La historia de la OTAN y sus actividades de hoy
permiten entender cómo construye Occidente sus mentiras y por qué es
actualmente prisionero de ellas. Ciertos elementos mencionados en este artículo
pueden resultar chocantes, pero nadie puede negar los hechos. Ante la realidad,
lo más que pueden hacer los atlantistas es aferrarse a las mentiras y seguir
cerrando los ojos.
EL OCASO DE LA OTAN
Por Thierry Meyssan
Estambul, 13 de mayo de 2015. Al final de un festín, al parecer bien regado
con alcohol, los dirigentes de la OTAN, en una especie de burla a los cretinos
que todavía toman al pie de la letra sus discursos sobre la paz, no encuentran
nada mejor que entonar a coro “We are the World”. En este indecente video
aparecen el general estadounidense y entonces jefe supremo de las fuerzas de la
OTAN en Europa Philip Breedlove, el secretario general de la alianza Jens
Stoltenberg, la responsable de Relaciones Exteriores de la Unión Europea
Federica Mogherini y numerosos ministros de Defensa.
La cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la OTAN acaba de
desarrollarse en Varsovia, los días 7 y 8 de julio de 2016. Esta cumbre, que
debería ser una especie de triunfo de Estados Unidos sobre el resto del mundo,
en realidad ha marcado el inicio de la debacle.
Recordemos, primero que todo, qué es la OTAN.
Lo que fue la OTAN
Después de la Segunda Guerra Mundial, las élites europeas, llenas de pánico
ante la idea de que los partidos comunistas lograsen alcanzar el poder, se
apresuran a guarecerse, en 1949, bajo el “paraguas” estadounidense. Se trataba,
ante todo, de ponerse en condiciones de amenazar a los soviéticos para que no
apoyaran a los comunistas occidentales.
Los países del oeste de Europa extendieron paulatinamente su alianza.
Incorporaron a ella a los alemanes del oeste de Alemania (RFA), que habían sido
autorizados, en 1955, a restaurar su propio ejército. Preocupada por las
capacidades de la OTAN, la URSS respondió creando el Pacto de Varsovia, 6 años
después de la fundación de la OTAN.
Pero, con la guerra fría, las dos alianzas evolucionan de manera imperial:
por un lado, la OTAN se ve dominada por Estados Unidos y, en menor medida, por
el Reino Unido; del otro, el Pacto de Varsovia se encuentra bajo el dominio de
la Unión Soviética. De hecho, incluso se había hecho imposible salir de ambas
estructuras: la OTAN no vacila en utilizar el Gladio [1] para organizar golpes
de Estado y perpetrar asesinatos políticos preventivos mientras que el Pacto de
Varsovia invade abiertamente Hungría y Checoslovaquia, países que habían
mostrado tendencias a independizarse.
La Unión Soviética puso fin a ce sistema, incluso antes de la caída del
muro de Berlín. Mijaíl Gorbatchev permitió que cada miembro del Pacto de
Varsovia recuperara su independencia, en lo que llamó ironicamente su «Doctrina
Sinatra», en referencia a la célebre canción My Way. Cuando se produjo el
derrumbe final de la Unión Soviética, sus aliados simplemente se dispersaron y
fueron necesarios varios años de estabilización antes de que apareciera la
actual Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTCS), basada esta
última –en respuesta a los errores del pasado– en una estricta igualdad entre
los países que la componen.
Es necesario precisar aquí que, como organizaciones, tanto la OTAN como el
disuelto Pacto de Varsovia contradicen la Carta de las Naciones Unidas ya que
los países miembros perdían su independencia al aceptar poner sus tropas bajo
los mandos de Estados Unidos o de la URSS.
Contrariamente al caso de Rusia, Estados Unidos siguió siendo un imperio y
sigue utilizando la OTAN para obligar a sus aliados a actuar según los
intereses estadounidenses. El objetivo inicial de la OTAN –presionar a los
soviéticos para que no ayudaran a los comunistas occidentales a llegar al
poder– ya no tiene razón de ser. Sólo subsiste la sumisión a la tutela
estadounidense.
En 1998, la OTAN libró su primera guerra, contra un Estado minúsculo –la
actual Serbia– que no representaba ningún tipo de amenaza para ningún miembro
de la OTAN. Estados Unidos fue creando poco a poco las condiciones para el
conflicto, entrenando –en la base turca de Incirlik– a la mafia kosovar en la
realización de actos de terrorismo, organizando una campaña de terror en Serbia
y, posteriormente, acusando al gobierno serbio de haber desatado una represión
desproporcionada contra los autores de los actos terroristas. Cuando el yunque
aplastó la mosca, en las cancillerías de los países miembros de la alianza
atlántica se dieron cuenta de que la OTAN en realidad era un organismo
demasiado pesado y muy poco eficaz. Comenzaron entonces toda una serie de
profundas reformas.
La OTAN posterior al 11 de
septiembre de 2001
Al desaparecer la URSS ya no quedaba en el mundo ningún Estado capaz de
rivalizar con Estados Unidos en el plano militar y, por ende, aún menos con la
OTAN. Esta última tenía que haber desaparecido en aquel momento. Pero, no fue
eso lo que sucedió.
Primero, surgió un nuevo enemigo: el terrorismo. Y el terrorismo enlutó
varias capitales de países miembros de la OTAN, obligando a los Estados de la
alianza atlántica a respaldarse entre sí.
Por supuesto, no hay ningún tipo de comparación posible entre lo que fue el
Pacto de Varsovia y lo que realmente podían hacer una banda de barbudos desde
una cueva en Afganistán. Pero los Estados miembros de la OTAN actúan como si
creyeran –en verdad el amo de la alianza atlántica no les deja otra opción– que
la única manera de garantizar la protección de sus poblaciones es firmar los
comunicados de la OTAN, repetir a coro el discurso único.
A pesar de que existe una abundante literatura histórica, los occidentales
siguen sin entender que la OTAN fue creada por sus clases acomodadas para
utilizarla contra sus propios pueblos y que hoy Estados Unidos la utiliza
contra las élites occidentales. La situación es muy poco diferente para los
países bálticos y Polonia, que entraron recientemente en la alianza atlántica y
aún se encuentran en la primera etapa del proceso: la del temor de las élites
antes los comunistas.
La zona geográfica casi
ilimitada que abarca la OTAN
Si la OTAN fuese realmente una alianza defensiva se limitaría a garantizar
la defensa de sus Estados miembros. Pero, en vez de ello, sigue ampliando su
zona geográfica de intervención. La lectura del comunicado final emitido en
Varsovia permite comprobar que la OTAN se inmiscuye en todas las regiones del
mundo, incluyendo la península de Corea –donde Estados Unidos nunca firmó la
paz con la República Democrática– y África –donde el Pentágono sigue empeñado
en instalar su AfriCom. La única región del mundo donde no se mete la OTAN es
Latinoamérica, considerada como la zona reservada de Washington, en virtud de
la «Doctrina Monroe». En lo tocante a todas las demás regiones del mundo, los
vasallos del Pentágono reciben órdenes de enviar tropas para defender los
intereses del amo.
La OTAN está implicada hoy en todos los campos de batalla. La OTAN coordinó
la destrucción de Libia, con diferentes niveles de participación de sus
diferentes miembros, cuando el comandante estadounidense del AfriCom, el
general Carter Ham, se negó a entregar armas a al-Qaeda para derrocar a Muammar
el-Kadhafi. Y es también la OTAN la que coordina la guerra contra Siria desde
la instalación del Allied Land Command, en 2012, en la ciudad turca de Esmirna
(Izmir).
Poco a poco, varios Estados no europeos han sido integrados a la OTAN, con
diferentes niveles de participación. Los más recientes son Bahréin, Israel,
Jordania, Qatar y Kuwait, que incluso ya tienen cada uno su propia oficina en
la sede de la OTAN, desde el 4 de mayo de 2016.
La nueva sede, recientemente inaugurada, de la OTAN en Bruselas. ¿Su módico
costo? Un millón de millones de dólares.
¿Qué es la OTAN hoy en día ?
Cada Estado miembro de la OTAN está siendo exhortado a armarse para
participar en las próximas guerras y dedicar a ello un 2% de su PIB, aunque
esto es todavía sólo una parte de lo que se les pide. Como el armamento debe
corresponder a las normas de la OTAN, también se les exhorta a que lo compren
en Estados Unidos.
Por supuesto, todavía quedan producciones nacionales de armamento en varios
países de la OTAN. Pero no será por mucho tiempo. Durante los últimos 20 años,
la OTAN ha estimulado sistemáticamente los Estados miembros de la alianza a
desmantelar sus propias industrias aeronáuticas militares, exceptuando las de
Estados Unidos. El Pentágono anunció la creación de un avión de guerra
multipropósito –el F-35 Joint Strike Fighter– a un precio súper ventajoso.
Todos los países miembros de la OTAN hicieron pedidos para adquirir esa
maravilla y cerraron sus propias fábricas.
Veinte años más tarde, el Pentágono todavía no está en condiciones de
fabricar ni un solo ejemplar de ese avión maravilloso capaz de hacer cualquier
cosa y sigue presentando en las ferias de armamento los mismos F-22 más o menos
modificados. Ahora Estados Unidos pide constantemente a los “clientes” que
ayuden a financiar el desarrollo del dichoso F-35 mientras que, en Washington,
el Congreso estadounidense se plantea reiniciar la producción de aviones viejos
porque lo más probable es que el F-35 nunca llegue a fabricarse.
Conclusión: la OTAN funciona como una vulgar sucursal de la mafia, el que
no paga se expone a ser víctima de atentados terroristas.
Estados Unidos ha hecho todo lo posible para que sus aliados dependan de la
industria militar estadounidense… y dejó de perfeccionarla. Mientras tanto,
Rusia reconstruyó su propia industria militar y China está a punto de disponer
de su propia estructura industrial militar. Ya en este momento, las fuerzas
armadas de la Federación Rusa han dejado atrás al Pentágono en materia de
guerra convencional. Rusia ha desplegado en el oeste de Siria, en el Mar Negro
y en Kaliningrado, un conjunto de medios técnicos que le permiten desactivar
los sistemas de observación y mando de la OTAN, al extremo que la alianza
atlántica ha tenido que renunciar a vigilar la actividad de las fuerzas armadas
rusas en esas regiones. Y en el campo de la aeronáutica, Rusia ya está produciendo
aviones multipropósito capaces de hacer palidecer de envidia a los pilotos de
la OTAN. Y de aquí a 2 años, China también pudiera dejar atrás a la OTAN en
materia de guerra convencional.
Así que los miembros de la OTAN están siendo testigos de la decadencia de
la alianza atlántica, que constituye de hecho su propia decadencia. Pero no
reaccionan ante esa nueva situación, con excepción del Reino Unido.
El caso de Daesh
Después de la histeria sobre al-Qaeda que caracterizó los años 2000, ahora
nos encontramos bajo la amenaza de un nuevo enemigo: el Emirato Islámico en
Irak y el Levante, también conocido como Daesh [2]. Todos los Estados miembros
de la OTAN fueron exhortados a unirse a la «Coalición Mundial» (sic) para
vencerlo. Los participantes en la cumbre de Varsovia se felicitaron por las
victorias obtenidas en Irak y hasta en Siria, incluso a pesar de «la
intervención militar de Rusia, de su importante presencia militar, de su
respaldo al régimen» que constituyen una «fuente de riesgos y [de] desafíos
adicionales para la seguridad de los Aliados» (sic) [3].
