domingo, 4 de noviembre de 2012

RAPIDITO…



INTRODUCCIÓN

"En Guatemala -asegura Samanta Guerrero- los sicarios se transportan en motocicleta y es una situación grave como tan grave es que los repartidores de comida rápida circulen a excesiva velocidad, contra la vía. Atropellan gente y a pesar de que hay una ley, nadie hace nada al respeto. Todo sea por entregar la comida en 30 minutos, porque si no es gratis". Esta es la opinión de una de las personas que participaron en el foro  “Motociclistas: ¿dueños de la calle? de la BBC Mundo, en el que se les pregunta cuál es la situación con esos conductores en las principales urbes latinoamericanas en donde el tráfico es una pesadilla y como resultado cada vez más motocicletas están en circulación. Las personas que como auténticos kamikazes sin causa o flechas zigzagueantes se desplazan por calles y avenidas, son quienes llevan mensajes y correspondencia, hacen trámites diversos, reparten comida a domicilio e incluso transportan pasajeros mucho más rápidamente que si tuvieran que movilizarse a través del transporte público o en automóviles particulares. Sin embargo detrás de toda esta temeridad subyace la imperiosa necesidad de sobrevivir en un ambiente en donde las posibilidades de un empleo decente, seguro y digno equivale a poner en riesgo constante la existencia propia y la ajena. Rapidito, 30 minutos porque si no es gratis. LaQnadlSol.





RAPIDITO, MÁXIMA VELOCIDAD

Flotilla de los restaurantes Mcdonald's 
Por Luciano Castro Barillas


Ante la carencia de pleno empleo en Guatemala, cualquier trabajo está bien. Algo se tiene que llevar a la mesa de los hogares de las humildes familias guatemaltecas donde las madres  -sin nada que envidiarle a las ingenierías financieras de Wall Street-  hacen verdaderos malabarismos, auténticos milagros, con los magros y escurridizos centavos, para dar de comer a varias bocas, pues las familias con valores tradicionales de nuestro país, cristianas católicas o evangélicas; todavía siguen asumiendo la abundancia de hijos como “una bendición”, asunto cuestionable, pero no objeto de discusión en este brevísimo ensayo.

Los jóvenes, apenas tienen su mayoría de edad (18 años para Guatemala), buscan una ocupación formal para ayudar a sus padres a la crianza de sus hermanos pequeños, procurarse su comida y su ropa,  empleándose en lo que el mercado laboral guatemalteco les ofrece, generalmente subempleos,  no exentos de riesgos para su integridad personal. Guardia de seguridad, por ejemplo, empresas privadas donde acelerada e irresponsablemente se les capacita e inmediatamente, sin importarles su vida, los instalan en los innúmeros comercios de la ciudad. Al final, viendo escasas las perspectivas de superación personal y la eventualidad que algún pandillero les descerraje un tiro para quitarle el arma o asaltar un negocio; terminan desertando de esas instituciones de seguridad, robándose el arma reglamentaria  -una escopeta y pistola-  contribuyendo de este modo a incrementar los indicadores de criminalidad de una ciudad al límite de la sobrevivencia.

Otro trabajo de riesgo lo constituyen los repartidores de comida industrial o chatarra, de mucha proliferación y alta demanda (pizzas, comidas chinas o pollo frito atestado de aceite de palma africana desbordado de colesterol). Los gerentes de estos refectorios posmodernos, a instancias de los propietarios que quieren día a día más rentabilidad, exigen a los repartidores la máxima velocidad, “lo más rapidito posible” el viaje en sus motocicletas de baja cilindrada, que cuales abejorros en celo, pasan zumbando cual exhalación a lado de peatones, automovilistas o conductores del trasporte pesado, con tal temeridad y velocidad, que parecieran estos ingenuos muchachos “no tenerle amor a la vida”. Pero así son esos trabajos, mal pagados y riesgosos, los que ofrecen la clase empresarial guatemalteca a los jóvenes de este país.

Con la adrenalina al tope resultado de la velocidad y el apremio de sus patronos, los jovencitos con frecuencia terminan en el mejor de los casos con fracturas múltiples resultado de los tremendos impactos y cuando no, rindiendo cuentas a San Pedro, quien posiblemente le haya tomado ojeriza a las pizzas y al pollo rostizado por el alto costo humano para los jóvenes de este paisito llamado Guatemala. Un país imprevisible para todos, lamentablemente, donde nadie escapa de las tragedias cotidianas: bebés, niños de edad escolar, adolescentes, adultos y ancianos. Aquí la parca tira la guadaña parejo.










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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