jueves, 12 de marzo de 2015

Imperialismo es imperialismo no importa si es blanco o negro

El reciente anuncio de Obama declarando la situación en Venezuela una “inusual y extraordinaria amenaza” a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos, haciendo uso para ello del Acta de Poderes Económicos ante una Crisis Internacional, confirma lo dicho por Tariq Alí: Obama, “sin tomar en cuenta el color de su piel, es un presidente imperial y se comporta como tal”.


IMPERIALISMO ES IMPERIALISMO
NO IMPORTA SI ES BLANCO O NEGRO



En medio del embobamiento general causado por la candidatura presidencial de Obama, el primer hombre negro que se perfilaba seriamente para ocupar la Casa Blanca, hubo quienes durante la campaña presidencial del 2008 o incluso antes de su investidura como el primer presidente negro de la única superpotencia, advirtieron sobre su verdadera naturaleza política, un demagogo producido en las entrañas del imperialismo y por lo tanto su fiel sirviente, como ha quedado ampliamente demostrado durante su presidencia. Él había sido formado en las aulas de las universidades de la elite blanca estadounidense, al igual que su esposa, en donde se instruyen o adoctrinan a los futuros líderes del país sobre los fundamentos ideológicos que constituyen el núcleo de sus políticas expansionistas y supremacistas, diseñadas para dominar el mundo baja la égida del capitalismo a ultranza que practica Estados Unidos. Además, Obama ha realizado toda su carrera política en el Partido Demócrata que junto al Partido Republicano son el instrumento político visible del poder imperial tanto en el ámbito interno como externo. Obama llegó al poder apoyado por la inmensa campaña publicitaria de los medios de comunicación corporativos propiedad de Wall Street, el centro mundial del capitalismo financiero, que también financió su campaña política.

Obama sin importar su etnicidad, como todos los otros presidentes blancos anteriores a él, es un fiel creyente y exponente del principio del excepcionalismo, que como principal componente ideológico de la política exterior imperialista de los EE.UU guía su accionar en sus relaciones con los demás países del mundo. Relaciones, no basadas en el respeto a la autodeterminación de los pueblos, sino fundamentadas en la creencia de su indiscutible poder providencial, omnímodo -destino manifiesto- capaz de decidir, por cualquier método, el destino político y económico del resto de la humanidad. Asia, África, Europa Oriental y  América Latina, son manifestaciones elocuentes de la puesta en práctica de este principio del hegemonismo político, económico y militar estadounidense, que aunque en declive pronunciado, está embarcado en una campaña desesperada, irracional, al igual que criminal, por mantener ese status que poco a poco se le escapa de las manos.

De acuerdo a Tariq Alí, Obama, “sin tomar en cuenta el color de su piel, es un presidente imperial y se comporta como tal”.

El reciente anuncio de Obama declarando la situación en Venezuela una “inusual y extraordinaria amenaza” a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos, haciendo uso para ello del Acta de Poderes Económicos ante una Crisis Internacional (International Emergency Economic Powers Act), confirma lo dicho por Tariq Alí. La orden ejecutiva de Obama, aparte de constituir una declaración que le abre las puertas para imponer un régimen de sanciones económicas unilaterales contra Venezuela, similar a Irán y Siria, es en sí un testamento de como los EE.UU utiliza sus instrumentos de poder excepcionales para amenazar y prevalecer sobre aquellos países que la lógica del imperialismo determina como una amenaza a sus intereses.

Pero ¿qué tipo de amenaza representa Venezuela para Estados Unidos?

A no ser que la naturaleza del proceso político bolivariano, y el rechazo al injerecismo estadounidense manifestado por el gobierno de Venezuela desde que Hugo Chávez llego al poder democráticamente, sean la causa, es difícil concebir que tipo de amenaza Venezuela representa para la seguridad nacional de los EE.UU. Solo a las mentes más delirantes de los sectores más lunáticos de la ultraderecha venezolana y norteamericana se le podría ocurrir, como ya ha sucedido, que el país suramericano este trabajando en un proyecto secreto de armas de destrucción masiva, este complotando con grupos de islamistas del Medio Oriente para atacar a EE.UU, esté trabajando secretamente con Rusia y China para establecer una base de misiles que apuntarían directamente al territorio norteamericano, o que el gobierno venezolano esté ligado al tráfico internacional de drogas.

