Lo más grave es que se trata
de un Informe sin contexto. En esa línea, cuando juzga la situación
socio-económica de Venezuela nunca se mencionan los graves efectos del bloqueo
gringo.
INFORME BACHELET: UN TEXTO
SIN CONTEXTO,
UNA SOCIALISTA MADE IN USA
Pedro Santander
Tanto como el inmenso sesgo que contiene el informe de la Alta Comisionada,
Michelle Bachelet, sobre Venezuela, llama también la atención que haya quienes
desde el campo progresista esperaban otra cosa. Quienes albergaban esperanzas
por cierta ecuanimidad olvidaban dos cosas: a) quién es Michelle Bachelet; b)
la política es la continuidad de la guerra por otros medios.
Bachelet: una socialista
formada en Washington
En Chile conocemos muy bien a Bachelet: se trata de la máxima defraudación
que la izquierda chilena ha experimentado desde que recuperamos la democracia.
Formada en Washington en estrategia militar, a fines de los ’90 al ser
beneficiada por una beca que le permitió una estadía de 1 año en el Colegio
Interamericano de Defensa en Fort Lesley, optó, según sus propias palabras por
“la convergencia con el poder hegemónico del planeta”. En esa línea, siendo
Presidenta, siempre se alineó con la Alianza del Pacífico, formando el eje
antibolivariano y antilatinoamericanista México-Colombia-Chile, afín a los
intereses imperiales y empleado por éstos como su instrumento de contención
regional; no titubeó a la hora de mandar 400 militares chilenos para que
formaran parte de las tropas de ocupación en Haiti; en su segundo gobierno,
además, promovió la creación del infausto Grupo de Lima.
Esta “socialista” fue la primera presidenta en aplicar en democracia la Ley
Antiterrorista de Pinochet, y lo hizo contra comuneros mapuche, que como presos
políticos pueblan por decenas las cárceles del sur de Chile. También como
Presidenta prometió un 11 de septiembre de 2014, al conmemorarse los 41 años
del golpe contra Salvador Allende, derogar la Ley de Amnistía de Pinochet, y
también como Presidenta le quitó en reiteradas oportunidades la “urgencia
legislativa” a esta iniciativa, gracias a lo cual la ley creada en 1978 para
beneficiar a criminales de lesa humanidad sigue vigente en Chile.
Pero no se trata acá solamente de Bachelet. Se trata de entender que todo
el orden institucional mundial construido luego de la IIª Guerra Mundial, junto
con el derecho internacional que lo sustenta, está siendo destruido en los
últimos años por los Estados Unidos. En esa línea, mientras presidentes de
Occidente le exigen a países soberanos como Venezuela y Cuba el cumplimiento
milimétrico de todas las disposiciones internacionales, ellos las violan a
diario. Guantánamo y Julian Assange son sólo una pequeña, pero clarificadora
muestra de ello.
Como nos enseñó Fidel, lo único que podemos esperar de los consejos de
aquellos que están de ese lado es “puro veneno”. Dosis continuadas de veneno en
el marco de una guerra sin tregua contra todas las naciones que no se someten a
los dictados del capital. Pero aún así, a ratos se cae en la trampa cándida de
creer que la institucionalidad internacional - la misma que acepta la
destrucción de Libia, de Afganistán, de Haití, a la que no le importa
Guantánamo, ni el fraude electoral de Honduras, los asesinatos sociales en
Colombia, o la reciente muerte en prisión del único presidente electo de
Egipto- pudiera ser ecuánime con Venezuela.
El Informe: un texto sin
contexto
El gobierno venezolano nunca se negó a esta visita, por el contrario, dio
todas las facilidades a la Alta Comisionada Bachelet, tal como el propio
Informe lo reconoce, mostrando una vez más su apuesta por la vía negociadora, y
no por la violencia. Sin embargo, el veneno exuda en altas dosis de este
Informe, el que debe ser entendido como un recurso más en la guerra por
derribar un proyecto que se atrevió a decir “váyanse al carajo cien veces,
yankees de mierda” (Hugo Chávez, 2008). Era, entonces, esperable lo que
venía.No podemos desligar este Informe de la continuidad bélica contra
Venezuela. Ese es su con-texto (aquello que va con el texto). Y leerlo es
testimoniar de cómo el lenguaje puede servir para distorsionar la realidad.
Partiendo por el increíble modo en que Bachelet se refiere al bloqueo de
Estados Unidos contra Venezuela (punto 25): “Hasta la fecha un país ha impuesto
sanciones sectoriales más amplias a partir del 29 de agosto de 2017” ¡No se
menciona a Estados Unidos! Se habla de “un país”, en genérico. Lingüísticamente
diríamos que hay una elusión del referente mediante el uso de un sustantivo
abstracto y generalizador. Es casi increíble, pero es cierto. “Un país ha
impuesto sanciones”…¿cuál será?
Y el bloqueo que asfixia a toda Venezuela es llamado “sanciones
sectoriales”. Es el mismo lenguaje que ya hemos visto cuando de mitigar y de
atenuar crímenes se trata: uso abundante de sustantivos abstractos, sin
referentes materiales, como cuando se habla de “daño colateral” para referir
asesinatos de civiles.
Igual de increíble es la justificación metodológica (punto 6, nota 3).
