lunes, 28 de agosto de 2017

Charlottesville y el escándalo supremacista

A pesar de la abundancia de hechos históricos que evidencian la naturaleza supremacista, racista y esclavista sobre los cuales se ha fundado la existencia y el poder de los EE.UU, y que dado lugar a todo tipo de atrocidades en suelo propio y foráneo, nada de esto es siquiera insinuado mucho menos criticado abiertamente por quienes ahora se sienten ofendidos por el racismo y la violencia supremacista blanca desplegada en Charlottesville que parece ser lo único que merece la atención, como si se tratara de una anomalía, algo inusual en la historia, descontaminada, del imperio más benevolente, según sus apologistas, que alguna vez haya existido sobre la faz de la tierra.


CHARLOTTESVILLE Y EL
ESCÁNDALO SUPREMACISTA



Los violentos incidentes en Charlottesville, Virginia,  protagonizados por grupos supremacistas blancos del Ku-Klux- Klan y los denominados por los medios como Neo-Cofederados que protestaban la remoción de un monumento conmemorativo de uno de sus héroes, el general secesionista y reputado esclavista Robert E. Lee, han provocado las más virulentas como hipócritas reacciones de todo el establishment blanco estadounidense ante lo que consideran como no representativo, una afrenta, a la esencia del ser estadounidense (americano). Sin embargo, esas reacciones solo buscan ofuscar la verdadera naturaleza o la historia de una nación que fundamenta su poder político, económico y militar, precisamente en las ideas del supremacismo blanco, practicado en todas las etapas de la historia de los estados Unidos.

En  Counter Punch, Michael J. Sainato en su artículo, “El racismo en Charlottesville es un síntoma de una nación construida sobre la supremacía blanca”, escribe lo siguiente:

“El racismo y la supremacía blanca manifestados en la concentración supremacista blanca en Charlottesville, es sintomático de una cultura en Estados Unidos que ha ocultado su historia, ignorado su desenfrenado abuso de los derechos humanos y disimulado lo más oscuro de su pasado para formular un visión distorsionada del excepcionalismo estadounidense fundamentado en la supremacía blanca. Estados Unidos fue construido sobre la esclavitud, genocidio, violencia, y la supremacía blanca masculina que durante siglos ha explotad a otros con fines de lucro y poder, y continua haciéndolo hasta el día de hoy. La autoridad moral del excepcionalismo estadounidense al que han recurrido algunas personas para repudiar el odio en la concentración, con argumentos de que “esto no es America”, demuestra la amnesia histórica o la negativa a aceptar responsabilidad por esta historia”.

A pesar de la abundancia de hechos históricos que evidencian la naturaleza supremacista, racista y esclavista sobre los cuales se ha fundado la existencia y el poder de los EE.UU, y que dado lugar a todo tipo de atrocidades en suelo propio y foráneo, nada de esto es siquiera insinuado mucho menos criticado abiertamente por quienes ahora se sienten ofendidos por el racismo y la violencia supremacista blanca desplegada en Charlottesville que parece ser lo único que merece la atención, como si se tratara de una anomalía, algo inusual en la historia, descontaminada, del imperio más benevolente, según sus apologistas, que alguna vez haya existido sobre la faz de la tierra.

Ajamu Baraka (Counter Punch): “La supremacía blanca que algunos vemos como más insidiosa no está  reflejada en las simples, estereotipadas imágenes del saludo Nazi del iracundo miembro de la Alt-Right (Derecha Alternativa) o incluso Donald Trump. Más bien, es la ideología supremacista blanca, normalizada y por consiguiente invisible, inculcada en las instituciones culturales y educativas, y las políticas que se derivan de esas ideas. Ese proceso no solo produce las tropas de choques de la delirante derecha radical armada, sino también a creyentes convencidos encubiertos como Robert Ruben de Goldman Sachs, Hillary Clinton, Barack Obama, Tony Blair and Nancy Pelosi –individuos “decentes” que nunca han cuestionado la superioridad de la civilización occidental, que creen por completo en el derecho y responsabilidad del occidente blanco para determinar que naciones deberían tener soberanía y quien debería ser el líder de la naciones “inferiores”. Y quienes creen que no existe alternativa a las maravillas del capitalismo global aun si esto significa que miles de millones de seres humanos sean consignados permanentemente a lo que Fanon llamó ‘la zona del no ser’”.

Aquí, es importante destacar como la estructura del supremacismo blanco occidental a través de todas sus instituciones  como el FMI, el BM, y los grandes establecimientos de educación superior que funcionan como su base ideológica quedan inmunes a la critica que se encarga de desviar la atención hacia personajes como Donald Trump y los grupos supremacistas que, aunque detestables, apenas son una manifestación superficial del amplio y profundo espectro que abarca el poder hegemónico supremacista blanco en todos los espacios donde se manifiesta y el cual puede apreciarse en la violencia policial y el encarcelamiento masivo ejecutados contra miembros de las comunidades negras y otras de piel oscura, la deportaciones masivas de inmigrantes centroamericanos y mexicanos, y las guerras de exterminio en países como Somalia, Irak, Libia, Yemen, Afganistán y Siria, o las amenazas sobre Corea del Norte y Venezuela, o en el apoyo incondicional al régimen del apartheid que Israel practica contra los palestinos. Y aunque sean tan solo algunas de las manifestaciones que engrosan el amplio record de atrocidades que a lo largo de su historia han caracterizado al supremacismo blanco, nada de esto, en comparación con Charlottesville, genera la más mínima condena de liberales e izquierdistas por la sencilla razón que ambos son parte integral de la estructura del poder del supremacismo blanco que ha tendido sus tentáculos por todo el mundo minimizando y subyugando a los denominados como pueblos inferiores.


Segun John Wight (Counter Punch), “la afirmación de que los Estados Unidos tienen un problema con el supremacismo blanco es falsa. Es falsa porque los Estados Unidos es sinónimo con el supremacismo blanco; es una nación fundada y establecida por supremacistas blancos, cuya constitución fue redactada por supremacistas blancos, y en el que la supremacía blanca está anclada en el tejido social y cultural, sin olvidar sus propias instituciones”.






Publicado por La Cuna del Sol
USA. 

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