La mayoría de la información
relacionada con el tema está profundamente viciada y es poco confiable, pues
contiene un sinnúmero de trampas
APUNTES SOBRE LA TERCERA
APREHENSIÓN DEL CHAPO GUZMÁN:
NARCOTRÁFICO Y
NARCOTRAFICANTES
Por Andrés Avila Armella
Apenas se confirmó la aprehensión de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo Guzmán,
el aparato de propaganda del Estado mexicano, encabezado por su presidente Peña
Nieto, ha publicitado el hecho como una demostración de la solidez y solvencia
del gobierno en turno para combatir al crimen organizado; al tiempo, es
perceptible que muchos de los críticos del gobierno buscan desesperadamente una
antítesis del hecho para disminuir el impacto propagandístico, sin embargo,
resulta importante establecer algunos puntos para evitar confundirnos entre el
fondo y la forma de la crítica.
Acerca del narcotráfico en México se especulan muchas cosas, la prensa
siempre trata de descubrir algún testimonio o dato curioso que alimente el
carácter novelesco y sensacionalista de los sucesos relacionados al contrabando
en México, inspirando incluso novelas y series televisivas. En ese tenor, tanto
propagandistas de Estado como críticos del gobierno en turno, tratan de acudir
a “informantes anónimos” o a la imaginación para especular sobre cuáles son los
motivos por los cuales se escapó o se aprehendió al Chapo Guzmán o bien,
desentrañar sucesos similares de la política mediática mexicana.
Por mi parte, me parece importante aclarar que la mayoría de la información
relacionada con el tema está profundamente viciada y es poco confiable, pues
contiene un sinnúmero de trampas cuya confirmación es prácticamente imposible.
Así pues, parece correcto cuestionar la veracidad de todas las historias
relacionadas con el Chapo, de principio a fin, por ejemplo: ¿Cómo sabemos que
de verdad el Chapo es quien se ha dicho que es? ¿Hasta qué punto es cierta la
existencia del Cartel de Sinaloa? ¿Quién puede asegurar que él es la cabeza de
esa estructura organizativa? Al final de cuentas todos sabemos que quien trata
de averiguar a fondo esas cosas termina siendo asesinado o desaparecido, y por
tanto toda aseveración al respecto en principio proviene de alguien que a pesar
de averiguarlo continúa vivo, lo cual, según las reglas de ese juego, implica
que participa en él, y, si así es, ¿por qué creerles?
Estamos aparentemente ante un callejón sin salida, no existe información
alterna y confiable que nos permita saber con detalle qué tipo de pactos y
arreglos tenga el tal Chapo Guzmán con las autoridades policiacas de México y
Estados Unidos, por lo tanto aconsejo abandonar ese terreno infértil y concentrarnos
en aquello que sin ser tan específico suele ser acertado, el análisis de los
intereses y las fuerzas que intervienen.
Marx explicó que el capitalista es la personificación del capital, o bien,
el capital dotado de personalidad y
conciencia, aunque son en realidad indisolubles, no existe capital sin los
capitalistas ni viceversa[1]; lo mismo vale cuando nos preguntamos cuál es la
relación entre el narcotráfico y los narcotraficantes. Además de ser una rama
de la propia economía capitalista, y comprender que en lo general se rige por
las mismas reglas que el resto del capital, es fundamental entender que si el
narcotráfico existe es simplemente porque existen fuerzas sociales que lo
impulsan y promueven, intereses muy claros que ganan con la producción,
comercio y combate al contrabando de narcóticos, y que ese capital que toma la
forma concreta de “drogas”, “armas” y otras tantas mercancías que giran
alrededor de estas, encuentra a su portador, el narcotraficante, pero eso no
significa que esa persona sea imprescindible como tal en el negocio, lo único
imprescindible es que haya quien lo haga.
El contrabando comparte con otros rubros de la economía capitalista, el
hecho de ser sostenido por la estructura económica, su reproducción se debe a
poder completar el proceso de producción hasta llegar al consumo y mantener un
mercado que admite la reinversión e incluso el crecimiento del mismo, la
codicia y la ambición son el estímulo del capitalista legal e ilegal y la
riqueza su recompensa. Pero el contrabandista se distingue en que es
indefendible desde el punto de vista de la superestructura jurídico-política,
es decir, el Estado como organización predilecta de la clase dominante,
encuentra muy complicado justificar ideológicamente la existencia y reproducción
de ciertos rubros de la economía y por lo tanto tiene que sacrificarlos para
rescatar a la parte “buena” del capitalismo.
La historia nos muestra que el interés económico cuando es muy fuerte
termina por subordinar al interés político pero que la parte política del
capital, entiéndase el Estado, se esfuerza por obtener las ventajas económicas
y sólo eliminar las desventajas políticas de un fenómeno tan contradictorio
como lo es el narcotráfico.
En este caso, la respuesta es muy clara, el capitalismo en México y Estados
Unidos, así como en otros países, ha encontrado en el narcotráfico una válvula
de escape a una importante cantidad de capital dinero estancado, así como la
agilización de la circulación de mercancías. En lo político, el clima de violencia
le ha facilitado al Estado realizar labores represivas como en el caso
Ayotzinapa; pero eso no quiere decir que alimentar la economía y la política de
un elemento como este no sea riesgoso también para la clase capitalista y para
el Estado, quienes a través de una excesiva corrupción, pueden ver vulnerados
sus sistemas básicos de seguridad.
