sábado, 12 de agosto de 2017

Sanciones: Las elites occidentales intentan desesperadamente mantener su hegemonía

Todas las estrategias que implican emprender una guerra económica contra Rusia a través de sanciones probablemente se desarrollaron de manera detallada en 2007, después de que Putin pronunció su discurso sobre el "mundo multipolar" en Munich. Ahora las elites de los Estados Unidos simplemente buscan pretextos para implementar esas sanciones.

SANCIONES: LAS ELITES OCCIDENTALES INTENTAN
DESESPERADAMENTE MANTENER SU HEGEMONÍA


Por Denis Churilov

El miércoles 2 de agosto, Trump firmó un proyecto de ley que amplía las sanciones económicas en contra de Rusia. Sanciones que fueron votadas previamente por el Congreso para "castigar al gobierno ruso por la interferencia en las elecciones presidenciales de 2016". Nadie se molestó en proporcionar algún tipo de prueba de que Rusia, de hecho, interfirió en la elección abiertamente. Todo el mundo ha estado tratando de esgrimir un argumento (un argumento falso), simplemente apelando a la autoridad y refiriéndose a las conclusiones supuestamente alcanzadas por las agencias de inteligencia, con los medios de comunicación tradicionales propagando maniáticamente la histeria anti-Rusia sin ningún fundamento. Esa es una imagen muy similar a lo que vimos en 2003 con las míticas armas de destrucción masiva de Saddam. En aquel entonces, tal propaganda sirvió para crear el pretexto para la invasión estadounidense de Irak.

Veamos ahora el último paquete de sanciones desde una perspectiva histórica y geopolítica más amplia.

Hace diez años, Putin pronuncio su histórico discurso en la Conferencia de Seguridad de Munich de 2007. En su discurso, criticó el actual orden mundial unipolar, expresando, entre otras cosas, que Estados Unidos ha "sobrepasado sus fronteras nacionales en todos los sentidos", dictando repetidamente a otros cómo deben construir sus políticas económicas, políticas, culturales y educativas. Putin criticó a los Estados Unidos por su tendencia a resolver cuestiones no de acuerdo con el derecho internacional, sino de acuerdo a sus intereses políticos inmediatos. Putin también criticó a la OTAN por su expansionismo militar (que ha ido en contra del Tratado de 1999 de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa) y criticó ferozmente el programa de misiles estadounidense en Europa. Hizo un llamado para desarrollar un modelo mundial multipolar y afirmó que Rusia siempre conducirá su política de manera independiente.

Las elites transatlánticas/norte-atlánticas no quedaron satisfechas con esas declaraciones que Putin hiciera. Las reacciones de los funcionarios occidentales lo confirmaban. Como tal, el entonces Secretario General de la OTAN, Jap de Hoop Scheffer, calificó el discurso de Putin de "decepcionante". El senador estadounidense John McCain (quien era candidato presidencial) dijo que "Moscú debe entender que no puede gozar de una asociación genuina con Occidente mientras sus acciones en el país y en el extranjero  estén en un conflicto tan fundamental con los ancestrales valores fundamentales de las democracias euro-atlánticas" (sí, no eres democrático si piensas de otra manera y si no haces lo que los EE.UU te dicta que hagas).

Muchos consideran el discurso de Putin de 2007, como un punto de partida de una nueva Guerra Fría. Sería razonable suponer que las élites estadounidenses comenzaron a desarrollar estrategias complejas sobre cómo socavar a Rusia con un objetivo a medio plazo para restringirla geopolíticamente, agotándola de cualquier medio para defender sus intereses nacionales, y luego, a largo plazo , acabar con el país, dividirlo en un par de estados más pequeños que podrían ser fácilmente controlados (con la OTAN / Estados Unidos poniendo las manos sobre el arsenal nuclear ruso) para resolver el problema del "factor ruso" de una vez por todas.

