Escrito del periodista
Asier Andrés
publicado en elPeriódico, ciudad de Guatemala
Al hablar de ellos, los libros de historia
relatarán que en su mayoría orbitaron alrededor del general y ministro de la
defensa, Alejandro Gramajo, durante el primer gobierno democrático, y que 25
años después volvieron a ser convocados por su principal discípulo, el también
general Otto Pérez Molina. Gramajo y sus tesis de la Estabilidad Nacional
les dotó un sustento ideológico que los llevó a lograr que el ejército se
supeditara al poder civil y a firmar los Acuerdos de Paz. Otto Pérez y su “mano
dura” les devolvió a la cúpula del Estado con una nueva misión:
institucionalizar políticas de seguridad efectivas.
Durante la última década, Otto Pérez construyó
un partido político y se rodeó de compañeros de viaje que han obtenido su
espacio correspondiente en el gobierno. Pero para ejercer el poder, Otto Pérez
ha convocado a un grupo de hombres que coincidieron con él en los momentos
cruciales de su carrera militar. Oficiales de fuerzas especiales y civiles que
se congregaron a la sombra de Gramajo, se agruparon en el Centro de Estudios
para la Estabilidad Nacional
(ESTNA) a finales de la década de los 80 y adquirieron gran relevancia como
promotores de la paz durante el gobierno de Ramiro de León Carpio. Serán ellos
una parte crucial de su Estado Mayor y la médula de su equipo de combate a la
criminalidad.
Mauricio López
Bonilla, el soldado que amaba la política
El presidente y ministro de gobernación se
encontraron en bandos opuestos durante los golpes de 1982 y 1983. Sería el
ministro de la defensa, Gramajo, quien los pondría a trabajar juntos por
primera vez. Ambos integraron el Estado Mayor personal del Ministro con una
misión: ganarle la guerra diplomática a
la guerrilla y recuperar la respetabilidad de Guatemala en la comunidad
internacional. Como parte de esa estrategia el actual ministro de gobernación
fue enviado por Gramajo a la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.
Para entonces, López Bonilla, ya era uno de los
principales cuadros políticos del ejército, el prototipo del soldado académico
y reformista. Entre 1993 y 1996, López Bonilla formó parte de los estados
mayores personales de los ministros Mario Enríquez y Julio Balconi. Mientras
Pérez coordinaba la negociación de la paz desde el Estado Mayor Presidencial
(EMP), López Bonilla trabajaba en los detalles técnicos, como el retorno de los
refugiados o la desmovilización de la guerrilla. Quienes lo conocen aseguran
que López Bonilla lleva la política en las venas y no hay nada que desee más
que llegar a la Presidencia. Pero
es también un experto en seguridad empresarial. Es consultor de la Bussines Alliance
for Secure Comerse (BASC), una compañía internacional destinada a certificar
qué empresas o instituciones que participan en el proceso de exportar productos
cumplen con estándares de seguridad. Como consultor de BASC -cuya filial en Guatemala preside Francisco
Toruño, directivo de la
Gremial de Transporte de Carga de la Cámara de Industria
(CIG)- López Bonilla certificó a las
portuarias Quetzal y Santo Tomás de Castilla, al aeropuerto internacional La Aurora y a Combex-Im, la
empresa de la CIG
que maneja las exportaciones en el aeropuerto, de la que fue representante el
diputado patriota Pedro Mundi. También acreditó a PROSERSA, una contratista del
Estado que provee cámaras, detectores de metales, aparatos de rayos X, y que,
por ejemplo; diseñó los sistemas de ingreso al Preventivo de la zona 18 y a El
Infiernito. Como administrador único de PROSERSA figura en el Registro
Mercantil Carlos Humberto Fabián, socio de López Bonilla en otros negocios.
Ricardo Bustamante,
el oficial de inteligencia
Cuando a finales de 1991 Otto Pérez fue nombrado
Director de Inteligencia (D2), una de sus primeras decisiones fue reclutar a un
grupo de oficiales con experiencia en inteligencia que le sirvieran de guías en
el mundo del espionaje. Desde entonces y hasta finales de 1996, Pérez y Ricardo
Bustamante nunca se separarían, primero en la D 2 y después en el EMP de Ramiro de León Carpio.
