domingo, 9 de diciembre de 2012

EL DESTINO DE VENEZUELA…



(…) La rasgadura en el continuo de la historia que tuvo lugar en 1989  y que luego creció en 1992, se abrió totalmente en 1988, destruyendo el sistema político existente y  demandando algo completamente diferente, algo que verdaderamente representara a la otra Venezuela. En esta tarea, han habido éxitos significantes: el bienestar del pueblo de Venezuela ha mejorado dramáticamente a través del sistema de Misiones y el terreno se ha preparado  para un salto cualitativo hacia un sistema político que rompa firmemente con el pasado. Pero el presente permanece fuertemente cargado con residuos del pasado: en la corrupción, el oportunismo, y la multitud de tibios revolucionarios que rodean a Chávez  y que amenazan con descarrilar o revertir el proceso.

Y no solamente eso. Cuando Chávez cayó enfermo el año pasado y se fue a Cuba sin ser anunciado, una conversación por mucho tiempo evitada se hizo forzosamente inevitable para esta otra Venezuela. Donde previamente la mera pronunciación de la palabra “Chavismo sin Chávez” lo marcaba a uno como un reaccionario, ahora todo mundo estaba batallando, aunque fuera calladamente, con la cuestión de esta inevitabilidad. George Ciccariello-Maher, The Election That Matters, Counterpunch




EL DESTINO DE VENEZUELA
SIN CHÁVEZ



Por Luciano Castro Barillas

La historia la hacen los pueblos y sus realidades particulares, ciertamente,  sin embargo, en el proceso histórico de maduración de condiciones objetivas y subjetivas de los pueblos, en esas acciones de construcción histórica; los grandes timoneles, el hábil comodoro, la personalidad individual lúcida y con determinación, en ocasiones; es insustituible. La Revolución cubana no hubiese sido la misma sin la presencia de Fidel, posiblemente no estuviésemos hablando de ella. De allí que el anuncio por parte de Chávez, por demás dramático y premonitorio, nos deja desvalidos a todos. Y es que creemos y confiamos en sus apoyos sociales, en el respaldo incondicional del pueblo venezolano humilde que a lo largo de su asunción al poder, ha sabido respaldarle y él guiarle. Se han dado errores, pero son más los aciertos. Los grandes esfuerzos de organización política entre los sectores populares y el respaldo de sectores de la pequeña burguesía, han permitido a Venezuela avanzar en su versión, creativa y contemporánea, de edificación de su proyecto socialista. Pero  -salvando distancias y al mismo tiempo aprendiendo de la historia-  cuando una revolución da por hacer concesiones no a sus adversarios sino a sus enemigos políticos, de clase; está se viene inevitablemente abajo.

Tres lustros son insuficientes para  consolidar un proceso revolucionario, máxime si continúan vigentes elementos perniciosos, muy vitales, en contra de esa edificación socialista, por ejemplo, un ejército donde sus altos mandos declaran su apoyo a la Revolución Bolivariana, pero no olvidemos también que aparentes incondicionales y fervorosos chavistas, defeccionaron en su momento, ante la sorpresa del pueblo y del propio Chávez. Otro asunto importante es que las milicias revolucionarias, que eventualmente se podrían oponer a una traición del ejército, todavía son insuficientes y no dispondrían como tales más que de fusiles. Las armas estratégicas (la aviación, la artillería y la armada) no están al alcance de los milicianos de una manera debida. Esas no eran las condiciones, para citar un ejemplo, de la Revolución Cubana: el ejército batistiano había sido desmantelado gracias a la conducción resuelta del Che que le dejó a Fidel la mesa limpia. La gran oligarquía cubana se había puesto los pies en polvorosa para los Estados Unidos, es decir, toda oposición había sido barrida y por lo tanto el proceso de edificación socialistas cubano aunque contó con la descarada intervención gringa, éste proceso de agresión funcionó perfectamente como un elemento aglutinador del pueblo, no lo dispersó. La oposición venezolana, hay que reconocerlo, se rearticuló y sigue disputándole los cargos de poderes locales a los grupos chavistas. Están en desventaja, pero en ningún momento al punto del colapso político. Siguen siendo tipo y grupos de cuidado. Es probable que un proceso revolucionario pueda avanzar en esas condiciones, pero hay cosas que se tienen que hacer ya: radicalizar algunas medidas económicas, porque de lo contrario  -y ante la poco disimulada furia de los Estados Unidos-  sus aliados seguirán estando en condiciones de dar la batalla, por lo que se hace necesario acelerar y profundizar la reforma urbana y rural y una política de expropiaciones sin ninguna contemplación. Las consecuencias se tendrán que asumir ante el imperio pero si la organización popular es tal, Venezuela podrá ser la nueva derrota catastrófica del imperialismo a la hora de una agresión. Sin Chávez la revolución ya no será la misma, para bien o para mal. Los sectores vacilantes siempre, históricamente, claman por la moderación porque son los que tienen algo que perder. Los otros no, los que no tienen nada que perder, los que no solicitarán asilo, ni saldrán al exilio, ni cuidarán intereses personales con disimulo. El camino al socialismo del siglo XXI en Venezuela es distinto, pero al final, es el mismo: se trata de derrotar al enemigo histórico del proletariado. Y las cosas, como decía Aristóteles, se diferencian en lo que se parecen.

Los enemigos de la Revolución Bolivariana, a la hora de actuar, lo harán sin contemplaciones y con toda la saña posible.










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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