Según sabemos de la historia de la Guerra Fría original, tal planificación a largo plazo siempre implica una combinación compleja de medidas en la guerra económica, social, psicológica/propaganda y convencional.

Ellos intentaron evitar que Putin volviera al poder en 2011-2012, orquestando un cambio de régimen "liberal" de acuerdo con las técnicas de "revolución del color", en medio de las elecciones presidenciales de 2012. Ellos fracasaron en ese entonces, por dos razones principales. En primer lugar, no podían lograr mucho debido a la abominable impotencia intelectual de la oposición "no-sistémica" "liberal" que escogieron apoyar (aquellos que fueron asignados a esa tarea, por ejemplo, el ahora ex embajador de EE.UU. en Rusia, Michael McFaul, tampoco resultaron ser muy brillantes). Y, en segundo lugar, había algunas fuerzas políticas no gubernamentales en Rusia en ese entonces (por ejemplo, el movimiento  Esencia del Tiempo, o Essence of Time, de Kurginyan) que entendían lo que estaba pasando y empezaron a jugar su propio juego, frustrando posteriormente los planes de la "revolución de color".

Para disgusto de las elites transatlánticas (y particularmente las estadounidenses), Putin volvió a ser presidente de nuevo en 2012.

Todo se agravó significativamente en 2013, cuando Putin rompió los planes estratégicos de Estados Unidos al impedir que Obama invadiera Siria (un rápido recordatorio de lo que estaba sucediendo en ese entonces: Assad fue acusado de atacar con gases a su propia gente, académicos del MIT y múltiples investigadores independientes resaltaban las inconsistencias en la historia de los hechos, sugiriendo que podría haber sido un ataque de falsa bandera, pero los diplomáticos estadounidenses y los principales medios de comunicación no demostraron ningún interés  y estaban preparando activamente el público para otra guerra, luego Rusia y China entraron en juego, con Putin proponiendo un acuerdo diplomático según el cual, el gobierno sirio abandonaría todas sus armas químicas existentes, de modo que las armas pudieran ser eliminadas bajo la supervisión de una comisión internacional especialmente formada. Obama no podía hacer otra cosa que estar de acuerdo). Rusia actuando como un protagonista global en el Medio Oriente fue el punto de inflexión que enfureció a los actores transatlánticos. Eso era algo que no podían tolerar.

Como resultado, a finales del año, en el período comprendido entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, Rusia fue retribuida con el golpe del Euromaidan en Kiev y la posterior crisis de Ucrania.

He cubierto la crisis de Ucrania sustancialmente en el pasado, mostrando su mecánica y cómo los medios de difusión occidentales la han propagado, de la manera orwelliana, como una especie de "agresión rusa".

Cabe señalar que poco antes del cambio de régimen en Kiev, en octubre de 2013, Henry Kissinger realizó una visita oficial a Moscú, donde mantuvo conversaciones con Putin. El contenido exacto de la reunión sigue siendo un tema de especulaciones, pero, dado el clima político en general, es razonable suponer que Kissinger le estaba ofreciendo a Putin una manera de salir de la inminente crisis ucraniana al renunciar a la postura de Rusia sobre Siria.

Uno debe tener en cuenta los intereses de Rusia en Siria para poder comprender los juegos geopolíticos actuales en la región. En resumen, Rusia tiene dos grandes intereses en Siria: corporativo-económico y seguridad. Si el gobierno sirio cae, el gobierno de Qatar podría poner en marcha su gasoducto a Europa a través del territorio sirio (de ahí que hayan estado financiando y armando a los yihadistas contra el presidente Assad). Eso comprometería los intereses del gobierno ruso en general y los intereses de  la empresa  Gazprom en particular, que obtienen beneficios de la venta de gas natural a los estados de la UE. Qatar es un potencial competidor de Gazprom, por lo que tanto los intereses económicos nacionales como empresariales de Rusia coinciden en el caso de Siria.

