miércoles, 1 de enero de 2020

¿Ustedes dicen que quieren una revolución (rusa)?

El último libro de Andrei Martyanov es una fuente de evidencias inagotable sobre el tipo de letalidad que espera a las fuerzas estadounidenses en una posible guerra futura contra ejércitos reales (no los talibanes o los de Saddam Hussein).


¿USTEDES DICEN QUE QUIEREN 
UNA REVOLUCIÓN (RUSA)?


Por Pepe Escobar

En muy raras ocasiones sale a la luz un libro imprescindible que manifiesta con claridad la urgencia de la sensatez en un mundo post-MAD (Mutual Assured Destruction) como el de hoy en día. Esa es la responsabilidad que asume “The (Real) Revolution in Military Affairs (“La (autentica) revolución en asuntos militares”) de Andrei Martyanov (Clarity Press), posiblemente el libro más importante del 2019.

Martyanov lo tiene todo -y viene con atributos extraordinarios como analista militar ruso de primera línea, nacido en Bakú en aquellos días de la URSS, viviendo y trabajando en los Estados Unidos, y escribiendo y blogueando en inglés.

Martyanov no pierde el tiempo, e inmediatamente procede a dinamitar no solo las incoherencias de Fukuyama y Huntington, sino, especialmente, el argumento infantil y sin sentido de la Trampa de Tucídides de Graham Allison -como si la ecuación de poder entre Estados Unidos y China en el siglo XXI pudiera interpretarse fácilmente en paralelo a Atenas y Esparta aproximándose lentamente hacia la Guerra del Peloponeso hace más de 2,400 años. ¿Qué es lo que sigue? ¿Xi Jinping, como el nuevo Genghis Khan?

(Por cierto, actualmente el mejor ensayo sobre Tucídides está en italiano, escrito por Luciano Canfora ("Tucidide: La Menzogna, La Colpa, L'Esilio"). Ninguna trampa. Martyanov, disfruta definiendo la Trampa como un "producto de la imaginación" de personas que “tienen una conocimiento muy vago de la guerra real en el siglo XXI”. No es de extrañar que Xi, explícitamente dijera que la Trampa no existe).

En su anterior y espléndido trabajo, “Losing Military Supremacy: The Myopia of American Strategic Planning (“Perdiendo la supremacía militar: la miopía de la planeación estratégica estadounidense”), Martyanov, detalla cómo “la falta de experiencia histórica en la guerra continental por parte de Estados Unidos”,  terminó “plantando las semillas de la destrucción de la mitología militar estadounidense de los siglos XX y XXI, que es fundamental en el declive estadounidense, debido a la arrogancia y el desapego de la realidad”. A lo largo del libro, Martyanov, proporciona evidencia sólida sobre la clase de letalidad que espera a las fuerzas estadounidenses en una posible guerra contra ejércitos de verdad (no los talibanes o los de Saddam Hussein), fuerzas aéreas, defensas aéreas y poder naval.

Sacar conclusiones

Una de las principales conclusiones  es el fracaso de los modelos matemáticos estadounidenses; y los lectores del libro necesitan digerir una buena cantidad de ecuaciones matemáticas. El punto clave es que este fracaso condujo a Estados Unidos “a una ininterrumpida espiral descendente de disminuidas capacidades militares contra la nación [Rusia] que creía haber derrotado en la Guerra Fría”.

En los Estados Unidos, la Revolución en Asuntos Militare (RMA, en inglés)  fue introducido por el fallecido Andrew Marshall, también conocido como Yoda, ex jefe de Net Assesment en el Pentágono y además el inventor de facto del concepto del "pivote a Asia". Sin embargo, Martyanov nos dice que la RMA en realidad comenzó como MTR (Military-Technological Revolution), introducida por los teóricos militares soviéticos en la década de 1970.

Uno de los elementos básicos de la RMA se refiere a las naciones con capacidad de producir misiles de crucero de ataque terrestre, también conocidos como TLAMs. En las actuales circunstancias, solo los EE.UU, Rusia, China y Francia pueden hacerlo. Y solo hay dos sistemas globales que brindan orientación satelital a los misiles de crucero: el GPS estadounidense y el GLONASS ruso. Ni el BeiDou de China ni el Galileo europeo califican, aún, como sistemas GPS globales.

Luego está la “guerra centrada en redes” o Net-Centric Warfare (NCW). El término en sí fue acuñado por el fallecido almirante, Arthur Cebrowski, en 1998, en un artículo que coescribió con John Garstka, titulado “Network-Centric Warfare – Its Origin and Future” (“Guerra centrada en redes: su origen y futuro”).

Haciendo uso de sus ecuaciones matemáticas, Martyanov, enseguida nos dice que “la era de los misiles antibuque subsónicos ha terminado”. La OTAN, ese organismo que sufre de muerte cerebral (derechos de autor de Emmanuel Macron) hoy tiene que enfrentar  el supersónico ruso P-800 Onyx y el Kalibr-class M54 en un “entorno de guerra electrónica altamente hostil”. En la actualidad, todos los ejércitos modernos avanzados aplican la guerra centrada en redes (NCW), desarrollada por el Pentágono en la década de 1990.

