jueves, 7 de febrero de 2013

EL PC CUBANO… MACHISTA Y HOMÓFOBO




(...) El PC cubano era el reflejo de la sociedad cubana, es decir machista y homófobo. Un homosexual no podía ser militante del Partido. Cada vez que descubrían a uno lo expulsaban inmediatamente. ¡Hubo un momento en que se excluía incluso a los hombres casados con mujeres adulteras!





“EL PC CUBANO ERA EL REFLEJO DE LA SOCIEDAD CUBANA,
ES DECIR MACHISTA Y HOMÓFOBO”


Por Salim Lamrani               
                                              
Conversaciones con Mariela Castro Espín        

El “Quinquenio Gris”

SL: Recordemos ahora el oscuro periodo del “Quinquenio Gris”, entre 1971 y 1976, cuando, otra vez, intelectuales de primera magnitud fueron marginalizados y víctimas de ostracismo por su homosexualidad.

MCE: El ostracismo del cual fueron víctimas los homosexuales durante el “Quinquenio Gris” fue mucho peor que lo que tuvieron que sufrir en las UMAP. Esta etapa sombría tuvo un impacto terrible en la vida personal y profesional de los homosexuales. En el Congreso nacional “Educación y Cultura” en 1971, se establecieron parámetros exclusivos contra los que presentaban una orientación sexual distinta de lo que se consideraba la norma. Así, no podían ni trabajar en el mundo de la educación, es decir ser maestros o profesores, ni en el universo de la cultura. Se consideraba, de modo muy arbitrario, que serían malos ejemplos para los niños y los alumnos y que por lo tanto había que alejarlos de la juventud. Ahora, desde luego no se quedaban sin trabajo, pero no podían integrar esos dos campos y resultaban por consiguiente discriminados.

Fue una experiencia muy dura para ellos. Imagínese el caso de una persona homosexual que deseaba ser profesor por vocación. Se le prohibía el acceso a ese mundo por el sectarismo, la intolerancia de algunos dirigentes y burócratas. Prohibir a un estudiante ser médico u otra cosa por su orientación sexual es inaceptable para toda persona que cree en los valores de libertad y justicia. Esto duró muchos años aunque los homosexuales encontrasen empleo en otro sector. Se les recordaba sistemáticamente su condición de minoría sexual. Algunos vivieron esa situación mejor que otros pero muchos sufrieron ostracismo y discriminación.


SL: ¿Hasta cuándo duró esa política discriminatoria?

MCE: Duró hasta 1976, fecha en que se creó el Ministerio de Cultura. La Resolución que se aprobó en 1971 y que apartaba a los homosexuales de los mundos de la educación y de la cultura se declaró inconstitucional en 1976, tras la adopción de la nueva Constitución ese año. Entonces se eliminó y se adoptó otra política a nivel educacional y cultural.

SL: ¿Cuál fue la postura del Partido Comunista de Cuba hacia la diversidad sexual?

MCE: El PC cubano era el reflejo de la sociedad cubana, es decir machista y homófobo. Un homosexual no podía ser militante del Partido. Cada vez que descubrían a uno lo expulsaban inmediatamente. ¡Hubo un momento en que se excluía incluso a los hombres casados con mujeres adulteras!

SL: ¿Cómo?

MCE: Sí, así era la situación en un momento dado. Imagínese la situación terrible para la persona en cuestión, quien no sólo descubre la infidelidad de la esposa sino que además se encuentra excluido del Partido precisamente por ese motivo, mientras que es víctima de la situación. Para permanecer miembro del Partido, había que mostrar carácter viril y divorciarse de su mujer. En caso contrario, si elegía permanecer con su esposa, el Partido lo excluía de sus filas.

SL: ¿Eso se aplicaba a las mujeres víctimas de las infidelidades del marido?

MCE: Por supuesto que no, pues vivíamos en una sociedad machista donde las faltas de los hombres se consideraban normales. La buena esposa debía soportar las infidelidades del marido. En cambio, un buen marido no podía aceptar semejante reciprocidad. El hombre recobraba su dignidad dejando a su mujer infiel. En cambio, si adoptaba el comportamiento que se consideraba válido para la mujer –es decir perdonar la infidelidad puntual–, perdía toda consideración. Tales eran los criterios de la época. ¡Era completamente absurdo!

SL: ¿Hasta cuándo duró semejante política?

MCE: Esta política se eliminó a finales de los años 1970, pues era verdaderamente injusta. Recuerdo que ingresé la Universidad en 1979, en el Instituto Pedagógico más precisamente, y oí hablar de eso a uno de mis profesores, víctima de esa situación. Acababan de excluirlo del Partido pues su mujer le era infiel.

En aquella época, yo tenía ya responsabilidades como Presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria. Estaba implicada en la lucha por la igualdad y contra las injusticias. Entonces ocurrió la última caza de brujas contra los homosexuales en la Universidad. Habían llamado a eso “Profundización de la conciencia revolucionaria” o algo así, es decir algo tan ridículo. Se organizaban reuniones interminables e inútiles para analizar el carácter ejemplar de los militantes de la Juventud Comunista (UJC). ¡Qué pérdida de tiempo era eso! Tenía 18 años en aquella época. Si escuchábamos música americana nos regañaban. Si llevábamos una camiseta con la bandera americana, sucedía igual. No se puede imaginar usted las cimas de absurdo que se alcanzaba en esas reuniones.

