GUATEMALA SIN
ALTERNATIVAS POLÍTICAS:
LAS DERECHAS REINAN E
IMPERAN
Por Luciano Castro Barillas
Casi agotados los experimentos de izquierda o
Socialismos del siglo XXI en América Latina, solo van quedando las democracias
revolucionarias más avanzadas: la de Venezuela y la de Bolivia. La de Nicaragua
de Ortega es y seguirá siendo una democracia parasitaria que tuvo que entrar en
contubernios con personajes desaprensivos e inescrupulosos de la oposición,
como el marranillo Arnoldo Alemán, para hacerse con el poder años después de la
humillante derrota infligida por Violeta Chamorro en los mejores años del
sandinismo. Y si hay algo admirable en Humberto Ortega no es precisamente su
hondura intelectual, sino su contumacia e ilimitada codicia por el poder,
claro, siempre pretextando los intereses del pueblo. Ortega es a estas alturas
hombre de dinero, casi un potentado y la aparente sencillez con que suele
asistir a eventos públicos e internacionales, es una simple pose proletaria
aderezada con su mal gusto.
Los intelectuales tuvieron que alejarse de
Ortega cuando éste impulsó contra viento y mareas su agenda personal y los más
preclaros hombres como el poeta Ernesto Cardenal y el novelista Sergio Ramírez
Mercado, se vieron en la necesidad de abjurar del sandinismo institucionalizado
y echado a perder, al punto, que en la última elección, en Nicaragua, ya no
hubo mujeres pensantes, solo la señora Ortega y por eso la razón sin desenfado
de elegirla a la propia mujer como su compañera de fórmula presidencial. ¿Quién
puede ver correcto tan obsceno nepotismo? Solo los incondicionales de Ortega
quienes debidamente aceitados de billetes con tres períodos ven en la
“compañera”, los dos cerebros sinérgicos capaces de sacar de la pobreza a
Nicaragua.
Y en El Salvador, pues, era algo que se veía
venir. Allí pareciera que nunca hubo un gobierno de izquierda, totalmente subyugado
a los Estados Unidos por el asunto de las remesas de los emigrantes
salvadoreños y los trabajos temporales concedidos con generosa amplitud. El ex
comandante Leonel González dirigió un gobierno mediocre que acabó por
decepcionar a la mayoría de salvadoreños y por esos los resultados del domingo.
Arena se alzó con la mayoría de diputaciones y alcaldía y no es ningún momento
que eso sea bueno. Las hordas fascistas vuelven nuevamente a dirigir el destino
de ese sufrido pueblo ante el desencanto de diez años de gobierno que muy poco
o casi nada se hizo. El sistema de salud
y el sistema educativo salvadoreño estuvieron siempre bien aún en los años de
la guerra y las dictaduras militares. Este no es obra del FMLN, por si algunos
trasnochados seguidores quisieran apropiarse esos logros, que en nada se
compara a la realidad guatemalteca donde la educación y la salud están
totalmente en la bancarrota.
Ahora Guatemala, dicen ve un atisbo de
esperanza para que en unos 18 o 20 meses una nueva derecha, no la recalcitrante,
intente constituirse como una alternativa de administradores honrados, aunque
con su filiación ideológica inalterable con el capital y el mundo empresarial.
Pero el estado de postración de Guatemala es tal que no se contemplan en su
espectro político alternativas de izquierda, porque la debilidad es tal y los
tiempos que corren los peores, para pensar siquiera un momento que tienen
alguna posibilidad de competir. Dionisio Gutiérrez, el hombre más rico de
Guatemala ha hecho un acto de constricción, una mea culpa, cuando dice, y ojalá
lo dijera con sinceridad: “Estoy del
lado correcto de la historia”. Y manifiesta su disposición de luchar contra
la corrupción y la impunidad, teniendo como compañera de fórmula a la actual
Fiscal General muy reconocida nacional e internacionalmente por sus logros en
la lucha contra ese flagelo. Podría ser que algo bueno ocurriera de esa lucha
intraburguesa, entre fracciones de clase, preocupadas o no por el destino de
Guatemala. Este debiera ser la oportunidad para la izquierda, pero estas
formaciones están hundidas en el mismo fango de las derechas intransigentes.
Tienen el beneficio de la duda y las reservas de todos los guatemaltecos, tan
escépticos con todos, buenos o malos, que buscan el poder a través del voto. Veremos
qué pasa…
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