La señora Diana Herrera Zepeda, recién nombrada al cargo de gobernador departamental de Jutiapa, se hizo unas fotografías en su despacho el día de toma de posesión del cargo la semana pasada escoltada por la bandera de Guatemala y la bandera de Israel. No sé si ella está enterada de las atrocidades cometidas por Israel contra el pueblo palestino o del financiamiento y entrenamiento de las fuerzas contrainsurgentes guatemaltecas que participaron en la ola de violencia indiscriminada contra las comunidades indígenas de Guatemala. No puede ser un honor, distinguida abogada, hacerse una fotografía con el estandarte de los criminales. Y no puede sentirse tampoco honrado el señor Bernardo Arévalo de tener lazos fraternales con el Estado Sionista.
¿QUÉ NOS PASA?... EL ESTADO GENOCIDA
DE ISRAEL ESTÁ PRESENTE EN JUTIAPA
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Personalmente no conozco a esta joven y
atractiva señora. Proviene de una familia del municipio de El Progreso,
Jutiapa. A su padre sí lo conocí hace muchos años cuando se dedicaba al
comercio. Fue este señor, propietario de un aserradero y un beneficio de arroz
y se caracterizada por su gentileza. De allí no sé más. Ella es abogada
especializada en derecho penal y con la agudeza que da dicha profesión no será
fácilmente manipulable por los grupos de la sociedad civil que vienen
precedidos, según dicen y no me consta, por un grupo de personas señaladas de
corrupción y que siendo devuelto el expediente para que se nombrar nueva terna,
en un acto de insolencia e irrespeto, fue devuelto con las mismas personas de
la terna sin acata la decisión presidencial.
Había un sobre interés del grupo de la
sociedad que civil para que una de las personas que encabezaba la lista de tres
de la terna fuera designado por el presidente Bernardo Arévalo como gobernador
de Jutiapa. Hubo denuncias porque se dijo que era un proceso viciado, pero lo
peor es que las manos del narcotráfico estaban metidas en la decisión, de allí
la razón de que fuera devuelta la terna inicialmente designada. Días después o
meses quizá, se hizo el anuncio que la nueva gobernadora era la licenciada Diana
Herrera Zepeda, lo cual fue un alivio para la comunidad. Y todo estaba bien con
la designación de una persona como la señora Diana, especialista en derecho
penal y con una formación técnica y doctrinaria que como tal confiere el pensum
de estudios de la carrera de derecho. Es decir, una persona cientista social,
consciente, creo yo, del supremo sentido de la justicia y su más alto valor; la
equidad. Aunque claro está, el derecho penal tiene una inevitable sombra, la
búsqueda de elementos de culpabilidad de las personas y no de su compresión.
Sin embargo, el penalista toma un caso si lo valora como justo para la defensa
del imputado. Pero el derecho penal en regímenes tan antidemocráticos como el
de Guatemala es la vía para hacer dinero a raudales llevando defensas
inescrupulosas de individuos con mucho dinero, conocidos por su vida criminal.
Pero no son asuntos de derecho el motivo de
este artículo. La razón es porque la abogada se hizo unas fotografías en su
despacho el día de toma de posesión del cargo la semana pasada escoltada por la
bandera de Guatemala y la bandera de Israel. No sé si ella está enterada de las
atrocidades cometidas por Israel contra el pueblo palestino, no lo de hace tres
meses, con la muerte de 1500 ciudadanos de Israel y extranjeros. No, de todo el
historial de crímenes cometidos por la entidad sionista a todo lo largo del
siglo XX y siglo XXI. La masacre más cercana lo fue la masacre de Sabra y
Shatila, que eran campos de refugiados palestinos en la parte occidental de
Beirut donde las Milicias Falangista organizadas, financiadas y armadas por
Israel se prestaron al juego sucio y masacraron a niños, mujeres, ancianos y
por supuesto adultos desarmados. Naciones Unidas condenó estos hechos como una
masacre pero no pasó de eso.
Nunca se hizo justicia y más tarde, ya siendo
presidente con apenas un mes y una semana de gobernar, fue ejecutado este
cabecilla paramilitar libanés de nombre Bashir Gemayel, de un tremendo bombazo
que destruyó la sede del Partido Falangista junto a 26 compañeros. La autoría
se le imputó a Siria. Doy este breve contexto histórico del Estado genocida de
Israel porque por donde pasa va dejando una estela de crímenes, incluso en
Guatemala en la década de los años 80 durante el conflicto armado interno de
nuestro país.
La financiación y entrenamiento de las
fuerzas contrainsurgentes en Guatemala fue obra de la inteligencia israelí con
El Mossad a la cabeza. Dejó como legado, el Pueblo Escogido de Dios, dolor y
sangre con sus torturadores esparcidos a lo ancho y largo del país. No puede
ser un honor, distinguida abogada, hacerse una fotografía con el estandarte de
los criminales. Y no puede sentirse tampoco honrado el señor Bernardo Arévalo
de tener lazos fraternales con el Estado Sionista. El pueblo judío es otra cosa
y no hay que confundir a los judíos con el israelismo infame. Háganos un favor
señor gobernadora: lleve la bandera del Estado Sionista a donde corresponde: al
tacho de la basura. Y si su cristiandad es limpia y honesta comprenderá muy
bien lo que le digo.
Publicado por La Cuna del Sol
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