Dícese ahí que de las 558 entrevistas que sirvieron de base para la redacción,
” 460 entrevistas fueron realizadas en la Argentina, el Brasil, Chile,
Colombia, Ecuador, España, México, y Perú, y 98 de manera remota”. Sume, reste,
elabore porcentajes y saque sus propias conclusiones.
Ya sabemos que el Informe no menciona a Estados Unidos y esa (benevolente)
invisibilidad del imperio y de su criminal política ingerencista no es lo más
increíble. Lo más grave es que se trata de un Informe sin contexto. En esa
línea, cuando juzga la situación socio-económica de Venezuela nunca se
mencionan los graves efectos del bloqueo gringo. “Se ha informado de carencias
del 60 al 100 por ciento de fármacos esenciales en cuatro de las principales
ciudades de Venezuela, incluyendo Caracas” , señala en su punto 16 (nótese el
uso del impersonal, “se ha informado ”…). Y en el punto 19 denuncia que “La
Encuesta Nacional de Hospitales (2019) constató que, entre noviembre 2018 y
febrero 2019, 1,557 personas murieron debido a la falta de insumos en
hospitales” . No negamos la veracidad de esas cifras, pero decimos que el
silencio total acerca de sus causas forma parte del criminal bloqueo. Es un
bloqueo semiótico, discursivo, representacional, cognitivo que opera en
paralelo al bloqueo material, económico.
No decir, por ejemplo, que 300 mil dosis de insulina pagadas por el Estado
venezolano no llegaron al país porque el Citibank boicoteó la compra de este
insumo. En consecuencia, la insulina quedó paralizada en un puerto
internacional. O que el laboratorio colombiano BSN Medical impidió la llegada
de un cargamento de Primaquina, medicina usada para tratar la malaria. Y que un
total de 23 operaciones en el sistema financiero internacional fueron devueltas
el año pasado (entre ellas, 39 millones de dólares para alimentos, insumos
básicos y medicamentos).
Es un Informe que sólo tiene sentido para las corporaciones mediáticas de
Occidente porque carece de contexto. Porque si le ponemos contexto, un chileno
le podría recordar a la chilena que firma el Informe que en su país, entre
enero y junio de 2018, fallecieron un total de 9.724 personas mientras
permanecían en lista de espera en el sistema público, según datos entregados
por el propio Ministerio de Salud de Chile.
Peor aún es el modo en que se trata el tema “libertad de expresión”. Según
el Informe “En los últimos años el Gobierno ha tratado de imponer una hegemonía
comunicacional, imponiendo su propia versión de los hechos”. Vaya
denuncia…¿habrá algún gobierno que no intente hacer lo mismo? ¡Qué me nombre
uno! Lo que pasa es que Venezuela es el país donde lo normal es escándalo.
Pero, además, nuevamente se omite el contexto. No se dice, por ejemplo, que
mientras la derecha liderada por Juan Guaidó y Leopoldo López intentaba
nuevamente dar un golpe de Estado entre el 30 de abril y el 1 de mayo de este
año, se registró un cierre masivo de cuentas de Twitter vinculadas al Estado y
medios afines al gobierno (Correo del Orinoco, VEA, Vive y Fundarte). No es
todo. El rol golpista de los medios y las redes sociales, activos en eso desde
el 2002 al menos, es cosa diaria en Venezuela. Otro ejemplo: en enero de 2019
se creó la cuenta @Presidencia_VE como “Cuenta Oficial de la Presidencia de la
República Bolivariana de Venezuela”, adscrita a Juan Guaidó, y sólo 2 meses
después recibió el “check azul” como “cuenta verificada”. En cambio, la cuenta
@PresidencialVen perteneciente al departamento de Prensa Presidencial, con mas
de 1 millón de seguidores, y que informa las actividades oficiales del
Presidente Maduro, creada en abril de 2010, nunca ha recibido el “check azul”
de cuenta oficial. Suma y sigue. En febrero de 2019, Twitter anunció que fueron
eliminadas «1.196 cuentas ubicadas en Venezuela que parecen estar involucradas
en una campaña apoyada por un Estado». Nada de esto menciona Bachelet.
Lingüísticamente el Informe es una oda a las atenuaciones, las
mitigaciones, las alusiones indirectas, las invisibilizaciones, al uso del
impersonal cuando de las causas y los causantes se trata; y una vorágine de
reforzamientos, énfasis, exageraciones, y descontextualizaciones cuando se pasa
a describir las consecuencias; estas últimas, por supuesto, desconectadas de
las primeras.
No se trata aquí de rehuir las necesarias críticas al proceso bolivariano.
Como enseñó el Ché, éstas son absolutamente necesarias en todo proceso de
transformación social, si éste no quiere anquilosarse y volverse reaccionario.
Tampoco se trata de creer que todo anda perfecto en Venezuela, ni siquiera
negar todo lo que dice el Informe. Por ejemplo, el punto 43 que denuncia
torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes contra prisioneros/as, que
incluye el uso de corriente, palizas y violencia sexual es absolutamente
inaceptable, no importa el contexto, ni las circunstancias. Lo mismo, de ser
ciertas, la denuncia de ejecuciones extrajudiciales de parte de las Fuerzas de
Acciones Especiales.
De lo que se trata es de no aceptar que Estados Unidos, junto sus lacayos
latinos estrangulen a Venezuela, para que luego un Informe quiera castigar a la
patria de Bolívar porque respira mal.
Veneno, puro veneno.
Publicado por La Cuna del Sol
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