Pese a tantas falsas
alarmas que ha dado en estos últimos años la dirigencia bolivariana, esto de la
invasión norteamericana utilizando a Colombia podría tener mucho de cierto. Y
lo único que vale, que se puede oponer a esos ominosos designios es la
movilización popular armada, que es la única manera de defender, de verdad, una
revolución.
EL ACOSO FASCISTA
CONTRA VENEZUELA
Por Luciano Castro Barillas
El modus operandi de las intervenciones
imperialistas no se ha modificado. Carecen los pillos políticos de integridad y
creatividad y sus métodos tradicionales de injerencia descarada son de los
mismos componentes: intrigas, difamaciones y calumnias, ahora ampliamente
difundidos por los medios de comunicación masivos y su velocidad. Si algo
caracteriza a las derechas de todo el mundo es la apelación a la mentira y al
cinismo extremo. Los revolucionarios no debieran, idealmente, equivocarse. O
por equivocarse menos en el menor de los casos, dado que sus líneas políticas
son resultado de la dirección colectiva. Un revolucionario debiera de
equivocarse menos porque su agenda personal se relega al segundo o tercer plano
y por lo tanto sus conflictos de interés debieran de ser menores. Además guía
sus acciones políticas una doctrina científica como lo son los principios
fundamentales del socialismo científico y su reificación práctica como lo ha
sido en cada momento histórico nacional el marxismo-leninismo.
Las derechas creyeron que con la crisis de la
Unión Soviética y los países del Este europeo la historia como la conocíamos
hasta entonces había llegado a su fin. Así lo dijo un idiota norteamericano de
origen japonés y el cacareo festivo de las derechas fue toda una glorificación.
Nada más lejano de eso 20 años después: la primera potencia de la tierra,
política, militar y económica será China, bajo la dirección de toda la gestión
social del Partido Comunista Chino y su Comité Central. (Ja, ja, ja; ¡cómo les
quedó el ojo reaccionarios!). Haciendo creer a los idiotas, incluidos los
premios nobel de economía gringos e ingleses, que un nuevo pacto social
surgiría donde imperaría la riqueza y la justa distribución. Que desaparecerían
las contradicciones fundamentales de nuestra era y que la producción social y
la apropiación individual sería cosa del pasado vergonzoso de la humanidad,
como una gonorrea de la que nadie quiere contar por lo hedionda que es.
Esa tercera vía de paz y prosperidad nunca
llegó al mundo, por el contrario, el neoliberalismo rapaz cobró fuerza y
sustento y hoy, en la segunda década del siglo XXI, ese viejo y rancio fascismo
que creíamos extinto con la muerte de Benito Mussolini y su amante colgados de
cabeza como cerdos llevados al degüello, está omnipresente y lacerante, contra
toda civilización e inteligencia humana. Hoy, el aparente y obsoleto fascismo,
cobró vida y amenaza la paz social del mundo, su prosperidad y, al parecer, las
viejas aberraciones humanas y el monstruo oscuro que llevamos dentro los
humanos, ha resucitado y vuelto a hacer de las suyas con sus lacras: racismo,
odio, intolerancia, violencia y propensión a solucionar los problemas por
métodos incivilizados y propuestas ultramontanas como el ilusionismo de
prosperidad económica que promueven estúpidos como Donald Trump ante la
pasajera sustentación energética (ahora USA exporta petróleo) con el petróleo
extraído de las rocas de esquisto, cuya fracturación hidráulica está creando ya
dos cosas: inestabilidades políticas e inestabilidades geológicas, que hace que
los seísmos sean ahora cada día más frecuentes y cada día más fuertes en todo
el mundo.
Dentro de esa visión de la energía el esquisto
no dará para mucho tiempo y la dependencia por el petróleo extraída de manera
convencional, la demandante sed por el hidrocarburo; vendrá más apremiante que
nunca. Y para eso está el Hemisferio Occidental, Venezuela, con la reserva
probada -no imaginada- más grande del mundo. Y los USA quieren caprichosamente
ese petróleo para pagarlo a precios irrisorios después de la intervención. Por
eso, pese a tantas falsas alarmas que ha dado en estos últimos años la
dirigencia bolivariana, esto de la invasión norteamericana utilizando a
Colombia podría tener mucho de cierto. Y lo único que vale, que se puede oponer
a esos ominosos designios es la movilización popular armada, que es la única
manera de defender, de verdad, una revolución. Y que no ocurra lo de Guatemala
como en 1954 con la intervención norteamericana, cuando el presidente Arbenz
entregó el cargo presidencial para evitar el derramamiento de sangre entre los
guatemaltecos… Por el contrario, para defender y mantener una revolución deberá
correr mucha sangre, de los nacionales y de los invasores, hasta vencerlos,
aniquilarlos y masacrarlos sin ningún atisbo de piedad. Ellos harían lo mismo
con los venezolanos democráticos.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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