Desde que la crisis se desató
en el 2007, enviando a más de 8 millones de norteamericanos a las filas del
ejército desocupados, las ganancias de los negocios no solamente han repuntado,
sino que han alcanzado niveles más altos. De hecho, en el tercer cuarto del
2012 se observó como las ganancias de los negocios asumían, como nunca antes,
un mayor porcentaje del PBI. A la inversa, como es de esperar, los salarios de
los trabajadores han descendido a niveles históricos. Esos son los esplendores de la “sociedad de
las oportunidades” proferidas por nuestro “sistema de la libre empresa”.
LA CRISIS LABORAL EN ESTADOS
UNIDOS Y
EL EJERCITO DE DESOCUPADOS
Por Ben Schreiner
La situación del desempleo en Estados Unidos-a pesar de la indiferencia de
Washington-permanece más bien abismal. La última evidencia la ofrece el reporte
de noviembre. Aunque la tasa de desempleo bajó a 7.7 por ciento en noviembre,
esto fue debido a una declinación de 350,000 puestos en el mercado del trabajo.
En otras palabras, la caída en la tasa oficial de desempleo fue debido al hecho
de que un cuarto de millón de norteamericanos simplemente dejaron de buscar
trabajo. De hecho, el más reciente reporte encontró que aproximadamente 7
millones de estadounidenses que no fueron contados como parte de la fuerza de
trabajo (y de esta manera no cuentan oficialmente como desempleados) desean
trabajar, pero simplemente están desalentados como para buscar empleo.
Mientras tanto, la tragedia en curso de los desempleados a largo termino no
muestra señales de querer llegar a su fin, con el número de norteamericanos si
haber trabajado por más de 27 semanas aproximándose a 5 millones. Al ritmo
actual en el crecimiento del empleo tomará toda una década para lograr una recuperación
total en la tasa de ocupación. (Esto, por supuesto, excluyendo un retorno a la
recesión en los próximos diez años)
El desperdicio del potencial humano, sin mencionar el sufrimiento humano detrás
de tales números es, demás está decir, verdaderamente inmenso.
En Washington, sin embargo, la crisis del empleo está fuera de la agenda.
El fetiche bipartidista de la reducción de la deuda, habiendo sido estimulado
por la orquestada crisis del llamado “abismo fiscal”, sobrepasa en estos
momentos cualquier preocupación sobre el torbellino del desempleo. Y así, a
cambio de un serio programa de trabajos, la elite política se ocupa en preparar
una áspera dosis del elixir de la austeridad para ser administrado en el nombre
del “sacrificio compartido”.
Uno podría con toda razón preguntarse, sin embargo, por que Washington
permanece desinteresado en la crisis del empleo. Después de todo, una clara
mayoría de estadounidenses están en favor de que el congreso actué más en la
creación de empleos que en la reducción del déficit.
Como argumenta Paul Krugman, el silencio sobre el asunto de los empleos no
puede ser atribuido a ideología o falta de recursos, pero en cambio se reduce a
una cuestión de clase. “Gentes influyentes en Washington no están preocupados
de perder sus trabajos”, escribe Krugman, por lo general ellos ni siquiera
saben quién está desempleado.
Sin duda esto tiene algún mérito, porque, las oficinas en Capitol Hill no
solamente están dominadas por aquellos dispuestos a hacer la voluntad de la
elite financiera, sino que, cada vez más están siendo ocupadas por la elite
misma. Dicho esto, la indiferencia a la crisis de empleos no es simplemente un
asunto de una clase política fuera de la realidad. No odien a los jugadores,
podríamos decir, odien el juego.
Por cierto, lo que Krugman (juntamente con la mayoría de comentaristas
liberales) omite al no tomarlo en cuenta es, el papel funcional del desempleo
masivo; concretamente, su capacidad para suprimir los salarios y asegurar la
continuidad de las ganancias. Después de todo, sin un ejército de desocupados
en reserva para disminuir la demanda laboral e intimidar a la fuerza de trabajo
activa para que caiga en un estado de sumisión, se pone en riesgo la
rentabilidad por la amenaza de un mayor poder del trabajador y la consiguiente
demanda por salarios más altos. Este es un proceso que uno claramente puede ver
en el desarrollo de la presente crisis.
Desde que la crisis se desató en el 2007, enviando a más de 8 millones
de norteamericanos a las filas del ejército desocupados, las ganancias de los
negocios no solamente han repuntado, sino que han alcanzado niveles más altos.
De hecho, en el tercer cuarto del 2012 se observó como las ganancias de
los negocios asumían, como nunca antes, un mayor porcentaje del PBI. A la
inversa, como es de esperar, los salarios de los trabajadores han descendido a
niveles históricos. Esos son los esplendores
de la “sociedad de las oportunidades” proferidas por nuestro “sistema de la
libre empresa”.
Por su puesto, el rol del desempleo masivo en suprimir los salarios y en
asegurar una continua rentabilidad necesariamente se extiende a todo el sistema
capitalista global en general. Y como argumentan John Bellamy Foster y Robert
McChesney en su más reciente libro, The
Endless Crisis (La Crisis
Interminable), un masivo ejército en reserva de desempleados a nivel global
permanece como la característica que define a la economía mundial. En el 2011,
por ejemplo, Foster y McChesney reportan que el ejército global de desocupados
permaneció en 2.4 billones de personas en contraste al 1.4 billones que se
encontraban en la fuerza activa en el mercado laboral. Eso quiere decir, que el
ejército global de desempleados permaneció un 70 por ciento superior a la
fuerza activa en el mercado laboral global.
“La existencia de un enorme ejercito de reserva laboral a nivel global presiona
para que caigan los ingresos de los trabajadores del mundo”, explican Foster and MacChesney, “empezando en el Sur
global, pero también afectando a los trabajadores del Norte global, quienes
constantemente están sujetos a la propuesta neoliberal de la “flexibilidad del
mercado laboral”…el sector laboral está a la defensiva en todas partes. Y en
donde está a la defensiva, el capital está a la ofensiva. De ahí que, en medio
de un incremento en las ganancias de los negocios vemos un despiadado y variado
ataque sobre el sector laboral-extendiéndose desde la legislatura estatal en
Lansing, Michigan hasta las fábricas textiles en Bangladesh y más allá.
Un serio esfuerzo para obtener un empleo completo y digno en un mundo como
este, requiere en realidad y sin excepciones de una lucha internacional contra
las fuerzas del capitalismo. Dicha batalla tiene que ser internacional ya que
al fracasar al no hacerlo así, lo expondría a uno en definitiva a las perversas
fuerzas de la competitividad laboral del ejército global de desocupados.
Ausente dicha lucha, la crisis del empleo en Estados Unidos y en todo el
mundo continuará. El potencial creativo y productivo de billones
de personas a todo lo ancho del planeta languidecerá en el ejército de
reserva.
Traducido del inglés por Marvin
Najarro
Ben Schreiner es un escritor
freelance radicado en Wisconsin. Él puede ser contactado en bnschreiner@gmail.com o vía su website.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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