martes, 16 de agosto de 2022

El funcionario del futuro: El reconocimiento facial y el complejo industrial fronterizo

El funcionario fronterizo del futuro ya está aquí y es público y privado, humano y automatizado, distópico y rentable.

 

EL FUNCIONARIO DEL FUTURO:
EL RECONOCIMIENTO FACIAL Y EL
COMPLEJO INDUSTRIAL FRONTERIZO



Todd Miller
Counterpunch

Hoy en día, la mayoría de los viajeros que entran en EE UU. tienen que someterse a esta extraña cosa: después de que los funcionarios de inmigración toman una foto de la cabeza de una persona, un software determina la geografía de su rostro, incluyendo la distancia entre los ojos, la distancia de la frente a la barbilla y diferentes puntos de referencia faciales. Su distintivo facial se convierte entonces en una fórmula matemática, y puede compararse con una base de datos de decenas de millones (¿cientos de millones?) de rostros conocidos, o si cruzan la frontera con su visa, pasaporte o incluso licencia de conducir.

Suena como si esto tuviera el potencial de ser aterrador, ¿verdad? Pues bien, para dejar las cosas claras, el miembro del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, Clay Higgins (republicano de Los Ángeles), argumentó ante el Congreso en julio que todo está simplemente bien, que es sólo una cuestión de conveniencia.

"La imagen que se ha presentado a los ciudadanos a los que servimos es que se trata de una especie de tecnología nefasta y que el gran hermano te está vigilando", explicó el congresista. "Pero en realidad está utilizando imágenes fotográficas que los viajeros han proporcionado voluntariamente, o que están disponibles en sus pasaportes o visados, o en sus licencias de conducir. Ya tenemos esa información".

Higgins llevaba un abrigo negro, una camisa azul de cuello abotonado y una corbata de lunares. Mientras hablaba durante esta audiencia titulada "Evaluación del uso de la tecnología de reconocimiento facial por parte de la CBP", miró a Daniel Tanciar, director de innovación de Pangiam, una empresa fundada en 2020, que tiene como objetivo "revolucionar el futuro de las operaciones, la seguridad y la protección en aeropuertos, puertos marítimos y pasos fronterizos terrestres mediante el uso de tecnologías emergentes". Esta empresa colabora con la Oficina de Aduanas y Protección  Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) en su amplio despliegue, sin precedentes, de tecnología de reconocimiento facial. Que Pangiam esté inmiscuido en esto no debería ser una sorpresa. El director general de la empresa es el ex comisionado del CBP Kevin McAleenan. Si no lo recuerdan, él era el encargado de la aplicación de las leyes fronterizas cuando los agentes estaban desgarrando familias en 2018.

El congresista Higgins destacó la eficacia y la comodidad de esta tecnología en expansión, que afecta cada vez a más personas. "Simplemente acelera el paso del viajero por los puestos de seguridad", dijo.

En la Cumbre Internacional sobre Fronteras a la que asistí en Washington, DC, en junio de 2018, hubo un panel titulado "El funcionario de la fuerza fronteriza del futuro." Quedé atónito cuando uno de los participantes en el panel, un funcionario de inmigración de Canadá,  manifestó que con la dirección que está tomando el control global de las fronteras, "El rostro que Dios te dio el día que naciste será tu pasaporte."

Aunque escalofriante, esto parecía inverosímil. Sin embargo, cuatro años después, veo que no me di cuenta de lo rápido que estaba avanzando todo esto, alimentado por la asociación público-privada ejemplificada por Higgins y Tanciar, una asociación poderosa pero que permanece oculta. Ni una sola vez en la audiencia se le preguntó a Tanciar sobre su participación financiera en el sistema de reconocimiento facial que él estaba promoviendo. En su testimonio, Tanciar se jactó de que "más de 100 millones de viajeros han sido procesados con éxito por el uso de esta tecnología por parte del CBP". Aunque siempre hay mejoras que se pueden hacer, el CBP ha implementado un programa de buenos resultados que cumple con el mandato biométrico del Congreso, a la vez que resguarda la privacidad, las libertades civiles y la seguridad de los datos".

El reconocimiento facial se ha convertido en la principal tecnología biométrica del CBP. A todos los que entran en el país se les toma una foto, aunque supuestamente las personas pueden optar por no hacerlo (a menudo no es obvio, gracias a la falta de avisos; constantemente cruzo la frontera y nunca he visto nada sobre la opción de no hacerlo). La tecnología de vigilancia también se ha desplegado en 32 aeropuertos para las personas que salen del país. El CBP se ha asociado con los aeropuertos y las aerolíneas para añadir otra capa a este nexo público-privado.

