base profunda en el Partido
Demócrata y los aranceles al estilo de Trump simplemente no forman parte de su
repertorio. Sin embargo, las sanciones por razones “humanitarias” o de
“seguridad nacional” han sido durante mucho tiempo una herramienta utilizada
por ambos partidos y se puede argumentar que son más efectivas al tiempo que
brindan la cobertura ideológica necesaria. De igual manera, espero que Biden
continúe con la propaganda y la guerra psicológica contra China sobre
cuestiones cruciales (Xinjiang, BRI, HK, Tíbet, Taiwán, etc.), ya que esto
también favorece la línea de "intervención humanitaria" que el
Partido Demócrata ha perfeccionado durante décadas. Finalmente, anticipo que
Estados Unidos intentará una estrategia
de "contrapeso" a través de la profundización de las relaciones con India, Japón y varios otros países de la
región, al tiempo que se asegura de que los países indecisos no se
"desvíen" demasiado hacia China. En este contexto, la Iniciativa de la
Franja y la Ruta será un enfoque primordial para los EE.UU.
Probablemente, la señal más reveladora de la
intención de Biden hacia China está plasmada en la elección de Kurt Campbell para
el cargo de Coordinador de la estrategia
Indo-Pacífico dentro del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en
inglés). Campbell fue uno de los arquitectos clave del infame "Pivote Asiático"
de Obama, que reposicionó los activos imperiales y la atención de Estados
Unidos hacia el Pacífico (léase: China). El resultado de este giro fue el reforzamiento
de las alianzas colaboracionistas en Asia para trasladar parte de la responsabilidad
de "manejar" el ascenso de China a otros países.
Campbell tiene una larga historia en el sistema
imperial de los Estados Unidos, como se detalla en un artículo reciente
del Daily Beast. Campbell fue también cofundador del CNAS,
un pequeño think tank de los tantos que proliferan en Washington DC. CNAS
cuenta entre sus donantes con el elenco habitual de participantes:
CNAS es relativamente pequeño, con unos 30
empleados y un presupuesto por debajo de los $ 6 millones. Entre los donantes más importantes de la
organización sobresalen, Northrop Grumman Aerospace Systems, Open Society
Foundation, Airbus Group, The Boeing Company, Chevron Corporation, Lockheed
Martin Corporation, Raytheon Company, the Taipei Economic and Cultural
Representative Office, the United States government, BAE Systems, BP America
and Exxon Mobil Corporation.
Si Biden quisiera indicar una disminución de las
tensiones entre Estados Unidos y China, Campbell no habría sido seleccionado
para este papel.
Además, es importante recordar que la ruptura de “The Bargain” entre
Estados Unidos y China (ver mi ensayo, La guerra contra China) tiene causas ideológicas y materiales de
larga duración. De hecho, el “Pivot Asiatico” en sí mismo puede verse como una
encarnación moderna de la estrategia a largo plazo de los Estados Unidos de
contención de China, que se remonta al menos a la década de 1960 y las guerras
estadounidenses contra Vietnam y en todo el sudeste asiático.
El deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China puede
entenderse en gran medida como el reconocimiento del capital estadounidense de
que las reformas de mercado de la economía china no lograron derrocar al PCCh
ni al sistema de gobierno de la República Popular China. Por el contrario,
estas reformas fortalecieron la legitimidad del PCCh ante los ojos del ciudadano
chino promedio, ya que fueron testigos de un crecimiento sin precedentes en la
riqueza pública, los ingresos, la infraestructura y en la estatura de China en
las relaciones internacionales.
Aún más fundamental, esta "Nueva Guerra Fría" o guerra híbrida
contra China puede verse como una reacción a la declinante capacidad del
imperio estadounidense para extraer enormes beneficios de China. Un estudio de gran
relevancia de Zhiming Long y varios colaboradores, el cual se
publicó en Monthly Review en octubre, proporciona evidencia empírica sobe esta
afirmación. Los autores encontraron que Estados Unidos ha dependido, durante
décadas, de la explotación de China en la forma de un intercambio desigual. Sin
embargo, en los últimos años China ha revertido este intercambio desigual.
Ellos encontraron que “China ha logrado reducir la importancia de este
intercambio desigual, con su desventaja en la transferencia de riqueza
disminuyendo gradualmente: la proporción de esta transferencia desfavorable en
el valor agregado chino cayó de -3.7% a -0.9% entre 1995 y 2014 ".
Los autores plantean además la hipótesis de que “la guerra comercial
lanzada por Washington contra Pekín, en el contexto de la 'Nueva Guerra Fría',
podría interpretarse como un intento de la administración Trump de frenar el
lento y continuo deterioro de los beneficios que Estados Unidos ha logrado
extraer de su comercio con China durante al menos cuatro décadas, y así también
mantener su hegemonía mundial que se desmorona”. Encuentro convincente esta
hipótesis. Sin embargo, lo que también indica es que, la ruptura del trato
entre Estados Unidos y China tiene bases materiales que van más allá de la
ideología. Esto representa una contradicción que debe resolverse en el sistema
mundial si Estados Unidos desea mantener su papel hegemónico.
Con ese fin, creo que es un error poner demasiado énfasis en el individuo en
particular que administra el imperio estadounidense y, en cambio, fijar la
atención en sus imperativos estratégicos fundamentales. Estoy bastante seguro
de que el propio Trump no formuló la estrategia actual de Estados Unidos sobre
China y creo que Biden se apoyará en gran medida en estrategas como Campbell a
medida que responden a los cambios tectónicos que se están produciendo
actualmente en el sistema mundial. Si bien las tácticas pueden evolucionar, los
objetivos estratégicos seguirán siendo los mismos, como lo han sido durante
décadas.
Publicado por La Cuna del Sol
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