En las últimas décadas muchos capitalistas han trasladado instalaciones de producción e inversiones fuera de Estados Unidos, reubicándolas en otros países, especialmente en China. Controversias y alarmas continuas rodean este éxodo capitalista. Incluso los célebres sectores de alta tecnología, posiblemente el único centro robusto del capitalismo estadounidense, han realizado grandes inversiones en otros lugares.
POR QUÉ EL CAPITALISMO
ABANDONA EE UU. EN
BUSCA DE BENEFICIOS
Richard D. Wolff
Counterpunch
En su fase temprana el capitalismo estadounidense
se concentró en Nueva Inglaterra. Después de algún tiempo, la búsqueda de
beneficios llevó a muchos capitalistas a abandonar esa zona y trasladar la
producción a Nueva York y a los estados del Atlántico medio. Gran parte de
Nueva Inglaterra se quedó con edificios de fábricas abandonados y ciudades
deprimidas, algo evidente hasta el día de hoy. Con el tiempo, los empresarios
volvieron a mudarse, abandonando Nueva York y el Atlántico Medio para
establecerse en el Medio Oeste. La misma historia se repitió a medida que el
centro del capitalismo se reubicaba en el Lejano Oeste, el Sur y el Suroeste.
Términos como "Rust Belt",
"desindustrialización" y "desierto manufacturero" se
aplicaron con más frecuencia a secciones del capitalismo estadounidense.
Mientras los movimientos del capitalismo se
mantuvieron mayormente dentro de los EE UU., las alarmas levantadas por sus
víctimas abandonadas siguieron siendo regionales, sin convertirse aún en una
cuestión nacional. En las últimas décadas, sin embargo,
muchos capitalistas han trasladado instalaciones de producción e inversiones
fuera de Estados Unidos, reubicándolas en otros países, especialmente en China.
Controversias y alarmas continuas rodean este éxodo capitalista. Incluso los célebres
sectores de alta tecnología, posiblemente el único centro robusto del
capitalismo estadounidense, han realizado grandes inversiones en otros lugares.
Desde la década de 1970, los salarios eran
mucho más bajos en el extranjero y los mercados también crecían más deprisa
allí. Cada vez más capitalistas estadounidenses tuvieron que marcharse o
arriesgarse a perder su ventaja competitiva sobre aquellos capitalistas
(europeos y japoneses, además de estadounidenses) que se habían marchado antes
a China y mostraban unas tasas de beneficios extraordinariamente superiores.
Más allá de China, otros países asiáticos, sudamericanos y africanos también
ofrecían incentivos de salarios bajos y mercados en crecimiento, lo que terminó por atraer a capitalistas estadounidenses y de otros países que trasladaron
sus inversiones a esos lugares.
Los beneficios de los movimientos de esos
capitalistas estimularon más movimientos. El retorno de los beneficios que cada
vez eran mayores, sirvió para impulsar los mercados bursátiles estadounidenses,
lo que a su vez produjo grandes ganancias en renta y riqueza. Eso benefició
principalmente a los ya ricos accionistas corporativos y a los altos ejecutivos
de las empresas. Éstos, a su vez, promovieron y financiaron reivindicaciones
ideológicas, según las cuales, el abandono del capitalismo en Estados Unidos constituía
en realidad una gran ganancia para la sociedad estadounidense en su conjunto.
Esas afirmaciones, clasificadas bajo los epígrafes de
"neoliberalismo" y "globalización", sirvieron perfectamente
para ocultar u oscurecer un hecho fundamental: mayores beneficios
principalmente para los más ricos, era el principal objetivo y el resultado del
abandono de Estados Unidos por parte de los capitalistas.
El neoliberalismo era una nueva versión de
una vieja teoría económica que justificaba las "libres elecciones" de
los capitalistas como el medio necesario para lograr una eficiencia óptima para
economías enteras. Según el punto de vista neoliberal, los gobiernos deberían
minimizar cualquier regulación u otra interferencia en las decisiones de los
capitalistas, orientadas hacia la obtención de beneficios. El neoliberalismo
celebró la "globalización", su nombre preferido para designar la decisión
de los capitalistas de trasladar específicamente la producción al extranjero.