SL: ¿Cómo reaccionó usted?

MCE: Desde luego me oponía a ello, pero inmediatamente los extremistas de la UJC, que no concebían el “perdón” como algo constructivo, me tildaban de floja. ¡Como si uno tuviera que ser absuelto por escuchar a los Beatles! No podía oponerme de modo más virulento pues corría el riesgo de que esos mismos sectarios me excluyeran de la UJC. Imagínese entonces la suerte que se les reservaba a los homosexuales.

Entonces tenía que observar la situación y evaluar mi margen de maniobra. Todos los casos disciplinarios pasaban ante el Comité de la UJC al cual pertenecía. Hubo varios casos de homosexuales y lesbianas a quienes se quería excluir de la UJC por su orientación sexual. Durante una reunión de ese mismo Comité, a finales del año 1979, recuerdo haberme opuesto con mucho vigor a ello. No podía soportar tales injusticias. Entonces levanté la mano y fue una de las pocas veces que utilicé la figura de mi padre, Comandante de la Revolución, Ministro de las Fuerzas Armadas, hermano de Fidel Castro, el líder de la Revolución. ¡Además para decir una mentira!

SL: ¿Qué dijo?       

MCE: Recuerdo haber dicho lo siguiente: “Se está cometiendo un grave error. Le pregunté a mi padre si era justo y me contestó que no, que había un problema de mala interpretación, que no se podía excluir a una persona de la UJC por su orientación sexual y que había que dejarlos en paz”. También agregué: “Además, durante la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, en la Sierra Maestra, había homosexuales entre los rebeldes del Movimiento 26 de Julio”. En realidad, no tenía la menor idea. Incluso me atreví a afirmar, con mucha convicción, lo siguiente: “Actualmente hay homosexuales en la Dirección de la Revolución”. Ahí también, no sabía absolutamente nada al respecto.

SL: Todo ello era una mentira ya su padre nunca le había dicho eso, ¿verdad?

MCE: Mi padre nunca pronunció esas palabras. Las inventé yo.

SL: ¿Cómo reaccionaron los demás miembros del Comité?

MCE: Nadie se atrevió a oponerse a lo que se pensaba que era la voluntad de mi padre. Así, el único lugar donde los homosexuales pudieron escapar de las medidas discriminatorias fue el Instituto Pedagógico.

SL: ¿Le contó esa historia a su padre?

MCE: Lo hice ese mismo día al regresar a casa. Se lo expliqué todo a mi padre y a mi madre, Vilma Espín, que era en aquella época Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas. Pensaba que mi padre me iba a regañar fuertemente no sólo por usar su nombre y su cargo sino también por mentir.

SL: ¿Qué le dijo su padre?

MCE: Figúrese que mi padre me felicitó y me dijo que había hecho lo correcto al oponerme a lo que él consideraba también como una cosa arbitraria e injusta. Recuerdo que dijo algo como: ¡Qué estupidez!

Le confieso que me quedé atónita pues pensaba realmente que iba a pasar un momento poco agradable. Pero no fue el caso, al contrario, recibí felicitaciones.

SL: Entonces usted logró imponer su punto de vista en el Comité disciplinario de la UJC.

MCE: Sí, pero no fue fácil, pues tuve que usar la figura de mi padre. El dirigente de la UJC del Instituto era un homófobo recalcitrante. Era el más virulento de todos los miembros del Comité. Quería sancionar a todo el mundo. Intenté explicarle que la ideología no tenía nada que ver con la sexualidad, pero no quería saber nada.

Más tarde, descubrí que era bisexual, que había tenido una aventura con una persona que luego emigró a Canadá. Era un homofóbico refoulé. En esa misma época ocurrió el éxodo del Mariel y muchas de esas personas extremistas, que pedían sanciones ejemplares contra los homosexuales y las lesbianas, que pretendían ser más revolucionarios que los revolucionarios, que pensaban que eran el antiimperialismo personificado, abandonaron el país en esa ocasión, rumbo a Estados Unidos. Lenin tenía razón cuando afirmaba que detrás de cada extremista se encontraba un oportunista. Los homosexuales y las lesbianas a quienes querían sancionar, a quienes consideraban contrarrevolucionarios, se quedaron en Cuba, a pesar de las dificultades y del sectarismo contra ellos. Los dogmáticos y sectarios fueron los primeros en abandonar el barco cuando se les presentó la posibilidad. Vea usted la contradicción.

SL: Parece que la discriminación hacia los homosexuales la marcó mucho.

MCE: No sólo me marcó sino que me escandalizó y me indignó. Estudiaba filosofía marxista en aquella época, la cual me permitió reflexionar sobre estas cuestiones. Empecé a interesarme por los temas de la sexualidad antes de integrar el Centro Nacional de Educación Sexual, el CENESEX.


Salim Lamrani. Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV. Es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de siège. Les sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade. Contacto: lamranisalim@yahoo.fr; Salim.Lamrani@univ-reunion.fr, Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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