martes, 25 de julio de 2023

Por qué el capitalismo abandona EE UU. en busca de beneficios

En las últimas décadas muchos capitalistas han trasladado instalaciones de producción e inversiones fuera de Estados Unidos, reubicándolas en otros países, especialmente en China. Controversias y alarmas continuas rodean este éxodo capitalista. Incluso los célebres sectores de alta tecnología, posiblemente el único centro robusto del capitalismo estadounidense, han realizado grandes inversiones en otros lugares.

 

POR QUÉ EL CAPITALISMO
ABANDONA EE UU. EN
BUSCA DE BENEFICIOS



Richard D. Wolff
Counterpunch

En su fase temprana el capitalismo estadounidense se concentró en Nueva Inglaterra. Después de algún tiempo, la búsqueda de beneficios llevó a muchos capitalistas a abandonar esa zona y trasladar la producción a Nueva York y a los estados del Atlántico medio. Gran parte de Nueva Inglaterra se quedó con edificios de fábricas abandonados y ciudades deprimidas, algo evidente hasta el día de hoy. Con el tiempo, los empresarios volvieron a mudarse, abandonando Nueva York y el Atlántico Medio para establecerse en el Medio Oeste. La misma historia se repitió a medida que el centro del capitalismo se reubicaba en el Lejano Oeste, el Sur y el Suroeste. Términos como "Rust Belt", "desindustrialización" y "desierto manufacturero" se aplicaron con más frecuencia a secciones del capitalismo estadounidense.

Mientras los movimientos del capitalismo se mantuvieron mayormente dentro de los EE UU., las alarmas levantadas por sus víctimas abandonadas siguieron siendo regionales, sin convertirse aún en una cuestión nacional. En las últimas décadas, sin embargo, muchos capitalistas han trasladado instalaciones de producción e inversiones fuera de Estados Unidos, reubicándolas en otros países, especialmente en China. Controversias y alarmas continuas rodean este éxodo capitalista. Incluso los célebres sectores de alta tecnología, posiblemente el único centro robusto del capitalismo estadounidense, han realizado grandes inversiones en otros lugares.

Desde la década de 1970, los salarios eran mucho más bajos en el extranjero y los mercados también crecían más deprisa allí. Cada vez más capitalistas estadounidenses tuvieron que marcharse o arriesgarse a perder su ventaja competitiva sobre aquellos capitalistas (europeos y japoneses, además de estadounidenses) que se habían marchado antes a China y mostraban unas tasas de beneficios extraordinariamente superiores. Más allá de China, otros países asiáticos, sudamericanos y africanos también ofrecían incentivos de salarios bajos y mercados en crecimiento, lo que terminó por atraer a capitalistas estadounidenses y de otros países que trasladaron sus inversiones a esos lugares.

Los beneficios de los movimientos de esos capitalistas estimularon más movimientos. El retorno de los beneficios que cada vez eran mayores, sirvió para impulsar los mercados bursátiles estadounidenses, lo que a su vez produjo grandes ganancias en renta y riqueza. Eso benefició principalmente a los ya ricos accionistas corporativos y a los altos ejecutivos de las empresas. Éstos, a su vez, promovieron y financiaron reivindicaciones ideológicas, según las cuales, el abandono del capitalismo en Estados Unidos constituía en realidad una gran ganancia para la sociedad estadounidense en su conjunto. Esas afirmaciones, clasificadas bajo los epígrafes de "neoliberalismo" y "globalización", sirvieron perfectamente para ocultar u oscurecer un hecho fundamental: mayores beneficios principalmente para los más ricos, era el principal objetivo y el resultado del abandono de Estados Unidos por parte de los capitalistas.

El neoliberalismo era una nueva versión de una vieja teoría económica que justificaba las "libres elecciones" de los capitalistas como el medio necesario para lograr una eficiencia óptima para economías enteras. Según el punto de vista neoliberal, los gobiernos deberían minimizar cualquier regulación u otra interferencia en las decisiones de los capitalistas, orientadas hacia la obtención de beneficios. El neoliberalismo celebró la "globalización", su nombre preferido para designar la decisión de los capitalistas de trasladar específicamente la producción al extranjero. Se decía que esa "libre elección" permitía una producción "más eficiente" de bienes y servicios porque los capitalistas podían aprovechar los recursos obtenidos globalmente. La conclusión final que emanaba de la exaltación del neoliberalismo, de la libre elección de los capitalistas y de la globalización era que todos los ciudadanos se beneficiaban cuando el capitalismo trascendía. Salvo unos pocos disidentes (incluidos algunos sindicatos), los políticos, los medios masivos de comunicación y los académicos se unieron en su gran mayoría a la intensa aclamación de la globalización neoliberal del capitalismo.

