jueves, 1 de marzo de 2018

El gobierno de los jueces asuela a Guatemala


Guatemala por el momento no puede vivir, no puede ser viable sin el gobierno de sus jueces, quienes le corrigen la plana a los diputados y al presidente. Pero eso no puede ser así indefinidamente, sistemáticamente, sino como una excepcionalidad.


EL GOBIERNO DE LOS JUECES
ASUELA A GUATEMALA


Por Luciano Castro Barillas

La separación de poderes es ya un viejo legado de la Ilustración Francesa de 1748, aunque con total vigencia hasta nuestros días. Son esas pensadas o elucubraciones profundas resultado de la disciplina y genialidad. Charles-Louis de Montesquieu dio un gran aporte a la teoría política moderna explicando la importancia, para la preservación de los derechos individuales y sociales, de la separación de los poderes del Estado, tal sería el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo. Ambos, necesariamente, tiene que relacionarse para lograr crear y mantener un Estado de Derecho. Es decir, poder político y judicial. Alguien que piense las leyes y otro que las ejecute, con el gran respaldo del poder político fuerte capaz de hacer posible la gobernabilidad. El poder ejecutivo es el más visible de los poderes y por lo mismo el más fácilmente manipulable, sin embargo, el primero en dar a los ciudadanos el imaginario del poder de un presidente o primer ministro fuerte, capaz de decidir y dar, sobre todo, orientación moral e intelectual. Los demás poderes presididos, sea el legislativo o el judicial no son tampoco menores en importancia, pero dependen del acomodamiento político ejecutivo para poder ser éticos o corruptos.

La separación de poderes es, claro, solo una ideal aspiración, pero cuando este fenómeno social se da siquiera en un 80% las cosas de los poderes públicos, funcionan, diríamos, de manera muy adecuada. Es decir, hay más cosas buenas que malas, aunque nada, por supuesto es perfecto. En Guatemala actualmente ocurre que todos los gobiernos elegidos por un período de cuatro años son cada vez más débiles. De la ineptitud presidencial se pasó a la más cínica degradación moral de tal o cual presidente. Ya nadie gobernó para los ciudadanos que los eligieron para gobernar bien y no para hacer las cosas mal. El soberano, el pueblo, solo vota cada cuatro años, pero no es realmente quien los elige. Son electos por los grandes oligarcas para que sirvan como instrumentos de sus intereses personales, generalmente egoístas y mezquinos. De allí que como los presidentes no lo son, sus decisiones son contradictorias, incoherentes y se ven sometidas en cada momento a la constante revisión de los jueces de jurisdicción unipersonal o magistraturas colegiadas. Es un ir y venir de acciones, de interposición de recursos judiciales, porque los opositores ya hace años no son los políticos, sino los ciudadanos organizados al margen de los partidos que hacen lo que los políticos  no hacen en el Congreso o parlamento. Y no digo que no esté bien consultar a los jueces. Está bien, siempre y cuando no sean esas consultas sistemáticas, porque entonces los que al final gobiernan en primer lugar no son las autoridades del ejecutivo, lo cual resulta frustrante porque quien muchas veces preside un ejecutivo es un idiota del que poco se tiene que aprender (para el caso Oscar Berger, Álvaro Arzú o Jimmy Morales, verdaderamente patéticos en su ignorancia).

El camino es y será el fortalecimiento del poder político para que todo lo demás venga como un agregado de valor, pues un presidente capaz y honesto se rodeará de gente de su misma condición que coadyuvará a hacer mejor las cosas, la gestión pública. Repito, la separación de poderes es más un asunto ideal de la teoría política, pero no puede eludirse porque sin esa reificación de las ideas los gobiernos de cualquier parte del mundo estarían, indudablemente, terriblemente mal. Guatemala por el momento no puede vivir, no puede ser viable sin el gobierno de sus jueces, quienes le corrigen la plana a los diputados y al presidente. Pero eso no puede ser así indefinidamente, sistemáticamente, sino como una excepcionalidad. Esperamos que el nuevo Frente contra la Corrupción integrado por vario pintas personalidades no sea, más temprano que tarde, echado a perder. Por el momento luce bien ante la preocupación de la elección del nuevo Fiscal General, pero veremos más adelante dada la naturaleza sectaria de casi la gran mayoría de guatemaltecos, porque hay que recordar algo ya dicho hace muchos años por el escritor Luis Cardoza y Aragón: “Donde se reúnen dos guatemaltecos a hablar de política, surgen tres partidos políticos”. Esperamos que en esta ocasión no sea así.






Publicado por La Cuna del Sol
USA

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