sábado, 7 de septiembre de 2024

Los forajidos del Congreso de Guatemala

Los falsos “padres de la patria”, ahora que estamos en el mes de septiembre, han tenido la feliz ocurrencia de pedir un aumento salarial, encabezado por un mediocre diputado del partido Viva, quizá porque las clases pasivas del Estado, los jubilados, recibirán un mísero incremento que a los diputados les ha de parecer mucho.

 

LOS FORAJIDOS DEL CONGRESO DE GUATEMALA
ATACAN DE NUEVO, DE DÍA Y DESEMBOZADOS




Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol

Ahora resulta que personas sin honorabilidad -la mayoría- quieren investirse, equipararse, como funcionarios judiciales. Pero la mayoría no tienen experticia doctrinaria y de procedimientos procesales. Unos son criadores de ganado vacuno, otros porquerizos proveedores de carne de cerdo para la industria de jamones y salchichas. Otros, pastores evangélicos disfrazados de profetas de pacotilla y otros, los peores, no tienen oficio ni profesión conocida, a no ser mañosos que medran de partido en partido político, sin convicciones políticas e ideológicas. Todos con un ideario en común: hacer dinero.

En Guatemala, como en los Estados Unidos, las historias de éxito personal van por la narrativa de gente pobre que se hace millonaria. Otros logros como la bondad, la integridad, la honorabilidad y el respeto son cosas que uno puede o no tomar en cuenta y que en nada, al final, afectan el bien amado: los dólares apisonados con el peso de la inmoralidad y de la insolidaridad. Una moneda que pierde valor por todo el mundo y que paulatinamente está siendo sustituida en el intercambio financiero por cada moneda nacional, con el yen chino, por ejemplo, o el rublo ruso o la rupia hindú.

Esas monedas nacionales que circulan en la geografía del BRICS son las monedas sanas, no cargadas de abuso, prepotencia e iniquidades brutales. Por eso las iniciativas personales para hacer dinero debieran de pasar por el esfuerzo, por algo de lo que muchos bellacos se han olvidado: el trabajo. Y dentro de las inmoralidades del mundo hay una que sobresale: la de los diputados del Congreso de Guatemala. Algo que cuesta comprender por el altísimo grado de inmoralidad.

Los falsos “padres de la patria”, ahora que estamos en el mes de septiembre, han tenido la feliz ocurrencia de pedir un aumento salarial, encabezado por un mediocre diputado del partido Viva, quizá porque las clases pasivas del Estado, los jubilados, recibirán un mísero incremento de Q.428.00 y que a los diputados les ha de parecer mucho. Al menos el doctor Arévalo (porque los recursos monetarios del Estado están siempre en permanente crisis), pensó en un sector de la sociedad cuya edad les afecta en su actividad productiva. Enfermedades y pobreza que escarnecen una vida digna. No obstante, no es el caso del ingreso de los diputados. Aquí la única explicación es la codicia. El amor al dinero inescrupuloso y la falta de consideración hacia los demás.

El salario actual de un diputado raso es de Q.29,000.00 más una dieta de Q.5,000.00 por su integración a determinadas comisiones. Los diputados de la Junta Directiva tienen un salario de Q.50,000.00 más los mismos Q.5,000.00 de dietas. La propuesta sobre el incremento salarial se presentó el 3 de septiembre y el Artículo a reformar es el 55, inciso b. Pero vea usted lo que argumentan estos cínicos sujetos: “La nueva remuneración -dicen los diputados- les permitiría cumplir eficaz y dignamente con sus funciones parlamentarias y territoriales”. ¿Habrá más desvergüenza? O sea, según lo declarado, que ellos no son eficaces porque solo ganan Q.29, 000 quetzales. Con el doble estarían muy motivados para dedicarse con más ahínco a sus labores parlamentarias. ¡Qué huevos! Argumentos tontos, pienso, que solo reflejan pobreza espiritual e intelectual y nos dan la catadura exacta de toda la basura que tiene como recinto el Congreso de la República de Guatemala, una especie de cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones, solo que aquí en Guatemala son 150 rateros.

¡Mi huevo otra vez! Lo mismo hace el comercio minorista. Solo se enteran los tenderos que hay un leve aumento de dinero para los trabajadores y, al otro día, los precios son distintos, incrementados sin ninguna justificación. Aquí en Guatemala los reajustes salariales provocan artificiales inflaciones. Las tiendas de barrio monopolizados por los indígenas del occidente del país, que son seres rapaces como una lechuza, son un claro ejemplo de lo que digo. Los indígenas guatemaltecos aman el dinero tanto como los correderos de la Bolsa de Nueva York, no tienen escrúpulos, tal como acaba de acontecer -para citar otro ejemplo- con los directivos de la Academia de Lenguas Mayas, que tienen el usufruto ya por 20 años de la televisión del Estado. ¿Y qué han producido? Pues casi nada.

En el rankin de las canales de televisión de Guatemala el canal de los indígenas no aparece ni en el último lugar y solicitaron (igual a los diputados) un incremento del 300% de su presupuesto actual, cuando solo en gastos de funcionamiento se gastan el 80%. Así están los indios de pícaros. Pero cuidadito, cualquier negativa a sus pretensiones corre el riesgo de etiquetarse como racismo.

Forajidos hay muchos en Guatemala y con los dos ejemplos citados se puede decir que las cosas no andan bien entre los ciudadanos de este país. Si no vea a Allan Rodríguez, El Porky; que degrada al pueblo zutuhil y maya pues al tener hasta helicóptero ya no se considera indio. Y que hermosa condición es ser indio guatemalteco cuando uno sabe entender su condición humana a plenitud.




Publicado por La Cuna del Sol

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