En este momento nuestro pueblo está vencido por el hambre, por la penuria y por la ignorancia. Por esta economía del desastre que siguen impulsando personas de pensamiento antidemocrático, empresarial y militarista.
GUATEMALA: LA ECONOMÍA DEL DESASTRE
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Aparte de la propaganda personal para hacerse
imagen, dado que son personas sin ninguna trayectoria cívica o social, los
medios de comunicación difunden diariamente saludos de personas que son
perfectos desconocidos y que se empeñan hasta el tedio para que los conozcan.
Utilizan sobre todo los medios radiales por ser de más bajo costo y con mayor
cobertura geográfica. Quieren ser alcaldes o diputados, o cuando menos
conseguir en el nuevo gobierno y partido, un cargo importante que les permita
engrosar su patrimonio, con acciones lícitas o ilícitas.
La vida institucional de un país como Guatemala
está hecha pedazos. Ante esta crisis institucional, social y económica hay un
fenómeno que ha entrado en una etapa de declinación. Hará cosa de medio año
todavía eran frecuente los bloqueos en las carreteras por organizaciones
campesinas o rechazando la designación de funcionarios ajenos a la
meritocracia, a las calidades profesionales, pues el requisito esencial es el
conocido y nefasto “cuello” que ahora se conoce como tráfico de influencias. De
lo contrario no hay expediente de solicitud de empleo que pase, que se eleve a
las direcciones de selección de personal. Incluso, el colmo de los colmos, es
la designación de un Rector Magnífico, el
de la Universidad de San Carlos, la universidad estatal, para gestionar la vida
académica.
Este avieso sujeto, realmente, llega a
constituirse como un Pillo Magnífico que se ha aprovecha de la división de la
comunidad electoral de estudiantes y colegios profesionales para hundir aún más
en la corrupción al tricentenario centro de estudios. En cualquier esfera de la
vida institucional se sigue imponiendo lo que nos enferma como nación desde
hace décadas: el divisionismo y el interés personal.
Es tal la sedimentación ideológica en 60 años
de la derecha que actualmente no se admira un guatemalteco por su talento, sea
músico, pintor o escritor. No. En Guatemala un propietario de dos tráileres o
un ex jefe de la policía califica en esas absurdas gradaciones para ser
percibido como mejor persona que un brillante novelista o ensayista. Claro,
todo trabajo vale y es digno, pero no se puede caer tampoco en la
simplificación. Las personas, como dijo Aristóteles, se diferencian en lo que se parecen.
Guatemala no tendrá futuro por sí misma. Se
necesita una mano poderosa que venga a sacarla del hoyo donde la tiene metida
la derecha desde hace seis décadas y será, como con la Revolución de 1944 que
posibilitó su éxito la derrota de la Alemania nazi; muy seguramente que la
nueva Guatemala surgirá de su oscuridad con la modificación de fuerzas sociales y políticas internacionales
progresistas para poder deshacerse de las élites detentadoras de un poder
sin límite y para su beneficio sectario y personal.
El cambio ya viene en camino. El nuevo orden
económico internacional está en marcha con Rusia y China que darán a la
humanidad mejores condiciones de vida. Un mundo más justo en el ámbito económico
donde las personas tengan empleos dignos, viviendas decentes, educación en los
diferentes niveles y que darse cuenta cuando estos cambios ocurran que una
nueva vida se puede vivir. Porque en este momento nuestro pueblo está vencido
por el hambre, por la penuria y por la ignorancia. Por esta economía del
desastre que siguen impulsando personas de pensamiento antidemocrático,
empresarial y militarista.
La esperanza, pues, viene caminando por Europa
oriental y por Asia. Viene, indudablemente, un mundo mejor.
Publicado por La Cuna del Sol
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