Todas las estrategias que
implican emprender una guerra económica contra Rusia a través de sanciones
probablemente se desarrollaron de manera detallada en 2007, después de que
Putin pronunció su discurso sobre el "mundo multipolar" en Munich.
Ahora las elites de los Estados Unidos simplemente buscan pretextos para
implementar esas sanciones.
SANCIONES: LAS ELITES
OCCIDENTALES INTENTAN
DESESPERADAMENTE MANTENER SU
HEGEMONÍA
Por Denis Churilov
El miércoles 2 de agosto, Trump firmó un proyecto de ley que amplía las
sanciones económicas en contra de Rusia. Sanciones que fueron votadas previamente
por el Congreso para "castigar al gobierno ruso por la interferencia en
las elecciones presidenciales de 2016". Nadie se molestó en proporcionar
algún tipo de prueba de que Rusia, de hecho, interfirió en la elección
abiertamente. Todo el mundo ha estado tratando de esgrimir un argumento (un
argumento falso), simplemente apelando a la autoridad y refiriéndose a las
conclusiones supuestamente alcanzadas por las agencias de inteligencia, con los
medios de comunicación tradicionales propagando maniáticamente la histeria
anti-Rusia sin ningún fundamento. Esa es una imagen muy similar a lo que vimos
en 2003 con las míticas armas de destrucción masiva de Saddam. En aquel
entonces, tal propaganda sirvió para crear el pretexto para la invasión
estadounidense de Irak.
Veamos ahora el último paquete de sanciones desde una perspectiva histórica
y geopolítica más amplia.
Hace diez años, Putin pronuncio su histórico discurso en la Conferencia de
Seguridad de Munich de 2007. En su discurso, criticó el actual orden mundial
unipolar, expresando, entre otras cosas, que Estados Unidos ha
"sobrepasado sus fronteras nacionales en todos los sentidos",
dictando repetidamente a otros cómo deben construir sus políticas económicas,
políticas, culturales y educativas. Putin criticó a los Estados Unidos por su
tendencia a resolver cuestiones no de acuerdo con el derecho internacional,
sino de acuerdo a sus intereses políticos inmediatos. Putin también criticó a
la OTAN por su expansionismo militar (que ha ido en contra del Tratado de 1999
de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa) y criticó ferozmente el
programa de misiles estadounidense en Europa. Hizo un llamado para desarrollar un
modelo mundial multipolar y afirmó que Rusia siempre conducirá su política de
manera independiente.
Las elites transatlánticas/norte-atlánticas no quedaron satisfechas con
esas declaraciones que Putin hiciera. Las reacciones de los funcionarios
occidentales lo confirmaban. Como tal, el entonces Secretario General de la
OTAN, Jap de Hoop Scheffer, calificó el discurso de Putin de
"decepcionante". El senador estadounidense John McCain (quien era
candidato presidencial) dijo que "Moscú debe entender que no puede gozar
de una asociación genuina con Occidente mientras sus acciones en el país y en
el extranjero estén en un conflicto tan
fundamental con los ancestrales valores fundamentales de las democracias euro-atlánticas"
(sí, no eres democrático si piensas de otra manera y si no haces lo que los
EE.UU te dicta que hagas).
Muchos consideran el discurso de Putin de 2007, como un punto de partida de
una nueva Guerra Fría. Sería razonable suponer que las élites estadounidenses
comenzaron a desarrollar estrategias complejas sobre cómo socavar a Rusia con
un objetivo a medio plazo para restringirla geopolíticamente, agotándola de
cualquier medio para defender sus intereses nacionales, y luego, a largo plazo
, acabar con el país, dividirlo en un par de estados más pequeños que podrían
ser fácilmente controlados (con la OTAN / Estados Unidos poniendo las manos sobre
el arsenal nuclear ruso) para resolver el problema del "factor ruso"
de una vez por todas.
Según sabemos de la historia de la Guerra Fría original, tal planificación
a largo plazo siempre implica una combinación compleja de medidas en la guerra
económica, social, psicológica/propaganda y convencional.
