La alianza de derecha está llevando su asociación bilateral “a nuevos niveles políticos y económicos”
ISRAEL Y COLOMBIA: UNA
RELACIÓN
CADA VEZ MÁS ESPECIAL
Belen Fernández
Middle
East Eye
En agosto pasado, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el
presidente colombiano, Ivan Duque, realizaron una videoconferencia conjunta
para lanzar un nuevo acuerdo de libre comercio entre sus países.
El comunicado de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel
indicó que el acuerdo "crearía oportunidades para la economía israelí en
varios campos, incluida la agricultura, la tecnología y la medicina".
Duque también se comprometió a abrir una "oficina de innovación"
en la Jerusalén ocupada, que aparentemente fue la solución provisional de
Colombia para lamer el trasero de Israel sin desafiar irreparablemente a los
palestinos y al derecho internacional al trasladar repentinamente la embajada
de Colombia a la autoproclamada capital de Israel.
Credenciales
“antiterroristas”
El comunicado de prensa citó a un Netanyahu entusiasmado de que la
"plataforma de cooperación" entre Israel y Colombia "llevaría
nuestra asociación, nuestra amistad, nuestra hermandad... a nuevos niveles
políticos y económicos". El primer ministro elogió a su homólogo: “Iván,
tu liderazgo en la lucha contra el terrorismo es un ejemplo para el resto de
América Latina”.
Por supuesto, dado que la versión de Netanyahu de la lucha contra el
terrorismo incluye cosas como la matanza de palestinos a diestra y siniestra,
no es difícil adivinar lo que podrían implicar las credenciales "antiterroristas" de Duque. Desde
que el líder derechista asumió el poder en 2018, se ha producido un aumento de
las masacres en Colombia, muchas de las cuales implican al gobierno.
Duque ha sido un acérrimo oponente del llamado proceso de paz con las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el movimiento guerrillero
de izquierda que surgió en la década de los 60 como respuesta al panorama
interno de tiranía de élite e injusticia asfixiante.
Aunque aparentemente un acuerdo de paz fue firmado en 2016 para poner fin a
la larga guerra civil del país, la "paz" resultó ser más una continuación
de lo mismo de siempre, sirviendo únicamente como una hoja de parra. Los
asesinatos de activistas de derechos humanos y otros similares no se han
detenido, sin embargo, en opinión de Duque, la mera invocación de la palabra
"paz" es aparentemente un anatema, razón por la cual él y Netanyahu
disfrutan de esa "hermandad".
Ejecuciones extrajudiciales
Sin duda, la asociación israelí-colombiana no es nada nuevo. Un despacho en el sitio web de la BBC
en español recordó la afirmación del fallecido presidente venezolano Hugo
Chávez, hace más de una década, de que Colombia era el "Israel de América
Latina", una evaluación válida, sin duda, a la luz de hábitos nacionales
compartidos, como los asesinatos extrajudiciales y desplazamiento forzado de
comunidades indígenas.
Carlos Castaño, un actor importante detrás del surgimiento de las
formaciones paramilitares colombianas, cuyas funciones principales incluyen
asistir en la violencia de extrema derecha por parte del Estado, admitió haber copiado
el concepto paramilitar de los israelíes después de una sesión de entrenamiento
en Israel en 1983.
Colombia también ha sido durante mucho tiempo un colaborador privilegiado
de la industria de armas israelí, y el ex presidente colombiano Juan Manuel
Santos, el predecesor de Duque, protagonizó un video promocional de 2011 para una
empresa de seguridad privada israelí. Este mismo Santos dio una animada respuesta
a la crítica de Chávez: “Incluso nos han
acusado de ser los israelitas [sic] de América Latina, lo que personalmente me
hace sentir muy orgulloso”.
A la mitad del artículo de la BBC, Santos aparece riéndose en una
fotografía con Netanyahu -el pie de foto en el que se especifica que, tanto
como presidente como durante su anterior puesto como ministro de Defensa bajo
Álvaro Uribe, Santos fue "uno de los principales proponentes de la
relación especial", en parte debido a su "amistad" con el primer
ministro israelí.
Unos párrafos más arriba, el propio Uribe aparece sonriendo en el asiento
del pasajero de un vehículo conducido por el ex presidente de Estados Unidos,
George W. Bush. La leyenda destaca que la alianza de Estados Unidos con
Colombia en la lucha contra el "terrorismo" también constituyó un
"punto de inflexión" positivo en las relaciones entre Israel y
Colombia, lo que resultó en un belicoso menage a trois, por así decirlo.
