(…) La rasgadura en el
continuo de la historia que tuvo lugar en 1989
y que luego creció en 1992, se abrió totalmente en 1988, destruyendo el
sistema político existente y demandando
algo completamente diferente, algo que verdaderamente representara a la otra
Venezuela. En esta tarea, han habido éxitos significantes: el bienestar del
pueblo de Venezuela ha mejorado dramáticamente a través del sistema de Misiones
y el terreno se ha preparado para un
salto cualitativo hacia un sistema político que rompa firmemente con el pasado.
Pero el presente permanece fuertemente cargado con residuos del pasado: en la corrupción,
el oportunismo, y la multitud de tibios revolucionarios que rodean a Chávez y que amenazan con descarrilar o revertir el
proceso.
Y no solamente eso.
Cuando Chávez cayó enfermo el año pasado y se fue a Cuba sin ser anunciado, una
conversación por mucho tiempo evitada se hizo forzosamente inevitable para esta
otra Venezuela. Donde previamente la mera pronunciación de la palabra “Chavismo sin Chávez” lo marcaba a uno
como un reaccionario, ahora todo mundo estaba batallando, aunque fuera
calladamente, con la cuestión de esta inevitabilidad. George Ciccariello-Maher, The Election That Matters, Counterpunch
EL DESTINO DE
VENEZUELA
SIN CHÁVEZ
Por Luciano Castro Barillas
La historia la hacen los pueblos y sus
realidades particulares, ciertamente,
sin embargo, en el proceso histórico de maduración de condiciones
objetivas y subjetivas de los pueblos, en esas acciones de construcción histórica;
los grandes timoneles, el hábil comodoro, la personalidad individual lúcida y
con determinación, en ocasiones; es insustituible. La Revolución cubana no
hubiese sido la misma sin la presencia de Fidel, posiblemente no estuviésemos
hablando de ella. De allí que el anuncio por parte de Chávez, por demás
dramático y premonitorio, nos deja desvalidos a todos. Y es que creemos y
confiamos en sus apoyos sociales, en el respaldo incondicional del pueblo
venezolano humilde que a lo largo de su asunción al poder, ha sabido respaldarle
y él guiarle. Se han dado errores, pero son más los aciertos. Los grandes
esfuerzos de organización política entre los sectores populares y el respaldo
de sectores de la pequeña burguesía, han permitido a Venezuela avanzar en su
versión, creativa y contemporánea, de edificación de su proyecto socialista.
Pero -salvando distancias y al mismo
tiempo aprendiendo de la historia-
cuando una revolución da por hacer concesiones no a sus adversarios sino
a sus enemigos políticos, de clase; está se viene inevitablemente abajo.
Tres lustros son insuficientes para consolidar un proceso revolucionario, máxime
si continúan vigentes elementos perniciosos, muy vitales, en contra de esa
edificación socialista, por ejemplo, un ejército donde sus altos mandos declaran
su apoyo a la Revolución Bolivariana, pero no olvidemos también que aparentes
incondicionales y fervorosos chavistas, defeccionaron en su momento, ante la
sorpresa del pueblo y del propio Chávez. Otro asunto importante es que las
milicias revolucionarias, que eventualmente se podrían oponer a una traición
del ejército, todavía son insuficientes y no dispondrían como tales más que de
fusiles. Las armas estratégicas (la aviación, la artillería y la armada) no
están al alcance de los milicianos de una manera debida. Esas no eran las
condiciones, para citar un ejemplo, de la Revolución Cubana: el ejército
batistiano había sido desmantelado gracias a la conducción resuelta del Che que
le dejó a Fidel la mesa limpia. La gran oligarquía cubana se había puesto los
pies en polvorosa para los Estados Unidos, es decir, toda oposición había sido
barrida y por lo tanto el proceso de edificación socialistas cubano aunque
contó con la descarada intervención gringa, éste proceso de agresión funcionó
perfectamente como un elemento aglutinador del pueblo, no lo dispersó. La
oposición venezolana, hay que reconocerlo, se rearticuló y sigue disputándole
los cargos de poderes locales a los grupos chavistas. Están en desventaja, pero
en ningún momento al punto del colapso político. Siguen siendo tipo y grupos de
cuidado. Es probable que un proceso revolucionario pueda avanzar en esas
condiciones, pero hay cosas que se tienen que hacer ya: radicalizar algunas
medidas económicas, porque de lo contrario
-y ante la poco disimulada furia de los Estados Unidos- sus aliados seguirán estando en condiciones
de dar la batalla, por lo que se hace necesario acelerar y profundizar la
reforma urbana y rural y una política de expropiaciones sin ninguna
contemplación. Las consecuencias se tendrán que asumir ante el imperio pero si
la organización popular es tal, Venezuela podrá ser la nueva derrota
catastrófica del imperialismo a la hora de una agresión. Sin Chávez la
revolución ya no será la misma, para bien o para mal. Los sectores vacilantes
siempre, históricamente, claman por la moderación porque son los que tienen
algo que perder. Los otros no, los que no tienen nada que perder, los que no
solicitarán asilo, ni saldrán al exilio, ni cuidarán intereses personales con
disimulo. El camino al socialismo del siglo XXI en Venezuela es distinto, pero
al final, es el mismo: se trata de derrotar al enemigo histórico del
proletariado. Y las cosas, como decía Aristóteles, se diferencian en lo que se
parecen.
Los enemigos de la Revolución Bolivariana, a la
hora de actuar, lo harán sin contemplaciones y con toda la saña posible.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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