Se decía que esa "libre elección" permitía una producción "más
eficiente" de bienes y servicios porque los capitalistas podían aprovechar
los recursos obtenidos globalmente. La conclusión final que emanaba de la exaltación
del neoliberalismo, de la libre elección de los capitalistas y de la
globalización era que todos los ciudadanos se beneficiaban cuando el
capitalismo trascendía. Salvo unos pocos disidentes (incluidos algunos
sindicatos), los políticos, los medios masivos de comunicación y los académicos
se unieron en su gran mayoría a la intensa aclamación de la globalización
neoliberal del capitalismo.
Las consecuencias económicas del movimiento
del capitalismo, impulsado por los beneficios económicos, fuera de sus antiguos
centros (Europa Occidental, Norteamérica y Japón) condujeron al capitalismo a
su crisis actual. En primer lugar, los salarios reales se estancaron en los
antiguos centros. Los empresarios que podían exportar puestos de trabajo
(especialmente en el sector manufacturero) lo hicieron. Los empresarios que no
podían (especialmente en el sector servicios) los automatizaron. A medida que
las oportunidades de empleo en Estados Unidos disminuyeron, también lo hicieron
los salarios. Debido al hecho que la globalización y la automatización incrementaron
los beneficios empresariales e impulsaron los mercados bursátiles, mientras los
salarios se estancaban, los viejos centros del capitalismo mostraron un aumento
excesivo de la desigualdad en la distribución de la renta y la riqueza. Las profundas
divisiones sociales que siguieron culminaron en la crisis actual del
capitalismo.
En segundo lugar, a diferencia de muchos
otros países pobres, China poseía la ideología y la organización necesarias
para garantizar que las inversiones realizadas por los capitalistas sirvieran
al propio plan de desarrollo y a la estrategia económica de China. China exigía
que los capitalistas compartieran las tecnologías avanzadas (a cambio del
acceso de esos capitalistas a la mano de obra barata china y a los mercados
chinos en rápida expansión). También se exigió a los capitalistas que entraban
en los mercados de Pekín que facilitaran las asociaciones entre los productores
chinos y los canales de distribución en sus países de origen. La estrategia de
China de dar prioridad a las exportaciones significaba que necesitaba
asegurarse el acceso a los sistemas de distribución (y, por lo tanto, a las
redes de distribución controladas por los capitalistas) en sus mercados designados
como objetivo. Se desarrollaron asociaciones mutuamente rentables entre China y
distribuidores mundiales como Walmart.
El "socialismo con características
chinas" de Pekín, incluía un poderoso partido político y un Estado
centrados en el desarrollo. Conjuntamente, supervisaban y controlaban una
economía que mezclaba el capitalismo privado con el estatal. En ese modelo, los
empresarios privados y los empresarios estatales cada uno dirige masas de
empleados en sus respectivas empresas. Ambos conjuntos de empresarios funcionan
sujetos a las intervenciones estratégicas de un partido y un gobierno decididos
a alcanzar sus objetivos económicos. Como resultado de cómo definió y operó su
socialismo, la economía de China obtuvo mayores beneficios (especialmente en el
crecimiento del PIB) con la globalización neoliberal que Europa Occidental,
Norteamérica y Japón. China creció lo suficientemente rápido como para competir
ahora con los viejos centros del capitalismo. El declive de Estados Unidos
dentro de una economía mundial cambiante ha contribuido a la crisis del
capitalismo estadounidense. Para el imperio estadounidense surgido de la
Segunda Guerra Mundial, China y sus aliados de los BRICS representan su primer
desafío económico serio y sostenido. Hasta ahora, la reacción oficial de
Estados Unidos a estos cambios ha sido una mezcla de resentimiento, provocación
y negación. No son ni soluciones a la crisis ni ajustes exitosos a una realidad
cambiante.
En tercer lugar, la guerra de Ucrania ha
puesto de manifiesto los efectos fundamentales de los movimientos geográficos
del capitalismo y el acelerado declive económico de Estados Unidos en relación
con el ascenso económico de China. Por consiguiente, la guerra de sanciones
contra Rusia, liderada por Estados Unidos, no ha logrado aplastar el rublo ni
colapsar la economía rusa. Ese fracaso se ha producido en buena parte porque
Rusia obtuvo un apoyo crucial de las alianzas (BRICS) construidas en torno a
China. Esas alianzas, enriquecidas por las inversiones de capitalistas
extranjeros y nacionales, especialmente en China e India, proporcionaron
mercados alternativos cuando las sanciones cerraron los mercados occidentales a
las exportaciones rusas.
