Hoy 1º. de septiembre se cumple el primer año en
que este pequeño espacio de información y comentario político vio la luz en este
inmenso mar de la blogosfera. Todo se originó ante la necesidad o la urgencia
de crear un medio, adecuado para la difusión de las ideas y el pensamiento
político de uno de los grandes poetas, escritores y eruditos jutiapanecos,
Luciano Castro Barillas. Aunque conocido
en algunos círculos y su obra literaria ha sido premiada en diferentes partes
de Guatemala, su obra y su persona, por asuntos propios de nuestra
idiosincrasia chapina, permanecen desconocidos para la mayoría del pueblo
guatemalteco. Era necesario entonces crear un medio para sacar del anonimato al
poeta, luchador social y militante revolucionario. Era necesario que su obra
literaria y su pensamiento político trascendieran más allá de las estrecheces de
la intolerancia, de la indiferencia y del desprecio que nos marcan como sociedad. De ahí nace la idea
que luego se materializa en la creación del blog, La Cuna del Sol, metáfora poética con la que se conoce a
Jutiapa, la morena tierra oriental que viera nacer a nuestro muy querido y
estimado poeta gladiador. Con algún titubeo al inicio, pero marcando los pasos
con seguridad, La Cuna del Sol, se aventura a navegar el vasto océano del
Internet, sin saber que durante el transcurso de su corto periplo llegaría a
anclar en lugares en un principio insospechados. Lo que parecía o nos parecía,
sería un espacio con un enfoque mayormente local, poco a poco, por la misma
naturaleza del mundo en que vivimos, se ha ido tornado en una entidad,
modestamente hablando, de carácter global. Claro, todo esto no hubiese sido
posible sin la valiosísima colaboración de nuestros muy estimados lectores y
lectoras que nos siguen diariamente en las diferentes latitudes del globo
terráqueo y para quienes va un sincero como profundo agradecimiento. Por
último, La Cuna del Sol, patentiza su agradecimiento a una de las pocas personalidades,
quizás la única guatemalteca, que ha tenido
a bien como buena connacional, publicar una reseña del libro “Cronicas y tradiciones orales de Jutiapa” escrito
y publicado por Luciano Castro Barillas. Ella es la reconocida escritora y
bloguera jutiapaneca, “comapense de pura cepa”, Ilka Oliva Corado, de quien
publicamos a continuación y con la
debida autorización, una versión resumida de la reseña que ella hiciera, en marzo del 2011, del libro
antes mencionado.
EL MATILISGUATE FLORIDO.
Por Ilka Oliva Corado
Marzo 30 de 2011
Para finales del año pasado, un amigo que inició siendo lector de mis
letras, me pidió mi dirección física, para enviarme una sorpresa según él que
me encantaría recibir, la única pista que pudo darme fue: “trae el olor de la
tierra que te parió”, conociéndolo, sabía que hablaba de Jutiapa. Por más que
quise averiguar de qué se trataba, no pude, así es que me senté a esperar y a
revisar día tras día durante tres semanas, la cajita del correo, ubicada en el
edificio en donde vivo.
Ni cachas del mentado asunto que me había enviado. Pasó enero y entró
febrero con sus inigualables tormentas invernales. Y el volado nones de llegar
al correo. La tormenta invernal de los primeros días de febrero ayudó a que el
asunto se traspapelara entre los innumerables paquetes por entregar del Post
Office. Finalmente llegó la nota con el aviso, de que fuera a recoger
el paquete a la oficina del pueblo en donde vivo, así lo hice, emocionada
esperé media hora a que abrieran la oficina salí y mientras caminaba hacia el estacionamiento,
abrí el famoso paquete, dentro había un libro nuevo con olor aún a tinner de
la impresión. Me pareció el olor a tinner que se utiliza para lograr sacar la
copia de algo, sin utilizar el papel pasante.
La portada de una fotografía de una casonona de
teja y calle de adoquín, convirtió aquella mañana fría, en una árida y típica
de la campiña oriental, leí con los ojos llenos de agua, el título
de aquel empastado: Crónicas Y Tradiciones Orales de Jutiapa. El agua acumulada
en el umbral de mis ojos, salió como represa rota, empapando mis mejillas
congeladas por el frío.
Inmediatamente llamé por teléfono a Marvin Najarro, mi amigo y fiel lector,
y le di las gracias emocionada, por ese regalo tan bien escogido, era como una
caricia, un piojito, desde la árida Cuna Del Sol…
(…) Así es que aquella noche reuní a dos
paisanos, les hice recordar con nostalgia los días de infancia en la
árida y pedregosa Jutiapa, tomaron café del mismo pueblo, y ambos acariciaron
la idea de que gracias a esa tormenta invernal, probablemente nacería una
amistad.
Martina esa noche, durmió acariciando las hojas de El Matilisguate Florido.
En realidad fui yo, quien se acostó con el libro abierto de par en par y leí
cuatro veces seguidas, el fantasioso aroma del matilisguate en flor y el
nacimiento del atol shuco, provincialmente Xinca. Ese escrito fue mi forma de
agradecer a Marvin el detallazo, que tuvo conmigo, lo menos que podía hacer era
dejarlo estar una tarde-noche junto a su amada Martina, claro, encarnado en el
cuerpo del limpiador de nieve, Cayo Gilo.
El libro que tiene 256 páginas, lo he ido leyendo a cuenta
gotas, a sorbos me disfruto, historia, por historia, era tanta la
emoción de tenerlo en mis manos, que no me permití, devorarlo, no, ese
libro yo tenía que acariciarlo párrafo, por párrafo, como cuando uno
camina en el pueblo: adoquín por adoquín.
