Hoy que empezó oficialmente el descanso de Semana Santa en algunas dependencias oficiales como el malhadado Congreso de la República de Guatemala o el Ministerio de Educación en sus diferentes niveles, el ambiente luce menos sobrecargado. Más tranquilo, más reposado y menos trepidante como lo es la vida en las pequeñas ciudades de un país llamado Guatemala.
SEMANA SANTA EN GUATEMALA:
UN REMANSO DE TRANQUILIDAD ENTRE LA LOCURA
DE LOS POLÍTICOS NACIONALES
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Hoy que empezó oficialmente el descanso de
Semana Santa en algunas dependencias oficiales como el malhadado Congreso de la
República de Guatemala o el Ministerio de Educación en sus diferentes niveles,
el ambiente luce menos sobrecargado. Más tranquilo, más reposado y menos
trepidante como lo es la vida en las pequeñas ciudades de un país llamado
Guatemala. Aquí casi todo luce mal: la economía, la seguridad (pese a las
estadísticas oficiales del Ministerio de Gobernación que afirma que hay una
lucha frontal contra la delincuencia), la salud, con medicamentos cuyos precios
ahora sí son inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos, el sistema
educativo en sus diferentes niveles que nos da como resultado de un ciclo de 11
o 12 años, muchachos, casi todos; incompetentes. Pero eso sería lo de menos, no
da seres humanos sin ninguna pericia, eso sí, mal educados en todos los
sentidos: no ven el trabajo como un valor, ni la gentileza como una actitud
permanente.
Aquí los jóvenes son atorrantes sin remedio
que quieren vivir bien sin trabajar y nadie, como en nuestros años de jóvenes,
va a la panadería a comprar una bolsa de pan porque eso es denigrante para sus
distinguida personas. Y algo que pone los pelos de punta de la mala educación:
es ofenderlos gravemente si se les pide coger una escoba y barrer. Eso sí que
no es con ellos, ni tampoco arreglar sus camas luego de levantarse de dormir a
las ¡once de la mañana! ¿Tendrá futuro este país con esa clase de personas? No
lo creo. Están prestos para reproducirse dejando una descendencia peor que
ellos.
Por eso estos días la gente se refugia en sus
casas, no porque les guste el recogimiento y la meditación, sino porque los
quetzales se han vuelto un bien muy escaso. Ya no se puede ser realista en este
país o con sentido de clase. Las personas de los sectores populares no calzan
zapatos modestos solo de marca, aunque muchas veces no se sabe si son
adquiridos con grandes sacrificios por madres consentidoras o se los han
robado. Es común ver a personas de los sectores populares en coches de alta
gama, pero resulta que a los días son capturados por la policía porque los
autos son adquiridos por medios ilícitos.
Sumado a la delincuencia común está la
delincuencia de cuello blanco y la delincuencia política. Los políticos, sobre
todo, son delincuentes debidamente entrenados en malas artes. Casi no hay quien
se salve y lo mínimo que puede ocurrir como falta o colisión de la ética es que
son oportunistas. Sujetos sin ideales que se suben a cualquier coche que
insinúe la mínima posibilidad de salir adelante. Los principios en países como
Guatemala se van extraviando porque se consideran los ideales, el ideario de
alguien, como una virtual pendejada. La cima de la mala educación son los
políticos. Dan miedo. Aterra oírlos hablar y exponer sus ideas.
Gore Vidal, un escritor norteamericano, siempre se
preguntó porque en los Estados Unidos siempre llegan al poder los individuos de
la peor categoría. Para un ejemplo están Biden y Trump. Eso se aprendió en
Guatemala, que un político no es un hombre de Estado sino un pillo de siete
suelas que le quita a cualquiera el calzoncillo sin quitarle el pantalón. Así
es la fauna politiquera de Guatemala, con los peores ejemplos aquí en Jutiapa.
Por eso la Semana Santa es una manera de respirar un aire menos enrarecido, más
limpio. No queremos los guatemaltecos saber nada de ellos por estos diez días.
¿Y para qué? No hacen la mínima falta. Nadie los extraña y nadie derramará una
lágrima si algún politiquero deshonesto de Guatemala fallece. De veras, es un
gran alivio no saber de ellos.
Publicado por La Cuna del Sol
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