No son magistrados en el sentido de la magnificencia de esta grande investidura que les otorga el Estado a los verdaderos jurisconsultos. No son letrados tampoco, porque serlo, por ejemplo, implica que serían unos hombres que los principios de la doctrina del derecho inspiran su ejercicio profesional, pero sobre todo su vida.
LOS MAGISTRADITOS
Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
No son magistrados en el sentido de la
magnificencia de esta grande investidura que les otorga el Estado a los
verdaderos jurisconsultos. No son letrados tampoco, porque serlo, por ejemplo,
implica que serían unos hombres que los principios de la doctrina del derecho inspiran
su ejercicio profesional, pero sobre todo su vida. Más que jurisconsulto, un letrado; es un
ciudadano ejemplar en el amplio sentido de la palabra. Un hombre de bien. Un
ciudadano respetable y no un sujeto arrogante enloquecido por la codicia del dinero
y el poder. Que no construye, sino destruye. Que no fortalece la democracia
sino la debilita. Que sus resoluciones son caprichosas, retorcidas, crípticas,
con un único fin: para que nadie las entiende y se constituyen en una especie
de gongoristas jurídicos, negando un principio fundamental en las ciencias y en
las artes: el de la comunicación.
Quien no se hace entender de la manera debida
con los que menos entienden, de veras que no entiende nada. Así pasa en las
altas esferas donde se cocina el lenguaje críptico e inaprehensible de los
leguleyos. Lenguaje hecho para engañar. Lenguaje ritual engañador. Lenguaje, al
final, obsceno e infame de quienes gozan de las mieles del poder. Ya ve, qué
podemos decir de la señora Dina Ochoa, designada por uno de los Congresos
Nacionales más corruptos; toda una morralla de pillos que osan todavía invocar
que se les trate como Hijos de la Patria. Se puso las yinas en todo con Jimmy
Morales y no vaciló en acompañar al gringo hechizo, Degenhart, para suscribir
los acuerdos con Donald Trump de Tercer País Seguro. Y Leyla Lemus, bueno otro
caso patético. Vinculada sin disimulos a empresas farmacéuticas a las que ha
tratado de favorecer con adjudicaciones en el Instituto de Seguridad Social.
Sus mañas son apañadas y ahora encubiertas por el Giammattei, El Chenco Desalmado. Allí van juntos,
aplacándose mutuamente sus respectivos entuertos. Y de Roberto Molina Barreto,
tanto que hablar y al final ya nada que decir.
Son los domésticos de la hija del genocida,
Zury Ríos para que ella puede participar en las próximas elecciones en la
convicción que pedirle el voto al pueblo de Guatemala, después de los
antecedentes del genocida, eso no lo hace ni lo hará acreedor de alguna sanción
moral, por el contrario, son muchos los imbéciles que les fascina hasta la
fecha sus abusos y sus crímenes. Y Néster Vásquez. Bueno, al mejor estilo
electoral de años atrás, coordinó con el Ministerio de Ambiente los buses que
“acarrearon” a los abogados que trabajan con el Estado para ir a votar. Se queda
naufragando en ese mar proceloso, intimidante, con olor a mierda, la digna
magistrada Gloria Porras, designada por el Consejo Superior Universitario.
Pero no todo está dicho y no es para que
celebren. Las aguas se mueven en ambas Cámaras, de Representantes y el Senado,
para irles acortando la pita. Ya dejó el senador Leahy las formalidades
diplomáticas porque las cortes guatemaltecas entorpecen sus planes imperiales
para Centro América, sobre todo con la migración y el narcotráfico. Dijo, entre
otras cosas algo muy revelador: (…) que
la Corte de Constitucionalidad está siendo atacada por el Congreso y el
Ejecutivo. Si los magistrados de la corte son reemplazados por compinches de
las otras ramas del gobierno, se perderá cualquier apariencia de un sistema de
justicia creíble.
Publicado por La Cuna del Sol
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