Confieso que al único escritor jutiapaneco que había leído era Pepe Milla,
(oriundo de Quezada) pero el estilo campechano, fresco, trovador y campirano de
Luciano Castro Barillas, me hizo recordar la Comapa de mi abuelo, Las Crucitas
de mi abuela, y La Joya de mi mamá y mis tías, el mismo modismo al hablar, las
mismitas palabras y puedo decir que si lo escuchara hablar, sería el mismo tono
y acento del típico, humilde y fiel jutiapaneco del campo.
Leer a Luciano durante las noches antes de dormir, en las mañanas cuando
andaba carroceando al niño que cuido en el parque, leerlo en mi tiempo de
almuerzo, en mis tardes de fin de semana, así como degustando un buen vino, o
buen buen atol shuco, sorbo sorbo.
Leerlo, en el extranjero, da un cierto peso a la nostalgia a la melancolía
y a la necesidad incontrolable del grito ahogado del retorno, te llama, la
patria te llama, te grita, te chifla, te manda señales de humo, telegramas en
barrilete, y hasta con cáscaras de naranja enviadas a hulazos, la
tierra busca toda forma posible para recordarte que allí está, esperándote, por
si se te había olvidado, o lo querías ignorar, ella sigue allí:
humilde, desnuda, herida, golpeada, saqueada, adolorida pero viva,
sigue respirando, por vos.
No entiendo por qué no han permitido que ese libro esté como lectura
obligatoria en Jutiapa, tendría que, para los básicos y
diversificado mínimo, porque además del lenguaje típico y fiel de la gente de
La Cuna Del Sol, cuenta con basta información fidedigna de
crónicas, e historias verídicas desde los inicios de aquel pueblón
oriental que más tarde se convirtiera en departamento.
El origen del atol shuco, visto y respirado bajo la sombra del matilisguate
florido, vaya forma de encantar mi paladar y mi Ego de Jutiapaneca, vaya forma
del escritor de dejar correr su imaginación y enamorar con el sombrero de la
campiña jutiapaneca.
Como hija de Jutiapa, como guatemalteca, como migrante, quiero dar las
gracias infinitas a Luciano Castro Barillas, por plasmar sus letras en un
libro, que dejará como herencia a las generaciones venideras de
jutiapanecos-cas, y guatemaltecos-cas en general, gracias por
regalarnos su talento, su trabajo en la compilación de la información que según
tengo entendido le ha llevado años atesorar y confirmar los hechos, para
realizar éste lindo y galante homenaje a La cuna Del Sol.
Quedo pues, profundamente enamorada de su prosa, de su magia y del modismo
con que ha decorado las letras de Crónicas y Tradiciones Orales de Jutiapa.
Reciba usted éstas humildes letras de una paisana que aún en el frío
ingrato del suelo extranjero, tiene un corazón que palpita rebosante por la
tierra que los parió a usted a Marvin y a ella. Por esa tierra árida, de vastos
potreros llenos de mozote, palos de guayaba silvestre, conacastes, matasanos,
jocote rojo, de iguana, de santo domingo, de agosto, tronador, de corona, esa
tierra que aún moribunda en la sequía, hace a las milpas florear y los
frijolares enredarse entre el guatal, que tiene contados nacimientos
de agua pero que dan abasto para que de allí mismo beban bestias y personas por
igual.
Gracias por describir tan fidedignamente el paisaje árido, el amarillo
encendido de la Flor de San Andrés, el chiltoto de Caparrosa, y el dulce de la
miel de talnete. El baile sabrosón de “La Fabulosa”, por atreverse a contar “La
Venganza del Cadejo”, por presentarme a “Juan de Tío Lapo”, y
sensibilizarme con la historia de “Pata Arisca”. Por llevarme de la mano a
degustar de “Quesadillas y Salporas”, por permitir que me enajenara con
la historia del valiente “El látigo del Sur”. Y qué decir de “La
Facción de los Lucios”, ese movimiento revolucionario nacido en las montañas
del oriente de Guatemala, la rebelión campesina luchando contra lacayos y
eclesiásticos, apoyada por el pueblo. Un pueblo golpeado, torturado
y mutilado pero que sigue luchando, nadando contra corriente en busca del sueño
Bolivariano, un pueblo que busca dignidad e igualdad. Mucho aprendí de sus
letras y sus historias, de sus crónicas y de su amor por nuestra tierra
Jutiapa.
Gracias Luciano Castro Barillas, por ser maestro, escritor y cronista, por
dejar un legado de información, añoranza y orgullo, a las
generaciones venideras, y entre las presentes me cuento, gracias por ayudar con
mi crecimiento como mujer, como guatemalteca pero principalmente como
jutiapaneca.
Publicado por La Cuna del Sol
Se dice que que nadie es profeta en su propia tierra, creo que no es verdad aunque bien se preste a otro tipo de significado creo que, aquí cabe lo del malinchismo -que a pesar de varios estudios realizados a través de los siglos no se mencionada que Marina "la malinche" fue obligada por su condición e inteligencia a servir a un amo abusador, tal es el caso de Hernán Cortéz- que preferimos lo de afuera que lo nuestro, que lo local, que lo puro... Luciano Castro Barillas es un escritor de la talla de cualquier nobel, su prosa y narrativa hablan por sí solas, el hombre no necesita presentación alguna ni valerse de los mentados Best Sellers para demostrar la calidad que lleva su pluma. Es de lo que este país de traidores se niega a reconocer porque.
ResponderBorrarSin embargo quienes hemos leído su obra sabemos que en cada palabra anima su amor por Jutiapa y por la Guatemala de antaño que día a día nos comprometemos más en destruir. Felicitaciones al escritor y al creador del blog, ambos cada uno en su rama trabajando por la expansión de ideas claras y consecuentes con la lucha de miles, de quienes estamos aquí abajo.