En su nuevo libro, Martyanov, menciona algo que aprendí en mi visita a Donbass en marzo de 2015: cómo los principios NCW, “basados en las capacidades C4ISR de Rusia que fueron puestos a disposición -por el ejército ruso- de las fuerzas armadas numéricamente inferiores de las Repúblicas del Donbass (LDNR) tuvieron un efecto devastador, tanto en las batallas de Ilovaisk como en Debaltsevo, sobre las voluminosas fuerzas armadas ucranianas de la era soviética”.

No hay escape del Kinzhal

Martyanov, proporciona amplia información sobre el último misil de Rusia: el Kinzal, un misil balístico hipersónico, Mach 10, disparado desde el aire, recientemente puesto a prueba en el Ártico.

Significativamente, como explica Martyanov, “ningún sistema de defensa antimisiles existente en la Marina de los EE.UU es capaz de derribarlo, incluso en el caso de ser detectado". El Kinzhal tiene un alcance de 2,000 km, que permite que sus portadores, los MiG-31K y TU-22M3M, sean "invulnerables a la única defensa que un Grupo de Ataque de Portaaviones de los EE.UU, un pilar fundamental del poder naval estadounidense, puede montar con aviones de combate que operan desde portaaviones". Estos aviones de combate simplemente no poseen el alcance.

El Kinzhal fue una de las armas anunciadas por el presidente ruso, Vladimir Putin durante su discurso del 1 de marzo de 2018 en la Asamblea Federal, que cambió las reglas del juego. Ese es el día, subraya Martyanov, cuando llegó la auténtica Revolución en Asuntos Militares, y “cambió completa y drásticamente  la cara de la guerra entre iguales, la competencia y el equilibrio de poder a escala global".

Altos funcionarios del Pentágono, como el general John Hyten, subjefe del Comando Conjunto, han admitido de manera oficial que "actualmente no existen contramedidas" contra, por ejemplo, el vehículo planeador hipersónico Mach 27 Avangard (que inutiliza los sistemas de misiles anti-balísticos). El general, le ha dicho al Comité de Servicios Armados del Senado de los EE.UU, que la única alternativa sería utilizar "un disuasivo nuclear". Tampoco existen contramedidas contra misiles antibuque como el Zircon y Kinzhal.

Cualquier analista militar sabe muy bien cómo el Kinzhal destruyó un objetivo terrestre del tamaño de un Toyota Corolla en Siria después de ser lanzado desde una distancia de 1,000 km en condiciones climáticas adversas. De lo demostrado nacen las pesadillas de la OTAN: las instalaciones de comando y control de la OTAN en Europa son de hecho indefendibles.

Martyanov, va directo al grano: “La introducción de armas hipersónicas sin duda alguna vierte un poco de agua fría a la obsesión estadounidense de proteger el territorio norteamericano de los ataques de represalia".

Martyanov, es implacable con los diseñadores de las políticas estadounidenses que “carecen de las herramientas necesarias para comprender la realidad geoestratégica en su momento actual en la que la auténtica revolución en los asuntos militares... ha degradado drásticamente las muy a menudo exageradas capacidades militares estadounidenses y continúa redefiniendo el estatus geopolítico estadounidense, lejos de su autodeclarada hegemonía”.

Y la situación se vuelve más grave: “Tales armas garantizan que una represalia contra los Estados Unidos propiamente dicho sea inevitable [las cursivas son de Martyanov]”. Incluso los elementos disuasivos nucleares que poseen los rusos -y en menor grado los chinos, como se mostró recientemente- “son capaces de superar los sistemas antibalísticos estadounidense y destruir a los Estados Unidos”, sin importar la burda propaganda que el Pentágono está vendiendo.

En febrero de 2019, Moscú anunció la finalización de las pruebas de un motor nuclear para el misil de crucero Petrel. Este es un misil de crucero subsónico a propulsión nuclear que puede permanecer en el espacio durante bastante tiempo, cubriendo distancias intercontinentales y capaz de atacar desde los puntos menos esperados. Martyanov, con mucho ingenio caracteriza al Petrel como “un arma de venganza, en caso que algunos de los estadounidenses responsables de tomar decisiones  que puedan precipitar una nueva guerra mundial intenten esconderse de los efectos de lo que han desatado en la relativa seguridad del hemisferio sur”.

La guerra híbrida fuera de control

Una sección del libro abunda sobre el avance militar de China y los frutos de la asociación estratégica con Rusia, como la compra por parte de  Pekín de misiles antiaéreos S-400 Triumph por valor de $ 3 mil millones, “diseñados especialmente para lidiar con el tipo de armamento que Estados Unidos utilizaría en caso de un conflicto convencional con China”.

Debido al momento, el análisis ni siquiera toma en cuenta el arsenal exhibido a principios de octubre en el desfile de Pekín que celebraba el 70 aniversario de la República Popular.