Límites extremos de la
ironía
De hecho, toda la "guerra contra el terror" ha sido una tomadura
de pelo. Como corresponde a la contralógica de la guerra, el trío en cuestión
en este caso -Estados Unidos, Israel y Colombia- se ha dedicado a aterrorizar
diligentemente a las poblaciones en nombre de la lucha contra el terrorismo.
Uribe, por ejemplo, presidió el escándalo de los "falsos
positivos" en el que supuestamente el ejército colombiano mató a más de 10 000 civiles y luego
disfrazó los cadáveres como guerrilleros "terroristas", lo que
facilitó el pago de bonificaciones y otros beneficios para cada uno de los
soldados, y validó el ingreso de la gigantesca ayuda militar estadounidense.
Santos, quien durante su mandato como ministro de Defensa fue cómplice
natural del asunto, posteriormente ganaría un Premio Nobel de la Paz por sus “decididos esfuerzos” para poner fin
al conflicto colombiano, poniendo así a prueba aún más los límites extremos de
la ironía.
También se han arrojado enormes sumas de dinero al ejército israelí, que
disfruta de la dudosa ventaja de operar bajo la suposición efectiva de que
todos los palestinos son terroristas por naturaleza, lo que significa que ni
siquiera es realmente un "escándalo" cuando las masacres de civiles
ocurren regularmente.
Y más cosas buenas pueden estar reservadas debido a un reciente impulso en
la cooperación militar entre Israel y Colombia. Una publicación en septiembre pasado en
el sitio web del Comando General de las Fuerzas Militares de Colombia anunció
que instructores del ejército israelí habían estado trabajando con las fuerzas
especiales colombianas para reforzar el "entrenamiento en técnicas
antiterroristas y de combate".
Supuestamente, la experiencia israelí fomentará "la tecnificación
[sic] y la profesionalización del Ejército Nacional", aunque esto puede
significar simplemente que la matanza de civiles se volverá más, ya saben,
tecnificada.
Esperando milagros
Por supuesto, también hay formas no militares de hacer la guerra. Como ha
dicho el profesor emérito de la Facultad de Derecho de Harvard Alan Dershowitz
-entusiasta promotor de la opinión jurídica de que está bastante bien que
Israel mate a civiles árabes- con
respecto al movimiento de boicot, desinversión y sanciones por los derechos de
los palestinos: “Para Israel no hay más arma más poderosa en la lucha contra el
BDS que el desarrollo de tecnologías sin las cuales el mundo no puede vivir".
Dershowitz hizo este pronunciamiento en la conferencia de política anual de
2017 del Comité de Asuntos Públicos de Israel y Estados Unidos, donde, como
informó el Times of Israel, subió al escenario para "mostrar una nueva
tecnología israelí que aparentemente puede crear agua de la nada". Nada
como un poco de agua espontánea para blanquear la imagen de Israel.
Dershowitz hizo este pronunciamiento en la conferencia de política anual de
2017 del Comité de Asuntos Públicos de Israel y Estados Unidos, donde, como
informó el Times of Israel, subió al escenario para "mostrar una nueva
tecnología israelí que aparentemente puede crear agua de la nada". Nada
como un poco de agua espontánea para blanquear la imagen de Israel.
A principios de este año, la misma tecnología, cortesía de la firma israelí
Watergen, se materializó en la Franja de Gaza, un
ardid humanitario de relaciones públicas que no hizo nada para resolver el
hecho de que Israel priva de agua de manera criminal y sistemática a los
palestinos. El propio Netanyahu ha realizado relaciones públicas para Watergen,
y el ex embajador de Israel en la ONU equiparó la tecnología de la empresa con
un milagro bíblico.
Y sabían que: un artículo del Jerusalem Post del 12
de marzo anuncia la noticia de que una “empresa israelí que fabrica agua de la
nada” ha venido al rescate del departamento colombiano de La Guajira. Es de
suponer que se pueden esperar muchos más milagros de este tipo.
En 2015, Erez Zaionce, jefe de la misión económica y comercial de Israel en
Colombia, declaró que "el mercado local de Colombia está desarrollado y
'sediento' de innovación israelí". Ahora, a medida que avanza la
"hermandad" israelí-colombiana y la relación bilateral se vuelve cada
vez más especial, es crucial recordar que la opresión de la extrema derecha
difícilmente apaga la sed.
Publicado por La Cuna del Sol
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