Según lo expresa John Pilger en una entrevista publicada en Global Reserarch, la razón por la que EE.UU quiere derrocar al gobierno de Venezuela es porque es un país independiente que resiste someterse a los diseños de los EE.UU para la región, por tener Venezuela las reservas de petróleo más grandes del mundo y utilizar los ingresos provenientes de su venta para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Además Venezuela es una fuente de inspiración para las reformas sociales en un continente arrasado por la rapacidad histórica de los EE.UU. En cierta ocasión, dice Pilger, un reporte de Oxfam estupendamente describió a la Revolución Sandinista en Nicaragua como la “amenaza del buen ejemplo”. Eso, enfatiza él, ha sido verdad en Venezuela desde que Hugo Chávez ganó su primera elección. La “amenaza” que representa Venezuela es, por supuesto, mucho mayor, por que no es un país pequeño y débil; es rico e influyente y considerado como tal por China, afirma Pilger, quien además indica que el extraordinario cambio en la fortuna de millones de personas en Latinoamérica está al centro de la hostilidad de los Estados Unidos.

El hecho de que Obama le aplique a Venezuela el status de país que “amenaza la seguridad nacional de los EE.UU”, no es algo que debe tomarse a la ligera o como una mera formalidad como argumentan con ambigüedad los funcionarios del gobierno de Obama , todo lo contrario, es una declaración muy seria y peligrosa que contiene todos los elementos necesarios para hacer caer al gobierno venezolano y dañar mortalmente todos el proceso revolucionario bolivariano y todos aquellos procesos latinoamericanos inspirados en el movimiento político venezolano.

En otro de los párrafos de la entrevista el destacado periodista británico-australiano, declara con mucha exactitud que los EE.UU ha sido el enemigo no declarado del progreso social en América Latina durante dos siglos. No importa quien haya estado en la Casa Blanca; Barack Obama o Teddy Rossevelt, los EE.UU no tolerará países con gobiernos y culturas que ponen en primer lugar las necesidades de su propia gente y rehúsan promover o sucumbir a las demandas y presiones de Estados Unidos. Una social democracia reformista con una base capitalista -como el caso de Venezuela- no es rehusada por los gobernantes del mundo. Lo que sí es inexcusable, señala Pilger con acierto, es la independencia política de Venezuela; solo la completa humillación es aceptable.

Al haber fracasado el “Maindan venezolano” por el cual se buscaba la destitución, a la Yanukovich, de Maduro, Estados Unidos ahora se ve obligado a apretar las pinzas, inventando, a través de una orden ejecutiva imperial, la legitimidad para el cambio de régimen en Venezuela. La declaración emitida por Obama contra Venezuela, que en esencia le pone el sello de Estado “desobediente”, violador de los derechos humanos, corrupto, represivo y por lo tanto transgresor del orden democrático aceptado por los EE.UU, es el paraguas que legitimará todas las acciones ilegitimas subsecuentes, sean estas el embargo económico o la intervención militar directa o indirecta.

Al mismo tiempo, es importante reconocer las dificultades que Estados Unidos está teniendo en los otros teatros geopolíticos en los que está interviniendo y en los cuales parece estar perdiendo la iniciativa ante sus rivales en Siria, Iraq y Ucrania. Ese revés geopolítico está provocando que el gobierno de Obama este enfocando toda su estrategia en Latinoamérica con el fin de asegurar el control absoluto de lo que considera por designio, su patio trasero. Y en este sentido Venezuela, por su ubicación estratégica, sus enormes recursos energéticos y por ser la vanguardia de los países que están luchando por zafarse de la hegemonía de los EE.UU, razón de la “amenaza a la política exterior”, es el punto ideal para iniciar la reconquista del espacio sobre el que su influencia se ha visto mermada, de ahí también la necesidad de separar a Cuba y buscar que otro países de la región, como Brasil y Uruguay, le quiten su apoyo al gobierno de Maduro.  


A través de un decreto excepcionalista del imperialista Obama, estamos presenciando la reafirmación de la doctrina Monroe en suelo latinoamericano. Agresión imperialista que solo la "arrechera" de la Revolución Bolivariana podrá hacerle frente y vencer, porque el legado de Hugo Chávez Frías, un hombre de profundas convicciones revolucionarias y humanas, a diferencia del “negro de la casa”, merece ser defendido con esas mismas convicciones que él, el líder máximo, le heredó a ese aguerrido pueblo venezolano.







Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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