Así pues, tanto el Estado mexicano como el norteamericano tienen claro que
no van a eliminar el narcotráfico, ni están interesados en hacerlo, pero sí
están interesados, sobre todo el Estado norteamericano, en contener los riesgos
que implica un crecimiento no controlado de ciertas áreas relacionadas al
mismo. En este caso la salida ha sido el crear una capa de personajes capaces
de dirigir el negocio en cierto nivel, los cuales atraen toda la atención
mediática, mientras que se mantiene oculta la identidad de todos los
empresarios legales cuyas empresas forman parte de las cadenas productivas
ligadas a los negocios ilegales o cuyo dinero está invertido en ellos. Esta
capa de personajes entre los cuales ha destacado el Chapo Guzmán, suelen ser
desechables, y mediáticamente su ascenso es tan estrepitoso como su caída.
Si nos preguntamos por qué el Chapo puede escaparse de una cárcel de máxima
seguridad o por qué puede ser aprehendido, es simplemente porque existen
intereses que son lo suficientemente fuertes para hacer una cosa y la otra. El
Chapo no es propiamente un bandido legendario como lo han querido explicar
algunos medios relacionados a la propaganda estatal, comparándolo con John
Dillinger ni tampoco es el “verdadero presidente de México” como lo han querido
colocar algunos críticos del gobierno mexicano. Se trata de un personaje que ha
sido una pieza importante en algunos momentos de la expansión del narcotráfico
en México y Estados Unidos, evidentemente bien relacionado con funcionarios
importantes del gobierno mexicano, una persona con dinero para gastar y para
mover en algunos mercados, pero, a pesar de que la revista Forbes lo
caracterizara como un hombre poderoso, lo cierto es que no pertenece a la
oligarquía, al selecto grupo de grandes capitalistas que toman las decisiones
de Estado.
En otras palabras, la luminosidad del Chapo, se debe a los intereses que lo
pusieron ahí, y no a sí mismo, tanto desde el punto de vista económico como
político y mediático es simple y sencillamente sustituible.
Es importante aclarar también que el comportamiento de la clase dominante
así como el de la burocracia de Estado, aunque observa tendencias, no deja de
ser contradictorio, y por lo tanto,
tampoco debe sorprendernos de más el hecho de que ciertos grupos de poder
promuevan su captura mientras otros promuevan su liberación. Su pasada fuga del
penal del Altiplano refleja en efecto que grupos con bastante poder y con
acceso a información y medios importantes, lograron realizar un escape, y su
reciente aprehensión refleja que otros grupos quienes se van a beneficiar de su
captura, lograron capturarlo. Siendo así las cosas, y dando por cierto que hubo
una fuga y una reaprehensión, podríamos decir que una fuga y una captura de
estas características, sólo se puede dar por el grado de compenetración que hay
entre las mafias de narcotraficantes y el Estado mexicano, y así como es
posible encontrar un policía para dejarlo salir, también es fácil encontrar un
delincuente para entregarlo, aun cuando mafia y Estado no son canales
homogéneos, es evidente que están comunicados.
Para concluir esta breve reflexión, sólo resta subrayar que el compromiso
del capital está con el capital mismo, y sólo en segundo término con algún
capitalista en particular, y en este caso, podemos decir que el proceso de
acumulación capitalista en México está comprometido, cuando menos en mediano
plazo con el narcotráfico, pero no tiene un compromiso indisoluble con algún
narcotraficante en particular. El negocio del narcotráfico e incluso el negocio
administrado por el supuesto Cártel de Sinaloa, va a seguir en pie, pero el
Chapo Guzmán parece ser un personaje agotado en sus funciones; todo parece
indicar que su libertad y captura, siempre ha dependido de qué tan útil es
afuera o adentro de la prisión. Aunque la política en México suele sorprender
incluso a guionistas y novelistas, y por tanto no sería cien por ciento
descartable una nueva fuga, parece que esta vez, el proceso está en manos del
Estado norteamericano y que ya se han tomado decisiones importantes en cuanto a
la vida del Chapo, por lo que será difícil la realización de una nueva fuga.
Aún con ese grado de incertidumbre lo importante es tener claro que estamos
ante un fenómeno estructural y cuyo impacto todavía tendrá aliento tanto en la
economía como en la política mexicana y norteamericana, y que este tipo de
personajes a mayor y menor nivel buscan ser reproducidos para ocupar ese
escalón desechable de la economía capitalista y de la burocracia estatal, y que
en ese proceso, el pueblo trabajador se ve afectado por el grado de
vulnerabilidad que se vive en medio del auge de la violencia capitalista a
todos los niveles. Pronto veremos como el Estado renueva su manejo mediático
del narcotráfico y próximamente presenciaremos la invención de nuevos
personajes.
________________
Andrés Avila Armella. Miembro del Buró Político del Partido Comunista de
México (PCdeM) www.partidocomunistademexico.org. Sociólogo y Dr. En Estudios
Latinoamericanos por la UNAM.
Nota: [1] Marx, Karl. El Capital, crítica de la economía política. Tomo I.
Sección II. La transformación del dinero en capital.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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