Las anteriores brechas en la renta y la riqueza
en Estados Unidos, agravadas por la exportación y automatización de empleos
bien remunerados, socavaron la base económica de esa "vasta clase
media" de la que tantos empleados creían formar parte. En las últimas
décadas, los trabajadores que esperaban disfrutar del "sueño
americano" se encontraron con que el aumento de los costes de los bienes y
servicios hacía que ese sueño estuviera fuera de su alcance. Sus hijos, especialmente
los que se vieron obligados a pedir prestado para ir a la universidad, se
encontraron en una situación similar o peor. Mientras las condiciones de vida
de la clase trabajadora seguían deteriorándose, surgieron resistencias de todo
tipo (campañas de sindicalización, huelgas, "populismos" de
izquierdas y de derechas). Para terminar de empeorar las cosas, los medios de
comunicación celebraban la increíble riqueza de los pocos que más se
beneficiaron de la globalización neoliberal. En Estados Unidos, fenómenos como
el ex presidente, Donald Trump, el senador independiente de Vermont, Bernie
Sanders, la supremacía blanca, la sindicalización, las huelgas, el
anticapitalismo explícito, las guerras "culturales" y el extremismo
político, a menudo excéntrico, reflejan divisiones sociales cada vez más
profundas. Muchos estadounidenses se sienten traicionados tras haber sido
abandonados por el capitalismo. Sus diferentes explicaciones sobre las causas
de la traición, únicamente sirven para exacerbar la sensación generalizada de
crisis en la nación.
La deslocalización mundial del capitalismo contribuyó
a elevar el PIB de las naciones BRICS (China + aliados) muy por encima del G7
(EE UU. + aliados). Para todos los países del Sur Global, sus peticiones de asistencia
económica para el desarrollo, pueden dirigirse ahora a dos posibles
interlocutores (China y Estados Unidos), y no sólo al de Occidente. Cuando las
entidades chinas invierten en África, por supuesto que sus inversiones están
estructuradas para beneficiar tanto a los donantes como a los receptores. Que
la relación entre ellos sea imperialista o no, depende de las características
específicas de la relación y de su balance de ganancias netas. Esas ganancias
para los BRICS serán probablemente sustanciales. La adaptación de Rusia a las
sanciones en su contra relacionadas con Ucrania, no sólo la llevó a apoyarse
más en los BRICS, sino que también intensificó las interacciones económicas
entre sus miembros. Los vínculos económicos existentes y los proyectos
conjuntos entre ellos crecieron. Otros proyectos van surgiendo rápidamente.
Como era de esperar, otros países del Sur Global han solicitado recientemente
su adhesión al BRICS.
El capitalismo se ha dispersado, abandonando
sus antiguos centros y llevando así sus problemas y divisiones a niveles de
crisis. Como los beneficios siguen fluyendo a los viejos centros, quienes los
recogen engañan a sus países y a sí mismos, creyendo que todo va bien para el
capitalismo global. Debido a que esos beneficios agravan las desigualdades
económicas, las crisis sociales se agravan. Por ejemplo, la ola de militancia
obrera que recorre casi todas las industrias estadounidenses refleja la ira y
el resentimiento contra esas desigualdades. La histeria de los demagogos y
movimientos de derecha que intentan responsabilizar a las diversas minorías, es
otro reflejo del empeoramiento de las dificultades. Otro ejemplo más es la
creciente toma de conciencia de que la raíz del problema, está en el sistema
capitalista. Todos ellos son componentes de la crisis actual.
Incluso en los nuevos centros dinámicos del
capitalismo, una interrogante socialista crucial vuelve a agitar las mentes de
la gente. ¿Es la organización de los lugares de trabajo en los nuevos centros -manteniendo
el viejo modelo capitalista de empresarios frente a trabajadores tanto en
empresas privadas como estatales- deseable o sostenible? ¿Es aceptable que un
pequeño grupo de empresarios tomen, sin ningún impedimento, la mayoría de las
decisiones importantes en el lugar de trabajo (qué, dónde y cómo producir y qué
hacer con los beneficios)? Eso es claramente antidemocrático. Los empleados en
los nuevos centros capitalistas ya cuestionan el sistema; algunos han empezado
a desafiarlo y a movilizarse en su contra. Allí donde esos nuevos centros
celebran alguna variedad de socialismo, es muy probable que los empleados resistirán
(y más pronto) la subordinación a los residuos del capitalismo en sus lugares
de trabajo.
Richard Wolff es
autor de Capitalism Hits the Fan
y Capitalism's Crisis Deepens.
Es fundador de Democracy at Work.
Publicado por La Cuna del Sol