Los dos oficiales se conocieron hacia 1978,
mientras servían en la Guardia Presidencial de Lucas García. Ambos eran
kaibiles y paracaidistas, pero a partir del golpe de 1982 sus carreras
discurrieron por caminos separados. Mientras Pérez seguía en las fuerzas
especiales, Bustamante se especializaba en análisis e interrogatorios en
Taiwán, lo que lo llevó a la D 2
en 1987. Desde la Dirección
de Inteligencia, Bustamante trabajó con López Bonilla preparando la estrategia
del Estado ante la Comisión
de Derechos Humanos de Ginebra.
En el Estado Mayor Presidencial, a partir de
1993, Pérez y Bustamante lideraron el proceso de desmilitarizar la Policía
Nacional y el entorno de la Presidencia. Sentaron las bases de la SAAS y la SAE , aunque no culminaron el
proceso. El primer titular de la
SAE , Edgar Gutiérrez, asegura que el Estado Mayor
Presidencial actualizó sus bases de datos de control poblacional hasta 1999,
algo ilegal. Bustamante fue también el oficial que entregó a Joaquín El Chapo Guzmán a México en
1993.
Como le ocurrió a la mayoría de oficiales titos
-llamados así por su fidelidad a Otto Pérez- Bustamante fue apartado de la línea de mando
durante el gobierno de Alfonso Portillo. En 2004, cuando Pérez estuvo de nuevo
cerca del poder, Bustamante fue ascendido a la jefatura del Estado Mayor de la Defensa Nacional (EMDN). Poco
después se fue a retiro como General de División, el rango más alto nunca
alcanzado por un tito. Bustamante creó el Instituto en Estudios de Seguridad
(IES) de la Universidad Galileo
y proveyó de análisis e información al partido Patriota. Su experiencia
académica y la confianza de Pérez le han colocado en un cargo, que según
explican en el entorno del presidente, estará en el mismo nivel que el
Ministerio de Gobernación. La ley marco del Sistema Nacional de Seguridad, que
creó el Consejo Nacional de Seguridad, cuenta desde junio de 2011 con un
reglamento que desarrolla todas las funciones del secretario técnico de la
institución.
Ulises Noé Anzueto,
el kaibil
Cuando se especulaba con quién ocupara el
Ministerio de la Defensa en su gobierno, Otto Pérez insistió en que respetaría los tiempos y la institucionalidad del
ejército. Pero a la hora de la verdad, mandó a situación de disponibilidad a 13
generales y rescató de la marginalidad a un coronel que debió ser ascendido a
general hacía dos años y que nunca había ejercido como primer comandante en
ninguna unidad. Pérez premió a un tito: Ulises Noé Anzueto, un oficial que ha
pasado la mayor parte de su carrera o en la Escuela Kaibil o en la Brigada de Paracaidistas o
en la de Fuerzas Especiales.
La relación entre ambos se remonta a 1984
cuando Anzueto era comandante de pelotón de la Brigada de Paracaidistas y Pérez
oficial de operaciones. Volverían a coincidir en el Estado Mayor personal de
Gramajo -Anzueto era oficial edecán del
Ministro- y finalmente entre 1994 y 1996
en EMP. Anzueto sirvió a las órdenes de Pérez como oficial de plana mayor de la Guardia Presidencial
durante el gobierno de Ramiro de León Carpio. Pero algo más les une: la
presunta implicación de ambos en la muerte del guerrillero Efraín Bámaca. Anzueto era en 1992 oficial de operaciones en la Zona Militar 18 (San Marcos),
un destacamento en el que, según los testimonios y los documentos relacionados
con el caso; estuvo preso y fue torturado el comandante de la Organización
Revolucionaria del Pueblo en Armas, ORPA. En el relato que le
ofreció al Procurador de Derechos Humanos, Julio Arango, el guerrillero
Santiago Cabrera identificó a Anzueto como uno de los oficiales que custodiaban
al prisionero. Pero él no figura entre los denunciados por Jennifer Harbury.
Otros titos rodean a Anzueto en el alto mando
actual: el viceministro José Antonio Lemus Guzmán, y el subjefe del EMDN,
Manuel López Ambrosio. Ambos formaron parte del EMP de Ramiro de León Carpio y
se perfilan como los candidatos con más posibilidades de alcanzar el cargo de
Ministro, tras el retiro de Anzueto el próximo año.
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