Ellos intentaron evitar que Putin volviera al poder en 2011-2012,
orquestando un cambio de régimen "liberal" de acuerdo con las
técnicas de "revolución del color", en medio de las elecciones presidenciales
de 2012. Ellos fracasaron en ese entonces, por dos razones principales. En
primer lugar, no podían lograr mucho debido a la abominable impotencia
intelectual de la oposición "no-sistémica" "liberal" que
escogieron apoyar (aquellos que fueron asignados a esa tarea, por ejemplo, el ahora
ex embajador de EE.UU. en Rusia, Michael McFaul, tampoco resultaron ser muy
brillantes). Y, en segundo lugar, había algunas fuerzas políticas no
gubernamentales en Rusia en ese entonces (por ejemplo, el movimiento Esencia del Tiempo, o Essence of Time, de
Kurginyan) que entendían lo que estaba pasando y empezaron a jugar su propio
juego, frustrando posteriormente los planes de la "revolución de
color".
Para disgusto de las elites transatlánticas (y particularmente las
estadounidenses), Putin volvió a ser presidente de nuevo en 2012.
Todo se agravó significativamente en 2013, cuando Putin rompió los planes
estratégicos de Estados Unidos al impedir que Obama invadiera Siria (un rápido
recordatorio de lo que estaba sucediendo en ese entonces: Assad fue acusado de
atacar con gases a su propia gente, académicos del MIT y múltiples
investigadores independientes resaltaban las inconsistencias en la historia de
los hechos, sugiriendo que podría haber sido un ataque de falsa bandera, pero
los diplomáticos estadounidenses y los principales medios de comunicación no
demostraron ningún interés y estaban
preparando activamente el público para otra guerra, luego Rusia y China
entraron en juego, con Putin proponiendo un acuerdo diplomático según el cual,
el gobierno sirio abandonaría todas sus armas químicas existentes, de modo que
las armas pudieran ser eliminadas bajo la supervisión de una comisión internacional
especialmente formada. Obama no podía hacer otra cosa que estar de acuerdo).
Rusia actuando como un protagonista global en el Medio Oriente fue el punto de
inflexión que enfureció a los actores transatlánticos. Eso era algo que no
podían tolerar.
Como resultado, a finales del año, en el período comprendido entre noviembre
de 2013 y febrero de 2014, Rusia fue retribuida con el golpe del Euromaidan en
Kiev y la posterior crisis de Ucrania.
He cubierto la crisis de Ucrania sustancialmente en el pasado, mostrando su
mecánica y cómo los medios de difusión occidentales la han propagado, de la
manera orwelliana, como una especie de "agresión rusa".
Cabe señalar que poco antes del cambio de régimen en Kiev, en octubre de
2013, Henry Kissinger realizó una visita oficial a Moscú, donde mantuvo
conversaciones con Putin. El contenido exacto de la reunión sigue siendo un
tema de especulaciones, pero, dado el clima político en general, es razonable
suponer que Kissinger le estaba ofreciendo a Putin una manera de salir de la inminente
crisis ucraniana al renunciar a la postura de Rusia sobre Siria.
Uno debe tener en cuenta los intereses de Rusia en Siria para poder comprender
los juegos geopolíticos actuales en la región. En resumen, Rusia tiene dos
grandes intereses en Siria: corporativo-económico y seguridad. Si el gobierno
sirio cae, el gobierno de Qatar podría poner en marcha su gasoducto a Europa a
través del territorio sirio (de ahí que hayan estado financiando y armando a
los yihadistas contra el presidente Assad). Eso comprometería los intereses del
gobierno ruso en general y los intereses de
la empresa Gazprom en particular,
que obtienen beneficios de la venta de gas natural a los estados de la UE.
Qatar es un potencial competidor de Gazprom, por lo que tanto los intereses
económicos nacionales como empresariales de Rusia coinciden en el caso de
Siria.