Y también hay un interés vital de seguridad, que concierne no sólo a las corporaciones rusas, sino a Rusia en su conjunto, con todo su pueblo: si los yihadistas triunfan y el gobierno sirio es derrocado por los militantes wahabíes (como ocurrió anteriormente en Libia) , es probable que toda la región se hunda en el caos, proporcionando un terreno fértil para la formación de un cuasi califato fundamentalista, que luego se extenderá al Cáucaso y la región de Asia Central, desestabilizando a los estados locales, desde donde será capaz de librar una guerra terrorista contra Rusia y China (Rusia tuvo suficientes problemas con los islamistas durante las dos guerras de Chechenia en los años 1990, y China ha estado teniendo problemas con extremistas islámicos uigures en la región noroccidental de Xinjiang durante siglos, por lo que ambas potencias tienen regiones inestables que podrían ser explotadas por sus rivales geopolíticos). Eso, por cierto, explica por qué tanto Rusia como China están interesados ​​en la estabilidad en el Medio Oriente. Estados Unidos, por el contrario, quiere lo opuesto: desestabilizar la región eurasiática para socavar a los competidores y seguir siendo la única superpotencia del mundo.

Por lo tanto, parece que Putin correctamente se negó a someterse al ultimátum emitido por Kissinger (si realmente estaban discutiendo estas cuestiones) a finales de 2013 y continuó con su política hacia Siria, finalmente ampliando la cooperación antiterrorista con Assad, iniciando una operación militar Involucrando a las Fuerzas Aeroespaciales rusas en septiembre de 2015.

En pocas palabras, las grandes élites transatlánticas, los neoconservadores norteamericanos y otros "halcones" odian a Rusia porque la ven como una amenaza a su dominio global y, por lo tanto, tratan constantemente de socavarla y destruirla.

Todas las estrategias que implican emprender una guerra económica contra Rusia a través de sanciones probablemente se desarrollaron de manera detallada en 2007, después de que Putin pronunció su discurso sobre el "mundo multipolar" en Munich. Ahora las elites de los Estados Unidos simplemente buscan pretextos para implementar esas sanciones. Todas las "interferencias electorales rusas", "hackers rusos" y tonterías similares, son sólo una excusa formal para ratificar esas sanciones. A ellos no les importa la ideología. No les importan los principios, la democracia, la libertad o lo que se pueda imaginar (si les importara, no estarían en la cama con el régimen saudí que decapita a la gente por "brujería"). Ellos solo quieren mantener su dominio global.

Pero son incapaces de ser los número uno del mundo solo por ser los mejores en todo, por lo que optan, para mantenerse en lo más alto, derribar a todos los demás, a través de varios métodos.

El actual paquete de sanciones tiene como objetivo principal el sector de la energía, prohibiendo que las compañías occidentales comercien y cooperen con Rusia en la esfera de la extracción, refinamiento y las tecnologías de transporte de petróleo. La economía rusa depende en gran medida de las exportaciones de petróleo y gas a Europa. Golpear el sector energético de Rusia y comprometer el proyecto Nord Stream 2, no solo afecta a la economía rusa, sino que también daña las relaciones entre la Federación de Rusia y los estados de la Unión Europea. De este modo, los Estados Unidos resuelven tres cuestiones: 1) socavar a Rusia, 2) sabotear los lazos económicos y políticos entre Rusia y la Unión Europea (una alianza entre los dos sería la peor pesadilla imaginable de los neoconservadores estadounidenses) y 3) forzar a la UE a cambiar a los costosos recursos naturales de EE.UU para satisfacer sus demandas de energía (enriqueciendo las compañías estadounidenses del petróleo y gas, y fortalecer el marco geopolítico transatlántico).

Se trata de poder y dinero. Así de  fácil.


Ah, y, por supuesto, las actuales sanciones también sirven como una herramienta en las maniobras políticas internas en Estados Unidos para socavar la Administración Trump, pero este aspecto es demasiado aburrido e insignificante para tratarlo.






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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