Ya todo el mundo entendió que el Emirato Islámico fue creado en Irak por
Estados Unidos en 2006. Pero ahora nos dicen que esa organización terrorista se
volvió en contra de su creador –obsérvese que eso fue lo mismo que ya nos
dijeron sobre al-Qaeda. Sin embargo, el 8 de julio de 2016, mientras el
Ejército Árabe Sirio luchaba contra varios grupos terroristas –entre los que se
hallaba el Emirato Islámico– al este de Homs, aviones de la US Air Force
aportaron apoyo aéreo a esos terroristas durante 4 horas, lo cual permitió a
los yihadistas de Daesh preparar y efectuar la voladura de un importante tramo
del gasoducto que conecta Siria con Irak e Irán.
Otro hecho revelador es que en los atentados registrados el 4 de julio en
Arabia Saudita (incluso frente al consulado de Estados Unidos en Yeddah, del
otro lado de la calle), el Emirato Islámico utilizó explosivos militares de
alta tecnología, disponibles únicamente en los arsenales del Pentágono. Así que
no resulta difícil entender que, con una mano, el Pentágono combate el Emirato
Islámico en ciertas zonas mientras que, con la otra mano, sigue entregándole
armas y garantizándole apoyo logístico en otras zonas.
El ejemplo ucraniano
El otro espantajo que la OTAN sigue agitando es Rusia. Sus «acciones
agresivas (…) incluyendo sus actividades militares provocativas en la periferia
del territorio de la OTAN y su demostrada voluntad de alcanzar objetivos
políticos mediante la amenaza o el uso de la fuerza, constituyen una fuente de
inestabilidad regional, representan un desafío fundamental para la Alianza»
(sic).
La OTAN reprocha a Rusia la anexión de Crimea, lo cual es cierto, negando
el contexto en que se produjo: el golpe de Estado orquestado por la CIA en Kiev
y la entronización de un gobierno ucraniano plagado de nazis. Dicho de otra
manera, los miembros de la OTAN tienen derecho a hacer cualquier cosa… pero
Rusia… Rusia viola los acuerdos que había concluido con la alianza atlántica.
La cumbre de Varsovia
La cumbre de la OTAN en Varsovia no permitió a Washington reparar las
grietas que aparecen en la alianza. El Reino Unido, que al decidir su salida de
la Unión Europea acaba de poner fin a su «relación especial» con Estados
Unidos, se negó a incrementar su participación en la OTAN para compensar el
esfuerzo que está cancelando en el seno de la Unión Europea. Londres se escudó
tras su próximo cambio de gobierno para evadir las preguntas sobre el tema.
La cumbre atlántica sólo pudo tomar dos decisiones: instalar bases
permanentes en la frontera rusa y desarrollar el escudo antimisiles. Como la
primera decisión contradice los compromisos de la OTAN, se implementará
desplegando tropas según un sistema rotativo, de manera que no habrá un
contingente permanente, aunque siempre habrá soldados presentes. La segunda
decisión consiste en utilizar el territorio de los aliados europeos para
desplegar allí soldados estadounidenses y un sistema de armamentos. Para no
incomodar a las poblaciones europeas cuyos territorios se verán así sometidos a
una nueva ocupación militar, Estados Unidos aceptó no conservar el mando
directo del escudo antimisiles sino ponerlo bajo el mando de la OTAN.
Pero se trata de un cambio puramente cosmético ya que el Comandante Supremo
de la alianza atlántica, actualmente el general Curtis Scaparrotti, es
obligatoriamente un oficial estadounidense designado directamente por el
presidente de Estados Unidos.
[1] Sobre las redes secretas
designadas como Gladio creadas por la OTAN en los Estados de Europa occidental
ver los importantes trabajos investigativos del profesor Daniele Ganser.
[2] También se le designa indistintamente como Estado Islámico (EI) o por
siglas como EIIL, ISIS o ISIL.
[3] «Communiqué du Sommet de l’Otan à Varsovie», Réseau Voltaire, 9 de
julio de 2016.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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