martes, 6 de marzo de 2018

Guatemala sin alternativas políticas: las derechas reinan e imperan

El estado de postración de Guatemala es tal que no se contemplan en su espectro político alternativas de izquierda, porque la debilidad es tal y los tiempos que corren los peores, para pensar siquiera un momento que tienen alguna posibilidad de competir.


GUATEMALA SIN ALTERNATIVAS POLÍTICAS:
LAS DERECHAS REINAN E IMPERAN


Por Luciano Castro Barillas

Casi agotados los experimentos de izquierda o Socialismos del siglo XXI en América Latina, solo van quedando las democracias revolucionarias más avanzadas: la de Venezuela y la de Bolivia. La de Nicaragua de Ortega es y seguirá siendo una democracia parasitaria que tuvo que entrar en contubernios con personajes desaprensivos e inescrupulosos de la oposición, como el marranillo Arnoldo Alemán, para hacerse con el poder años después de la humillante derrota infligida por Violeta Chamorro en los mejores años del sandinismo. Y si hay algo admirable en Humberto Ortega no es precisamente su hondura intelectual, sino su contumacia e ilimitada codicia por el poder, claro, siempre pretextando los intereses del pueblo. Ortega es a estas alturas hombre de dinero, casi un potentado y la aparente sencillez con que suele asistir a eventos públicos e internacionales, es una simple pose proletaria aderezada con su mal gusto.

Los intelectuales tuvieron que alejarse de Ortega cuando éste impulsó contra viento y mareas su agenda personal y los más preclaros hombres como el poeta Ernesto Cardenal y el novelista Sergio Ramírez Mercado, se vieron en la necesidad de abjurar del sandinismo institucionalizado y echado a perder, al punto, que en la última elección, en Nicaragua, ya no hubo mujeres pensantes, solo la señora Ortega y por eso la razón sin desenfado de elegirla a la propia mujer como su compañera de fórmula presidencial. ¿Quién puede ver correcto tan obsceno nepotismo? Solo los incondicionales de Ortega quienes debidamente aceitados de billetes con tres períodos ven en la “compañera”, los dos cerebros sinérgicos capaces de sacar de la pobreza a Nicaragua.

Y en El Salvador, pues, era algo que se veía venir. Allí pareciera que nunca hubo un gobierno de izquierda, totalmente subyugado a los Estados Unidos por el asunto de las remesas de los emigrantes salvadoreños y los trabajos temporales concedidos con generosa amplitud. El ex comandante Leonel González dirigió un gobierno mediocre que acabó por decepcionar a la mayoría de salvadoreños y por esos los resultados del domingo. Arena se alzó con la mayoría de diputaciones y alcaldía y no es ningún momento que eso sea bueno. Las hordas fascistas vuelven nuevamente a dirigir el destino de ese sufrido pueblo ante el desencanto de diez años de gobierno que muy poco o casi  nada se hizo. El sistema de salud y el sistema educativo salvadoreño estuvieron siempre bien aún en los años de la guerra y las dictaduras militares. Este no es obra del FMLN, por si algunos trasnochados seguidores quisieran apropiarse esos logros, que en nada se compara a la realidad guatemalteca donde la educación y la salud están totalmente en la bancarrota.

Ahora Guatemala, dicen ve un atisbo de esperanza para que en unos 18 o 20 meses una nueva derecha, no la recalcitrante, intente constituirse como una alternativa de administradores honrados, aunque con su filiación ideológica inalterable con el capital y el mundo empresarial. Pero el estado de postración de Guatemala es tal que no se contemplan en su espectro político alternativas de izquierda, porque la debilidad es tal y los tiempos que corren los peores, para pensar siquiera un momento que tienen alguna posibilidad de competir. Dionisio Gutiérrez, el hombre más rico de Guatemala ha hecho un acto de constricción, una mea culpa, cuando dice, y ojalá lo dijera con sinceridad: “Estoy del lado correcto de la historia”. Y manifiesta su disposición de luchar contra la corrupción y la impunidad, teniendo como compañera de fórmula a la actual Fiscal General muy reconocida nacional e internacionalmente por sus logros en la lucha contra ese flagelo. Podría ser que algo bueno ocurriera de esa lucha intraburguesa, entre fracciones de clase, preocupadas o no por el destino de Guatemala. Este debiera ser la oportunidad para la izquierda, pero estas formaciones están hundidas en el mismo fango de las derechas intransigentes. Tienen el beneficio de la duda y las reservas de todos los guatemaltecos, tan escépticos con todos, buenos o malos, que buscan el poder a través del voto. Veremos qué pasa…

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