Esto incluye, entre otras cosas, el "exterminador de portaaviones" DF-21D, diseñado para atacar buques de guerra a una distancia de hasta 1,500 km; el misil de rango intermedio "Guam Killer" DF-26; el misil hipersónico DF-17; y los misiles de crucero antibuque YJ-18A, de largo alcance y lanzados desde submarinos. Sin mencionar el ICBM DF-41, la columna vertebral del disuasivo nuclear de China, capaz de alcanzar el territorio continental de los EE.U con múltiples ojivas.

Martyanov, no pudo evitar dirigirse a la RAND Corporation, cuya razón de existir es presionar incesantemente por más dinero para el Pentágono, culpando a Rusia por la "guerra híbrida" (un invento estadounidense) incluso cuando se queja de la incapacidad de Estados Unidos para derrotar a Rusia en todos y cada uno de los juegos de guerra. Los juegos de guerra de la RAND, enfrentando a Estados Unidos y sus aliados contra Rusia y China, han terminado siempre en una "catástrofe" para la “la más extraordinaria fuerza de combate del mundo".

Martyanov también aborda los S-500, capaces de alcanzar los aviones AWACS, y posiblemente, incluso interceptar objetivos hipersónicos no balísticos. El S-500 y su último sistema de defensa antiaérea de alcance intermedio, el S-350 Vityaz de última generación, entrara en operaciones en 2020.

La conclusión clave de Martyanov : “No hay paridad entre Rusia y los Estados Unidos en áreas como la defensa aérea, las armas hipersónicas y, en general, el desarrollo de misiles, por nombrar solo algunas -Estados Unidos va a la zaga en estas áreas, no solo en años sino en generaciones [las cursivas son mías]”.

En todo el Sur Global, decenas de naciones están muy conscientes de que el “orden” -más bien el desorden- económico de los Estados Unidos está al borde del colapso. Por el contrario, en Eurasia, se está avanzando en un modelo de relaciones exteriores entre naciones soberanas, cooperativo, integrado y basado en normas, simbolizado por la fusión de la Nueva Ruta de la Seda, o la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la Unión Económica de Eurasia (EAEU), la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS), el Banco de Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB), el NDB (el banco de los BRICS).

Los garantes cruciales del nuevo modelo son Rusia y China. Tanto Pekin como Moscú, no albergan ilusión alguna sobre la toxica dinámica en Washington. En mis recientes conversaciones con connotados analistas en Kazajstán el mes pasado y en Moscú la semana pasada, una vez más se hizo hincapié en la inutilidad de negociar con personas descritas, con cierto sarcasmo, como fanáticos excepcionalistas. Rusia, China y muchos lugares de Eurasia han comprendido que es imposible lograr acuerdos significativos con una nación empeñada en romper cada acuerdo.

¿Indispensable? No. Vulnerable

Martyanov no puede dejar de evocar el discurso de Putin ante la Asamblea Federal en febrero de 2019, luego que Washington unilateralmente abandonara el tratado INF, despejando el camino para el despliegue de misiles intermedios y de corto alcance por parte de Estados Unidos estacionados en Europa y apuntando hacia Rusia:

“Rusia se verá obligada a crear y desplegar ese tipo de armas... contra aquellas regiones donde tengamos que enfrentar una amenaza directa, pero también contra aquellas regiones que albergan los centros donde se toman las decisiones sobre el uso de esos sistemas de misiles que nos amenazan”.

Traducción: La invulnerabilidad estadounidense ha terminado, para siempre.

En el corto plazo, siempre existe la posibilidad de que las cosas puedan empeorar. En su tradicional conferencia de prensa de fin de año en Moscú, que duró casi cuatro horas y media, Putin declaró que Rusia está más que lista para "simplemente renovar el actual acuerdo, New START", que vencerá a principios de 2021: "Ellos [ Estados Unidos] puede enviarnos el acuerdo mañana, o podemos firmarlo y enviarlo a Washington ". Y, sin embargo," hasta ahora nuestras propuestas no han sido respondidas. Si el New START deja de existir, nada en el mundo detendrá una carrera armamentista. Creo que esto es perjudicial".

“Perjudicial”, es más bien el eufemismo. Martyanov, prefiere enfatizar cómo “la mayoría de las élites estadounidenses, al menos por ahora, aún permanecen en un estado de disonancia cognitiva orwelliana", incluso cuando la verdadera RMA "eliminó el mito de la invencibilidad convencional estadounidense”.

Martyanov es uno de los pocos analistas -habitualmente de diferentes partes de Eurasia- que ha advertido sobre el peligro de que Estados Unidos resulte "accidentalmente" envuelto en una guerra contra Rusia, China, o ambas, la cual es imposible de ganar convencionalmente, "y mucho menos a través de la pesadilla de una catástrofe nuclear global".

¿No es eso suficiente para infundir al menos un mínimo de sensatez en aquellos que controlan esa enorme mina de oro; el complejo industrial-militar y de seguridad? No cuenten con eso.






Publicado por La Cuna del Sol

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