Durante la audiencia, Rebecca Gambler, de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno), declaró que la CBP "está en las primeras fases de las pruebas piloto de la tecnología para otras áreas del entorno terrestre". No dio detalles sobre lo que eso significa. Según documentos internos, durante anteriores pruebas secretas de reconocimiento facial en Arizona y Texas, las autoridades obtuvieron una "cantidad masiva de datos", incluyendo imágenes de "personas saliendo al trabajo, recogiendo a los niños de la escuela y llevando a cabo otras rutinas diarias". Y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) ha pedido a las empresas que desarrollen drones de tamaño mediano con cámaras de reconocimiento facial.

Las proyecciones de mercado, como esta de Grand View Research, predicen que el mercado mundial de reconocimiento facial casi triplicará su valor en siete años: de 4 450 millones de dólares en 2021 a 12 000 millones en 2028. Como explica GVR, "el mercado de la tecnología de reconocimiento facial está creciendo enormemente... Desde su aplicación en las redes sociales y la tecnología móvil hasta en la seguridad en los aeropuertos, las fuerzas del orden y las campañas de mercadeo especifico, el despliegue de la tecnología de reconocimiento facial forma parte inevitablemente de nuestro futuro".

Sin embargo, hubo testigos en la audiencia de julio, como Jeramie Scott, del Electronic Privacy Information Center, que no se mostraron tan partidarios de un futuro de constante tecnovigilancia. En su testimonio, Scott describió el reconocimiento facial como una "tecnología de vigilancia peligrosa" y dijo que plantea "graves amenazas a nuestra privacidad y libertades civiles".

Y Jesse Franzblau, analista político principal del Centro Nacional de Justicia para Inmigrantes, me dijo lo siguiente:

"La CBP utiliza la tecnología en gran medida para rastrear a los migrantes a lo largo de ambos lados de las fronteras del sur y del norte de Estados Unidos, y emplea la tecnología en los aeropuertos internacionales de Estados Unidos y del exterior, exponiendo a los viajeros a herramientas peligrosas que recogen cuantiosas cantidades de datos que pasan a las bases de datos de Estados Unidos con poco escrutinio. La tecnología tiene un sesgo racial, de género y de edad inherente, lo que agrava las prácticas discriminatorias existentes que son comunes entre los agentes de la CBP y el ICE".

El reconocimiento facial no es más que un componente de un aparato fronterizo mucho más amplio compuesto por muros, drones, agentes armados, cárceles y un sistema de expulsión que separa regularmente a los miembros de una familia. Es difícil separar lo uno de lo otro.

Franzblau también se centró en el complejo industrial fronterizo y subrayó que es vital que los miembros del Congreso "examinen de cerca el vínculo entre los empleados del DHS y la industria de la tecnología de vigilancia. La puerta giratoria entre los funcionarios del DHS y las empresas que se benefician de los contratos de tecnología de vigilancia alimenta un ciclo tóxico de decisiones políticas que priorizan el beneficio económico por encima del ser humano".

Estos vínculos no se discutieron en la audiencia de julio. Sin embargo, Higgins preguntó qué pasa si la tecnología de reconocimiento comete un error. "Y si por alguna razón la imagen [de un viajero] no es reconocida o se marca con una identidad falsa, se le saca de la fila y pasa por el chequeo normal de un ser humano. ¿Es eso correcto?", preguntó a Tanciar.

"Sí, eso es correcto", respondió Tanciar. Todo estaría bien fue su respuesta consensuada. Antes de ser contratado por Pangiam en 2020, Tanciar trabajó en el programa biométrico de entradas y salidas del CBP durante cuatro años. Al igual que su jefe McAleenan, él era un ejemplo vivo de la puerta giratoria, en la que los funcionarios del CBP pasan de las instituciones públicas a las empresas privadas con facilidad, y presumiblemente colaboran para que la obtención de contratos no tenga obstáculo alguno.

Pangiam afirma que sus tecnologías están "preparadas para el futuro", porque su inteligencia artificial puede replicar la intuición humana. Puede protegerte, afirma el sitio web de Pangiam, "tanto de las amenazas actuales como, por primera vez, de las amenazas del mañana". El funcionario fronterizo del futuro ya está aquí y es público y privado, humano y automatizado, distópico y rentable.

 

Originalmente publicado en The Border Chronicle.

 

Todd Miller es el autor de Build Bridges Not Walls y editor de The Border Chronicle.




Publicado por La Cuna del Sol

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