La inmadurez política de las izquierdas o “progres” ha dado muchas manifestaciones a lo largo de la historia política de América Latina, invariablemente todas han despertado grandes entusiasmos en los sectores populares que eventualmente los han apoyado, para después caer en el letargo infame del incumplimiento de promesas.
GUATEMALA: OJALÁ NO SEA UNA HISTORIA MÁS
EN LAS INFAMIAS DE LAS IZQUIERDAS
LATINOAMERICANAS
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
La inmadurez política de las izquierdas o
“progres” ha dado muchas manifestaciones a lo largo de la historia política de
América Latina, invariablemente todas han despertado grandes entusiasmos en los
sectores populares que eventualmente los han apoyado, para después caer en el
letargo infame del incumplimiento de promesas, las cuales en ocasiones no
cumplen ni lo mínimo ofrecido, tal el caso relativamente reciente del FMLN de
El Salvador, donde se hizo necesario que surgiera una derecha soberanista, como
la de Bukele, que ha recuperado la fe e ilusiones de gran parte del pueblo
salvadoreño.
Ahora Centro América es el escenario donde
emerge un nuevo proyecto de izquierda de manera inopinada, es decir, que
sobrevino sin esperarlo. El virtual ganador en las elecciones pasadas debió
haber sido el señor Pineda, primera víctima del sistema de corruptos, incluido
los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, quienes ni lerdos ni perezosos
ante el embate de la corrupción oficial, fueron sacados de la contienda por
errores en el proceso de inscripción, algo que se hubiera pasado por alto si no
hubiese sido porque este señor, fuera de base, se metió en el juego. Fue el
primer contratiempo del régimen de corruptos que buscaban la reelección de El
Negro Conde (Manuel Conde), consagrado personaje antidemocrático y golpista
convencido del tiempo de Serrano Elías, el del partido MAS, el de gallito
cantor.
Por esos días se movía ya en la esfera
política del poder de derecha el señor Bernardo Arévalo, preparándose como buen
hijo de pequeño burgués en universidades extranjeras, no teniéndole asco de
recibir apoyos del régimen sionista, del que fue favorecido como estudiante.
Eran los años del compromiso revolucionario y del joven Arévalo nunca se supo
nada. Estaba al margen, en tanto los jóvenes revolucionarios caían a lo largo y
ancho del territorio nacional. Quizá por ello debemos entender algo, dada su
formación profunda, no la académica; que corriera luego del triunfo electoral
en busca de los Estados Unidos, en busca de respaldo político a cambio de
buscar a sus aliados naturales que serían los pueblos democráticos más
inmediatos, para citar un ejemplo, el caso de México. ¿Encontraría el debido
respaldo de Manuel López Obrador? Este señor mexicano también sabe moverse dentro
del pragmatismo político, ajeno a principios; y si no ¿cómo explicarnos su
ausencia del BRICS? No quiere pleito con Estados Unidos. Le teme porque, guste
o no al nacionalismo mexicano, resulta que también ellos comen del abundante
plato del imperialismo yanqui.
El señor Arévalo va por un camino de mayor
mediocridad soberana. No cumple las formalidades de hipocresía soberanista
mexicana. Arévalo, muy seguramente, no encontró en México la solidaridad
esperada de la izquierda y no tuvo otra opción que buscar al Tío del Norte para
que le ayudara o porque la historia ya estaba diseñada así, de antemano.
Para entender todo este entrecruzamiento de
coordenadas políticas hay que hacer uso del sentido común en lo que respecta a
los intereses del imperialismo norteamericano. ¿Qué quiere los Estados Unidos?
¿Qué intereses tiene su oligarquía financiera e industrial en Guatemala? Hay
dos intereses plenamente identificables, a mi entender: primero, por ser
Guatemala el país más poblado y de mayor desarrollo económico USA espera que
con una clase política más honrada pues que, sencillamente, no se roben el
dinero. Por eso no avanzó el Plan para la Prosperidad. Porque la primera y
raquítica entrega de parte de Estados Unidos se desapareció sin dejar rastro,
pues nunca se supo o se divulgó en las manos de quiénes quedó ese dinero.
Los países del Triángulo Norte de Centro
América (Guatemala, El Salvador y Honduras) están urgidos de inversiones
serias, para crear empleo pleno y parar la migración irregular de esa manera,
con respaldos sociales en materia de trabajo. Actualmente, son enormes
contingentes de personas que emigran a Estados Unidos de Venezuela, Cuba y
Centro América. Las ciudades norteamericanas con una economía deprimida no dan
para más, independiente de las mediciones de crecimiento económico inventadas
por los círculos oficiales de Washington.
Con Arévalo encontraría Estados Unidos un
buen administrador que no los estafaría. Y el segundo punto es estrictamente
geopolítico. Estados Unidos no quiere que se le extravíe, como el caso de
Nicaragua, otras porciones de Centro América, dado que los Brics, con sus
contradicciones, avanzan; y están demoliendo el monopolio del dólar. El nuevo
orden multipolar se sigue construyendo y las relaciones entre los Estados se
perfilan diferentes. Más justas. Por eso el proyecto de Semilla es un proyecto
imperial más, aunque cubriendo las formas. Y si no cómo nos explicamos el
interés particular de la Familia Blinken en Guatemala. Esta familia de
inversionistas inmobiliarios de origen judío hará buenos negocios en Guatemala
también con obras de infraestructura carretera. Ya lo ofreció Arévalo y el
monopolio del cemento y el hierro en Guatemala se frotan las manos de emoción
porque serán los proveedores nacionales de esas grandes inversiones. Por eso
Almagro se está aplicando en el caso de Guatemala, porque está siendo bien
servido por los oligarcas Blinken, judíos que tiene una extraña relación con el
judío Isaac Farchi de Guatemala quien, por cierto, tiene un diputado distrital
por el Partido Azul, el señor Nery Ramos, ex director general de la Policía
Nacional. El pueblo de Guatemala espera del señor Arévalo no nada
extraordinario, pero si un gobierno un poco decente. Por eso está en las
calles dándole su respaldo.
Publicado por La Cuna del Sol
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