La magnitud de la guerra
económica, ridiculizada tanto por la derecha como por sectores de la izquierda
inconformes con el gobierno de Maduro, así como la enorme campaña de
desinformación de los medios de prensa proimperialistas atacando y demonizando
al presidente venezolano y al chavismo
como los causantes directos de todos los males que padece Venezuela, fueron
tales que terminaron por convencer a las clases populares agobiadas por la
crisis económica de que todo era culpa del desastrozo gobierno liderado por el socialista y autoritario Maduro .
VOTO DE CASTIGO, LA DERECHA
GOLPEA
A LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
Las fuerzas de la derecha continúan en su arremetida destructora contra los
gobiernos progresistas de Latinoamérica. En Argentina el fascista Macri está a
punto de asumir la presidencia después de su victoria en el balotaje final
contra el “kirchnerismo”; en Brasil el “lulismo” con Dilma Russef a la cabeza
están a punto de ser enjuiciados por los sectores más recalcitrantes de la
derecha brasileña que los quieren fuera del poder. Sin embargo, el golpe más
devastador parece habérselo aplicado al “chavismo” y la Revolución Bolivariana
en las elecciones del 6-D. Durante 17 años el proceso revolucionario en
Venezuela, el más largo y avanzado en Latinoamérica, había soportado y sorteado
con éxito los embates de todas las fuerzas reaccionarias alineadas en su
contra, con la dirección y el apoyo innegable de Washington.
Por dolorosa y desalentadora que resulte esta derrota en las urnas, la
realidad es que era algo que se veía venir y solamente, quizás, aquellos
demasiado optimistas o ciegos ante la realidad de las circunstancias adversas
en las que ha estado inmersa la revolución bolivariana podían haber esperado
otro desenlace. Sin embargo, lo que realmente sorprende a muchos es la magnitud
de la derrota, probablemente ni los enemigos más acérrimos del chavismo en la
oposición, ni los críticos más mordaces del gobierno de Maduro en la izquierda,
o lo que pasa por izquierda, se imaginaban semejante vuelco electoral, que ha
significado perder el control total de la Asamblea Nacional que ahora estará en
manos de las fuerzas que su único objetivo es liquidar todo aquello que tenga
que ver con el maldito socialismo chavista. Sin embargo, todo esto fue posible
y se debió en gran parte al voto de castigo que se produjo entre muchos de
aquellos que paradójicamente, han resultado ser los más beneficiados en los 17
años de gobierno bolivariano y en quienes el agobiante peso de la descontrolada
crisis económica pudo más que la lealtad ideológica y la simpatía por la
revolución bolivariana.
Todo el escenario de desestabilización que ha acompañado el desarrollo y
agravamiento de la crisis venezolana desde la llegada de Nicolás Maduro al
poder, ha sido muy bien diseñado y ejecutado por todas las fuerzas de la
derecha internacional y criolla. La magnitud de la guerra económica, ridiculizada
tanto por la derecha como por sectores de la izquierda inconformes con el
gobierno de Maduro, así como la enorme campaña de desinformación de los medios
de prensa proimperialistas atacando y demonizando al presidente venezolano y al chavismo como los causantes directos de
todos los males que padece Venezuela, fueron tales que terminaron por convencer
a las clases populares agobiadas por la crisis económica de que todo era culpa
del desastroso gobierno del socialista y autoritario Maduro, tal y como lo ha
venido propagando la campaña mediática en su contra. Por su puesto que nada de esto
exime de culpabilidad al gobierno de Maduro que no supo contrarrestar con la
audacia y la fuerza requerida los desastrosos efectos que estaban teniendo
sobre el pueblo, la escases de lo más básico para sobrevivir, el acaparamiento,
el contrabando, la inflación descontrolada y la rampante corrupción de muchos
funcionarios del gobierno.
Era por tanto predecible que con estos antecedentes inmediatos todos
aquellos que en algún momento respaldaron con su voto la continuidad de la
revolución bolivariana, el 6-D optaron por votar por cualquiera, aun sin saber
su nombre que tampoco les importaba, que no estuviera identificado con el partido
del chavismo, tal y como lo indicado uno de los principales voceros del imperialismo,
el New York Times, que entre otras cosas indica que al tener dificultades a la
hora de identificar el candidato de la oposición, los votantes al final solo se
dedicaron a buscar “la mano”, el símbolo del partido de la oposición. Desafortunadamente,
fue así como se decidió la suerte de la revolución en las elecciones, el voto
de rechazo o de castigo ha sido una clara expresión del desencanto de muchos de
los antiguos simpatizantes del chavismo que vieron como el gobierno plagado de
incompetencia y corrupción, fracasaba en contener o aliviar los dañinos efectos
de una crisis que a diario hacia descender dramáticamente sus niveles de
bienestar.
El golpe sufrido por la revolución ha sido demoledor y ninguna excusa puede
mitigar esa verdad. Ahora ha llegado el momento de corregir el rumbo, de
rectificar, no con discursos vacuos de que se vive en una auténtica democracia
y que se ha respetado la voluntad de elegir, o con propuestas ilusorias de
buscar un gran dialogo con los enemigos que nunca han querido dialogar, mucho
menos ahora que tienen la sartén por el mango. Reconocer que la
contrarrevolución ha triunfado no sirve de nada sobre todo si nunca se le confrontó
con decisión. Si se pretende salvar de las garras de la derrota el proyecto de
revolución socialista iniciado por su máximo líder, el Comandante Hugo Chávez, tiene que ser a través, ahora sí,
de la profundización de la Revolución Bolivariana, el tiempo apremia y hay que
responder con medidas concretas y revolucionarias a situaciones que amenazan
concretamente con aniquilar todo sueño de alcanzar la meta del socialismo.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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