Las consecuencias económicas del movimiento del capitalismo, impulsado por los beneficios económicos, fuera de sus antiguos centros (Europa Occidental, Norteamérica y Japón) condujeron al capitalismo a su crisis actual. En primer lugar, los salarios reales se estancaron en los antiguos centros. Los empresarios que podían exportar puestos de trabajo (especialmente en el sector manufacturero) lo hicieron. Los empresarios que no podían (especialmente en el sector servicios) los automatizaron. A medida que las oportunidades de empleo en Estados Unidos disminuyeron, también lo hicieron los salarios. Debido al hecho que la globalización y la automatización incrementaron los beneficios empresariales e impulsaron los mercados bursátiles, mientras los salarios se estancaban, los viejos centros del capitalismo mostraron un aumento excesivo de la desigualdad en la distribución de la renta y la riqueza. Las profundas divisiones sociales que siguieron culminaron en la crisis actual del capitalismo.

En segundo lugar, a diferencia de muchos otros países pobres, China poseía la ideología y la organización necesarias para garantizar que las inversiones realizadas por los capitalistas sirvieran al propio plan de desarrollo y a la estrategia económica de China. China exigía que los capitalistas compartieran las tecnologías avanzadas (a cambio del acceso de esos capitalistas a la mano de obra barata china y a los mercados chinos en rápida expansión). También se exigió a los capitalistas que entraban en los mercados de Pekín que facilitaran las asociaciones entre los productores chinos y los canales de distribución en sus países de origen. La estrategia de China de dar prioridad a las exportaciones significaba que necesitaba asegurarse el acceso a los sistemas de distribución (y, por lo tanto, a las redes de distribución controladas por los capitalistas) en sus mercados designados como objetivo. Se desarrollaron asociaciones mutuamente rentables entre China y distribuidores mundiales como Walmart.

El "socialismo con características chinas" de Pekín, incluía un poderoso partido político y un Estado centrados en el desarrollo. Conjuntamente, supervisaban y controlaban una economía que mezclaba el capitalismo privado con el estatal. En ese modelo, los empresarios privados y los empresarios estatales cada uno dirige masas de empleados en sus respectivas empresas. Ambos conjuntos de empresarios funcionan sujetos a las intervenciones estratégicas de un partido y un gobierno decididos a alcanzar sus objetivos económicos. Como resultado de cómo definió y operó su socialismo, la economía de China obtuvo mayores beneficios (especialmente en el crecimiento del PIB) con la globalización neoliberal que Europa Occidental, Norteamérica y Japón. China creció lo suficientemente rápido como para competir ahora con los viejos centros del capitalismo. El declive de Estados Unidos dentro de una economía mundial cambiante ha contribuido a la crisis del capitalismo estadounidense. Para el imperio estadounidense surgido de la Segunda Guerra Mundial, China y sus aliados de los BRICS representan su primer desafío económico serio y sostenido. Hasta ahora, la reacción oficial de Estados Unidos a estos cambios ha sido una mezcla de resentimiento, provocación y negación. No son ni soluciones a la crisis ni ajustes exitosos a una realidad cambiante.

En tercer lugar, la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto los efectos fundamentales de los movimientos geográficos del capitalismo y el acelerado declive económico de Estados Unidos en relación con el ascenso económico de China. Por consiguiente, la guerra de sanciones contra Rusia, liderada por Estados Unidos, no ha logrado aplastar el rublo ni colapsar la economía rusa. Ese fracaso se ha producido en buena parte porque Rusia obtuvo un apoyo crucial de las alianzas (BRICS) construidas en torno a China. Esas alianzas, enriquecidas por las inversiones de capitalistas extranjeros y nacionales, especialmente en China e India, proporcionaron mercados alternativos cuando las sanciones cerraron los mercados occidentales a las exportaciones rusas.

Las anteriores brechas en la renta y la riqueza en Estados Unidos, agravadas por la exportación y automatización de empleos bien remunerados, socavaron la base económica de esa "vasta clase media" de la que tantos empleados creían formar parte. En las últimas décadas, los trabajadores que esperaban disfrutar del "sueño americano" se encontraron con que el aumento de los costes de los bienes y servicios hacía que ese sueño estuviera fuera de su alcance. Sus hijos, especialmente los que se vieron obligados a pedir prestado para ir a la universidad, se encontraron en una situación similar o peor. Mientras las condiciones de vida de la clase trabajadora seguían deteriorándose, surgieron resistencias de todo tipo (campañas de sindicalización, huelgas, "populismos" de izquierdas y de derechas). Para terminar de empeorar las cosas, los medios de comunicación celebraban la increíble riqueza de los pocos que más se beneficiaron de la globalización neoliberal. En Estados Unidos, fenómenos como el ex presidente, Donald Trump, el senador independiente de Vermont, Bernie Sanders, la supremacía blanca, la sindicalización, las huelgas, el anticapitalismo explícito, las guerras "culturales" y el extremismo político, a menudo excéntrico, reflejan divisiones sociales cada vez más profundas. Muchos estadounidenses se sienten traicionados tras haber sido abandonados por el capitalismo. Sus diferentes explicaciones sobre las causas de la traición, únicamente sirven para exacerbar la sensación generalizada de crisis en la nación.

La deslocalización mundial del capitalismo contribuyó a elevar el PIB de las naciones BRICS (China + aliados) muy por encima del G7 (EE UU. + aliados). Para todos los países del Sur Global, sus peticiones de asistencia económica para el desarrollo, pueden dirigirse ahora a dos posibles interlocutores (China y Estados Unidos), y no sólo al de Occidente. Cuando las entidades chinas invierten en África, por supuesto que sus inversiones están estructuradas para beneficiar tanto a los donantes como a los receptores. Que la relación entre ellos sea imperialista o no, depende de las características específicas de la relación y de su balance de ganancias netas. Esas ganancias para los BRICS serán probablemente sustanciales. La adaptación de Rusia a las sanciones en su contra relacionadas con Ucrania, no sólo la llevó a apoyarse más en los BRICS, sino que también intensificó las interacciones económicas entre sus miembros. Los vínculos económicos existentes y los proyectos conjuntos entre ellos crecieron. Otros proyectos van surgiendo rápidamente. Como era de esperar, otros países del Sur Global han solicitado recientemente su adhesión al BRICS.

El capitalismo se ha dispersado, abandonando sus antiguos centros y llevando así sus problemas y divisiones a niveles de crisis. Como los beneficios siguen fluyendo a los viejos centros, quienes los recogen engañan a sus países y a sí mismos, creyendo que todo va bien para el capitalismo global. Debido a que esos beneficios agravan las desigualdades económicas, las crisis sociales se agravan. Por ejemplo, la ola de militancia obrera que recorre casi todas las industrias estadounidenses refleja la ira y el resentimiento contra esas desigualdades. La histeria de los demagogos y movimientos de derecha que intentan responsabilizar a las diversas minorías, es otro reflejo del empeoramiento de las dificultades. Otro ejemplo más es la creciente toma de conciencia de que la raíz del problema, está en el sistema capitalista. Todos ellos son componentes de la crisis actual.

Incluso en los nuevos centros dinámicos del capitalismo, una interrogante socialista crucial vuelve a agitar las mentes de la gente. ¿Es la organización de los lugares de trabajo en los nuevos centros -manteniendo el viejo modelo capitalista de empresarios frente a trabajadores tanto en empresas privadas como estatales- deseable o sostenible? ¿Es aceptable que un pequeño grupo de empresarios tomen, sin ningún impedimento, la mayoría de las decisiones importantes en el lugar de trabajo (qué, dónde y cómo producir y qué hacer con los beneficios)? Eso es claramente antidemocrático. Los empleados en los nuevos centros capitalistas ya cuestionan el sistema; algunos han empezado a desafiarlo y a movilizarse en su contra. Allí donde esos nuevos centros celebran alguna variedad de socialismo, es muy probable que los empleados resistirán (y más pronto) la subordinación a los residuos del capitalismo en sus lugares de trabajo.

 

Richard Wolff es autor de Capitalism Hits the Fan y Capitalism's Crisis Deepens. Es fundador de Democracy at Work.




Publicado por La Cuna del Sol

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