Y también hay un interés vital de seguridad, que concierne no sólo a las
corporaciones rusas, sino a Rusia en su conjunto, con todo su pueblo: si los yihadistas
triunfan y el gobierno sirio es derrocado por los militantes wahabíes (como ocurrió
anteriormente en Libia) , es probable que toda la región se hunda en el caos,
proporcionando un terreno fértil para la formación de un cuasi califato
fundamentalista, que luego se extenderá al Cáucaso y la región de Asia Central,
desestabilizando a los estados locales, desde donde será capaz de librar una guerra
terrorista contra Rusia y China (Rusia tuvo suficientes problemas con los
islamistas durante las dos guerras de Chechenia en los años 1990, y China ha
estado teniendo problemas con extremistas islámicos uigures en la región
noroccidental de Xinjiang durante siglos, por lo que ambas potencias tienen
regiones inestables que podrían ser explotadas por sus rivales geopolíticos). Eso,
por cierto, explica por qué tanto Rusia como China están interesados en la
estabilidad en el Medio Oriente. Estados Unidos, por el contrario, quiere lo
opuesto: desestabilizar la región eurasiática para socavar a los competidores y
seguir siendo la única superpotencia del mundo.
Por lo tanto, parece que Putin correctamente se negó a someterse al
ultimátum emitido por Kissinger (si realmente estaban discutiendo estas
cuestiones) a finales de 2013 y continuó con su política hacia Siria,
finalmente ampliando la cooperación antiterrorista con Assad, iniciando una
operación militar Involucrando a las Fuerzas Aeroespaciales rusas en septiembre
de 2015.
En pocas palabras, las grandes élites transatlánticas, los neoconservadores
norteamericanos y otros "halcones" odian a Rusia porque la ven como
una amenaza a su dominio global y, por lo tanto, tratan constantemente de
socavarla y destruirla.
Todas las estrategias que implican emprender una guerra económica contra
Rusia a través de sanciones probablemente se desarrollaron de manera detallada
en 2007, después de que Putin pronunció su discurso sobre el "mundo multipolar"
en Munich. Ahora las elites de los Estados Unidos simplemente buscan pretextos
para implementar esas sanciones. Todas las "interferencias electorales
rusas", "hackers rusos" y tonterías similares, son sólo una
excusa formal para ratificar esas sanciones. A ellos no les importa la
ideología. No les importan los principios, la democracia, la libertad o lo que
se pueda imaginar (si les importara, no estarían en la cama con el régimen
saudí que decapita a la gente por "brujería"). Ellos solo quieren
mantener su dominio global.
Pero son incapaces de ser los número uno del mundo solo por ser los mejores
en todo, por lo que optan, para mantenerse en lo más alto, derribar a todos los
demás, a través de varios métodos.
El actual paquete de sanciones tiene como objetivo principal el sector de
la energía, prohibiendo que las compañías occidentales comercien y cooperen con
Rusia en la esfera de la extracción, refinamiento y las tecnologías de
transporte de petróleo. La economía rusa depende en gran medida de las
exportaciones de petróleo y gas a Europa. Golpear el sector energético de Rusia
y comprometer el proyecto Nord Stream 2, no solo afecta a la economía rusa,
sino que también daña las relaciones entre la Federación de Rusia y los estados
de la Unión Europea. De este modo, los Estados Unidos resuelven tres
cuestiones: 1) socavar a Rusia, 2) sabotear los lazos económicos y políticos
entre Rusia y la Unión Europea (una alianza entre los dos sería la peor pesadilla
imaginable de los neoconservadores estadounidenses) y 3) forzar a la UE a
cambiar a los costosos recursos naturales de EE.UU para satisfacer sus demandas
de energía (enriqueciendo las compañías estadounidenses del petróleo y gas, y
fortalecer el marco geopolítico transatlántico).
Se trata de poder y dinero. Así de fácil.
Ah, y, por supuesto, las actuales sanciones también sirven como una
herramienta en las maniobras políticas internas en Estados Unidos para socavar
la Administración Trump, pero este aspecto es demasiado aburrido e
insignificante para tratarlo.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario