Guatemala por el
momento no puede vivir, no puede ser viable sin el gobierno de sus jueces,
quienes le corrigen la plana a los diputados y al presidente. Pero eso no puede
ser así indefinidamente, sistemáticamente, sino como una excepcionalidad.
EL GOBIERNO DE LOS
JUECES
ASUELA A GUATEMALA
Por Luciano Castro Barillas
La separación de poderes es ya un viejo legado
de la Ilustración Francesa de 1748, aunque con total vigencia hasta nuestros
días. Son esas pensadas o elucubraciones profundas resultado de la disciplina y
genialidad. Charles-Louis de Montesquieu dio un gran aporte a la teoría
política moderna explicando la importancia, para la preservación de los
derechos individuales y sociales, de la separación de los poderes del Estado,
tal sería el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo. Ambos,
necesariamente, tiene que relacionarse para lograr crear y mantener un Estado
de Derecho. Es decir, poder político y judicial. Alguien que piense las leyes y
otro que las ejecute, con el gran respaldo del poder político fuerte capaz de
hacer posible la gobernabilidad. El poder ejecutivo es el más visible de los
poderes y por lo mismo el más fácilmente manipulable, sin embargo, el primero
en dar a los ciudadanos el imaginario del poder de un presidente o primer
ministro fuerte, capaz de decidir y dar, sobre todo, orientación moral e
intelectual. Los demás poderes presididos, sea el legislativo o el judicial no
son tampoco menores en importancia, pero dependen del acomodamiento político
ejecutivo para poder ser éticos o corruptos.
La separación de poderes es, claro, solo una
ideal aspiración, pero cuando este fenómeno social se da siquiera en un 80% las
cosas de los poderes públicos, funcionan, diríamos, de manera muy adecuada. Es
decir, hay más cosas buenas que malas, aunque nada, por supuesto es perfecto.
En Guatemala actualmente ocurre que todos los gobiernos elegidos por un período
de cuatro años son cada vez más débiles. De la ineptitud presidencial se pasó a
la más cínica degradación moral de tal o cual presidente. Ya nadie gobernó para
los ciudadanos que los eligieron para gobernar bien y no para hacer las cosas
mal. El soberano, el pueblo, solo vota cada cuatro años, pero no es realmente
quien los elige. Son electos por los grandes oligarcas para que sirvan como
instrumentos de sus intereses personales, generalmente egoístas y mezquinos. De
allí que como los presidentes no lo son, sus decisiones son contradictorias,
incoherentes y se ven sometidas en cada momento a la constante revisión de los
jueces de jurisdicción unipersonal o magistraturas colegiadas. Es un ir y venir
de acciones, de interposición de recursos judiciales, porque los opositores ya
hace años no son los políticos, sino los ciudadanos organizados al margen de
los partidos que hacen lo que los políticos
no hacen en el Congreso o parlamento. Y no digo que no esté bien
consultar a los jueces. Está bien, siempre y cuando no sean esas consultas
sistemáticas, porque entonces los que al final gobiernan en primer lugar no son
las autoridades del ejecutivo, lo cual resulta frustrante porque quien muchas
veces preside un ejecutivo es un idiota del que poco se tiene que aprender
(para el caso Oscar Berger, Álvaro Arzú o Jimmy Morales, verdaderamente
patéticos en su ignorancia).
El camino es y será el fortalecimiento del
poder político para que todo lo demás venga como un agregado de valor, pues un
presidente capaz y honesto se rodeará de gente de su misma condición que coadyuvará
a hacer mejor las cosas, la gestión pública. Repito, la separación de poderes
es más un asunto ideal de la teoría política, pero no puede eludirse porque sin
esa reificación de las ideas los gobiernos de cualquier parte del mundo
estarían, indudablemente, terriblemente mal. Guatemala por el momento no puede
vivir, no puede ser viable sin el gobierno de sus jueces, quienes le corrigen
la plana a los diputados y al presidente. Pero eso no puede ser así
indefinidamente, sistemáticamente, sino como una excepcionalidad. Esperamos que
el nuevo Frente contra la Corrupción integrado por vario pintas personalidades
no sea, más temprano que tarde, echado a perder. Por el momento luce bien ante
la preocupación de la elección del nuevo Fiscal General, pero veremos más
adelante dada la naturaleza sectaria de casi la gran mayoría de guatemaltecos,
porque hay que recordar algo ya dicho hace muchos años por el escritor Luis
Cardoza y Aragón: “Donde se reúnen dos guatemaltecos a hablar de política, surgen tres
partidos políticos”. Esperamos que en esta ocasión no sea así.
Publicado por La Cuna del Sol
USA
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