Los actuales movimientos
indígenas y campesinos más beligerantes de Guatemala, nos guste o no, en buena
medida, son el legado de las organizaciones guerrilleras. No sólo porque
nacieron como extensión ideológica y social de algunos grupos guerrilleros,
sino porque muchos de las y los activistas/dirigentes actuales de dichos
movimientos son excombatientes guerrilleros.
LA UTOPÍA DEL
“MOVIMIENTO” MAYA
SIN LOS MOVIMIENTOS
REVOLUCIONARIOS
Por Ollantay Itzamná
Cuando la noche ya anunciaba su triunfo sobre ocaso, en el centro de la
ciudad de Guatemala, me encontré, por casualidad, con dos compas cuyos nombres
no recuerdo. Pero sí, los vi en otras oportunidades en medio de indígenas y
campesinos, en el interior del país. Ambos venían después de tapar (bloquear)
caminos en el Oriente del país, junto a los miles de indígenas y campesinos que
protestaron tapando caminos en 22 puntos diferentes en todo el territorio
nacional.
A uno de ellos su vestido lo delataba como un ex combatiente guerrillero.
Pantalón comando verde olivo, gorra revolucionaria y mochila de campo en la
espalda. Y efectivamente, en el café, con toda naturalidad, hizo referencia a
su pasado guerrillero entre los indígenas q’echís.
Sentí satisfacción especial de estrecharles la mano, y beber un café, con
ellos dos. De los pocos ex combatientes que sienten orgullo de su vocación
guerrillera pasada, y, ahora, con la misma pasión y mística le apuestan a las
acciones colectivas de los movimientos sociales. Con una perspectiva política
ideológica medianamente clara y realista.
Me impactó el encuentro porque yo venía saliendo de una reunión con
“representantes” indígenas del Cauca, Colombia, y algunos dirigentes indígenas
mayas de Guatemala, y en mis tímpanos aún resonaba los slogans reiterados por
algunos de los participantes: “Las guerrillas nos utilizaron”. “Las guerrillas
no nos aportaron nada en nuestros procesos organizativos”. “Los indígenas mayas
somos insurgentes desde hace más de 500 años atrás”. “Los mayas vamos a hacer
la verdadera revolución”. “Los mestizos son traidores”… Chauvinismo innecesario
que lejos de construir, destruye.
Con seguridad que la gran mayoría de los comandantes guerrilleros fueron
machistas, racistas, clasistas y especistas. Eran marxistas. Los indígenas, sin
necesidad de haber sido configurados en el marxismo, somos machistas y
clasistas, mucho más si ascendemos socioeconómicamente. Ni hablar si contamos
con algún título universitario.
Los actuales movimientos indígenas y campesinos más beligerantes de
Guatemala, nos guste o no, en buena medida, son el legado de las organizaciones
guerrilleras. No sólo porque nacieron como extensión ideológica y social de
algunos grupos guerrilleros, sino porque muchos de las y los
activistas/dirigentes actuales de dichos movimientos son excombatientes
guerrilleros. Por ejemplo, el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) tiene
entre sus activistas/integrantes a varios ex combatientes de varios grupos
guerrilleros (desperdigados con la firma de los Acuerdos de Paz), junto a
indígenas y campesinos. Incluso algunos ex integrantes de las Patrullas de
Autodefensa Civil (PAC) y ex soldados del Ejército.
No es verdad que los pueblos mayas tengamos una trayectoria guerrillera de
más larga data que los marxistas mestizos en el país. Si esto fuera cierto, los
indígenas hace rato hubiésemos construido hegemonía política, y seríamos
gobierno en el país. Nuestros abuelos mayas, durante la Colonia, nunca se
levantaron contra el poder central, mucho menos contra la Metrópoli. Los
motines “indios” fueron siempre en contra de patrones locales. Por eso
carecemos tanto de una acumulación histórica de fuerza sociopolítica indígena
de alcance nacional. En Los Andes, las historias indígenas fueron diferentes.
Si las organizaciones indígenas seguimos revictimizándonos como
traicionados o utilizados incluso por las mismas izquierdas, metal y
espiritualmente jamás nos decolonizaremos. Seguiremos siendo objetos de caridad
de la ayuda externa. Por tanto, jamás transitaremos del folclorismo cultural a
la autoconciencia política. Seguiremos tullidos, sin posibilidad de hacer
florecer y compartir los legados culturales, espirituales y políticos que
nuestros ancestros/as nos heredaron. No somos mejores, ni peores sólo por el
hecho de ser genéticamente indígenas.
Los procesos revolucionarios, guerrilleros o no, aportaron lo necesario
para el actual despertar creativo de nuestros pueblos. Que las circunstancias
históricas, y nuestras configuraciones mentales, no nos permitieron convertir
nuestra mayoría demográfica en hegemonía político militar incluso dentro de los
mismos grupos guerrilleros, es otro asunto. Yo no puedo imaginar el actual
proceso de cambio boliviano sin el aporte de la izquierda clase mediera,
incluso ex guerrillera, que corporiza el Vicepresidente, Álvaro García Linera y
otros.
Quienes de buena fe impulsamos procesos de cambios trascendentales desde
las comunidades y las regiones con perspectiva nacional, debemos reconocer
nuestra condición de subalternidad compartida con quienes no son indígenas, y
apostar entre todos/as a construir procesos de liberación integral para la
humanidad y para la Madre Tierra. Si creemos que sólo por tener facciones
indígenas somos más genuinos o mejores que los demás, no somos más que ingenuos
agentes reproductores del sistema contra el cual supuestamente luchamos.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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